Los dos padres de ‘La lengua madre’
Fuente: Rocío Huerta (elpais.com)
Pongamos que el protagonista es un profesor despistado de instituto. O una especie de conferenciante erudito de provincias. Pongamos que es alguien. Que no tiene nombre, o que lo tiene, pero eso no importa. Pongamos que en un momento dado deja de lado los papeles de la conferencia que está pronunciando y de buenas a primeras se despista, recordando en voz alta la primera vez que oyó una palabra. Esa palabra le lleva a otro recuerdo, y este a otra idea relacionada. Así, durante una hora y veinte minutos Juan Diego mantiene la atención del espectador, que es el otro protagonista de La lengua madre, un texto de Juan José Millás adaptado para el teatro, que se estrena hoy en el Teatro de Rojas de Toledo. Un monólogo que a través de la palabra, el sentido del humor, la causticidad y el surrealismo incisivo de Millás invita a reflexionar sobre lo subjetivo, la realidad de la crisis, el lenguaje impuesto por los bancos y los gobiernos, el ‘qué hay mañana’ y el sentido de la vida en general.
Durante dos años y medio, sin prisas y más como un experimento humanista que como un trabajo, Millás y Juan Diego han mantenido reuniones, organizado encuentros y compartido comidas maleando un texto del escritor para darle la personalidad y adecuarlo a la dramaturgia. “Cuando se trabaja en equipo no hay arreglos; hay miradas y una búsqueda continua de ideas y conceptos”, apunta el actor, que cuando se le pregunta sobre su faceta monologuista destaca que la dificultad del espectáculo radica en mantener la relación con el coprotagonista, que es el público. “Yo soy el coprotagonista. Los espectadores intervienen con sus silencios absortos, con sus risas y con sus toses. Mi personaje parece un espontáneo salido del patio de butacas que se hubiese puesto a dar una conferencia”, explica.
La idea de transformar una conferencia en un texto dramático nace nada menos que del humor. “Era un discurso que siempre, en España, en México, en Ecuador o en China, tenía un éxito fuera de lo común que a mí me sorprendía mucho porque desde el primer minuto la gente se reía”, relata Millás sobre el escrito que le condujo a plantearse si ahí estaría el germen de una pieza teatral. Y lo llevó a cabo cuando asoció el contenido del texto a la imagen de Diego: ¿Por qué Juan Diego? “Siempre he pensado que el otro lado del terror es la risa, y aunque él apenas ha hecho comedia a lo largo de su carrera, tiene una vis cómica que da miedo. Juan es un hombre que cuando se queda mirando al público se corta la respiración”.
Lo que más impresiona a Millás de todo este proceso es precisamente el resultado de su escrito puesto en boca de Diego, “que ha conseguido hacerlo suyo”, asegura. Recuerda Millás que cuando asistió a los ensayos generales se olvidó, a los diez minutos de actuación, que Juan Diego estaba representando su texto: “Juan ha creado un personaje que pone los pelos de punta, porque tiene una lucidez asombrosa y porque tiene una ingenuidad terrorífica. Va de un lado a otro con la facilidad del patinador, asocia cosas en principio inasociables, y en el escenario se convierte en un espectáculo como el fuego en una chimenea. No te deja apartar la mirada”.
La lengua madre propone una forma distinta de ver teatro, oír literatura y casi olfatear el género del ensayo disfrutando, desde la butaca, de la magistral actuación de Juan Diego y la afilada pluma de Juan José Millás.
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