ALTSASU

 


TEATRO | 95min | EUSKADI

dirección y dramaturgia MARÍA GOIRICELAYA

intérpretes NAGORE GONZÁLEZ, EGOITZ SÁNCHEZ, AITOR BOROBIA y ANE PIKAZA

producción LA DRAMÁTICA ERRANTE

FIRA TÀRREGA 2023


Alta expectación por ver este montaje, que una vez más hizo sold out en el Festival Grec de Barcelona y que gracias a Fira Tàrrega hemos tenido una segunda oportunidad de disfrutarlo.


Todos conocemos la historia de los jóvenes de Altsasu, aquella pelea de bar entre ellos y dos guardias civiles fuera de servicio. Las familias hoy en día aún siguen luchando por su puesta en libertad y van 7 años. Una pelea de bar que se convirtió en terrorismo, sólo por el hecho de que los jóvenes eran vascos y no sevillanos o gallegos.


El montaje cuenta la historia de ambos lados, la de los jóvenes encarcelados y también la de los dos guardias civiles. Dos versiones dispares como acostumbra a pasar, pero lo que pone de manifiesto en diversas ocasiones la pieza son los desajustes entre lo que se declaró y lo que luego reflejaron los guardias civiles, compañeros de las supuestas víctimas, en sus atestados.


Altsasu opta por la narratividad en escenas a ritmo frenético, donde los cuatro intérpretes se desdoblan en dos y tres personajes para abarcar a todas las víctimas del caso, a los abogados e incluso al juez. Es un lujo poder discernir perfectamente y ver las diferencias, las singularidades y los tonos de cada uno de los personajes y eso sólo se consigue con 4 actores polifacéticos, aunque hasta hoy fueran unos completos desconocidos: Nagore González, Egoitz Sánchez, Aitor Borobia y Ane Pikaza, pero que hicieron levantar a toda la platea del Teatre Ateneu de Tàrrega.


Es uno de esos montajes que si parpadeas te pierdes algo. Aún así, y fuera de los cambios de vestuario, a los que obligan los personajes, la escenografía es muy sencilla pero efectiva. Son, en este caso, las palabras las que traspasan el escenario y van directamente a la consciencia de cada uno, y en más de una ocasión al corazón.


Emoción a raudales en la platea, que de represión estatal también nos suena de algo en Catalunya y sobre todo cuando uno de los bandos no respeta las reglas del juego y pervierte la mal llamada justicia por honrar siglas o un sombrero.


Altsasu tiene una fama merecida porque cumple con creces las expectativas depositadas. Eso sí, a la salida con tantas emociones y rabia acumulada te pondrías a quemarlo todo, porque una vez más queda claro que todo está podrido.



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