Alguien miente a propósito de la foto retirada en Extremadura. Y en esta entrevista la actriz Blanca Portillo asegura que ella no es. Por vez primera, tras el anuncio de su dimisión, ha hablado con claridad del asunto aprovechando un ensayo de la obra Antígona (que se estrenará en Mérida el 11 de agosto) junto a Chusa Martín, codirectora del Festival de Teatro Clásico de Mérida. Ambas difundieron ayer una nota en la que acusan al Gobierno extremeño y al Ayuntamiento de Mérida, en manos del PP desde las pasadas elecciones de mayo, de haberlas presionado para retirar una foto del actor Asier Etxeandia, desnudo y con una imagen religiosa sobre los genitales, de la exposición Camerinos, de Sergio Parra, organizada por el Festival. Algo que la consejera de Cultura, Trinidad Nogales, ha negado. "Tanto desde el Ayuntamiento como desde la Consejería de Cultura y Educación se realizaron numerosas peticiones para que la fotografía fuera retirada de la exposición, si bien estas peticiones siempre se hicieron a través de terceros, excepto la realizada por la propia consejera de Cultura, a través de llamada telefónica a Blanca Portillo", afirmaron en la nota. Poco después charlaron con este periódico.
Cuando interpreta al viejo, sabio y adivino Tiresias, el personaje de Sófocles que habla del mal uso del poder, ¿se acuerda de lo que le está pasando?
Respuesta. El texto de Tiresias es uno de los grandes de la historia, habla de lo que pasa en el día a día, de hoy, de la falta de respeto a ciertas cosas, del mal uso del poder, de los riesgos que se corren por hablar de más, de que hay que aprender a tener la lengua más callada...
¿Y esos temas están relacionados con lo que les está pasando?
No quiero hablar de otros, si acaso de mí, tengo la impresión de que en lo que hemos querido contar con este festival, en torno al universo femenino, sí somos un poco Tiresias: hemos pensado mucho las cosas antes de hacerlas, hemos intentado no herir, hemos respetado la llamada de la tierra, hemos tratado de ser respetuosos con los demás, hemos defendido la ley de la naturaleza, como es querer enterrar a un hermano, que no es una agresión hacia nadie, es un derecho. Este texto condensa este camino que nosotras hemos tenido en el festival.
¿Desde cuándo tuvieron presiones para retirar la foto de la exposición?
Desde el cambio de gobierno empezamos a recibir avisos. A los dos días de la inauguración de la muestra.
¿Aún defiende el gesto de retirar la foto, a pesar del sufrimiento que pudo implicar?
R. Me sigo sintiendo parte del festival y como directora eso es lo que he hecho; pero a nivel íntimo y privado tengo mucho que decir, como por ejemplo que no la hubiera quitado, pero hay más cosas que ya diré cuando deje definitivamente el cargo. Hemos pasado momentos muy difíciles y dolorosos porque hay cosas que no he entendido, y cuando no entiendo las cosas lo paso fatal. Puedo dialogar, pero si no tengo explicación para las cosas sufro muchísimo.
¿Ha aprendido algo nuevo de lo que les ha pasado?
Sí, muchísimas cosas. Curiosamente muchas de ellas también están en la función de Sófocles que vamos a estrenar. Uno tienen que intentar escuchar a su corazón para intentar dormir bien por la noches, y yo sigo durmiendo muy bien. Solamente la verdad, la honestidad, nos salva del delirio. Ahora sé más que nunca porque me he sentido bien cuando me he mirado al espejo. Porque no miento, y no he mentido y no lo voy a hacer nunca, porque es un precio altísimo el que se paga.
El texto también dice que es común en los seres humanos equivocarse.
Pero hay que saber rectificar, no mostrarse inflexible y desprenderse del orgullo. El orgullo, la soberbia, la prepotencia, la vanidad no me suelen empujar, me empuja el corazón y contra ese es muy difícil luchar... por eso me gusta esta Antígona pequeña, diminuta [dice de la actriz Marta Etura], es una cría que destruye y dinamita el sistema simplemente diciendo 'éste es mi corazón y a él obedeceré'. Esa es la mayor lección que puedo extraer de todo este viaje que ha supuesto el Festival de Mérida. Hay que ser fiel a uno mismo porque si no estás perdido.
¿Tiene miedo por la gente que está trabajando en el festival y por las consecuencias de lo que ha pasado?
Tengo el miedo que da el sentido de la responsabilidad, que en mi caso es algo rayano en lo enfermizo. Me siento absolutamente responsable de todas y cada una de las personas y por eso estamos ahí, y por eso voy a estar hasta el último día con todas mis fuerzas. Además está el deseo de compensar la generosidad con la que han venido y han trabajado todos, y hacer todo cuanto esté en mi mano para que nos vayamos todos con la cabeza bien alta y con mucho orgullo.
¿De lo contario se hubieran ido esta misma semana?
R. La gente sabe, y a quien no lo sepa se le explicará. La vida es muy justa y tanto ella como el tiempo coloca las cosas en su sitio. No tengo la impresión de haber hecho el festival más maravilloso, yo no echo carreras, no compito, que ese es otro de los grandes problemas, ninguna de nosotras ha competido con nada, ni con nadie, a ver quién es el más listo, ni el más brillante, ni el más poderoso, ni el más idiota... Hemos hecho las cosas con amor creyendo en lo que hacíamos y contando con seres humanos que comulgan con lo mismo.
¿Qué desean para el Festival de Mérida, ahora que ya saben que se van a ir?
R. Deseamos lo mejor para el festival. Y lo mejor es evitar que esté estructurado como está hasta ahora, porque es obvio que no funciona, y no sé quién puede tener intereses en que no funcione, porque es una joya y habría que cuidarlo, protegerlo, levantarlo, mimarlo y no abandonarlo. Si el sistema no funciona...¡troncos, hagan algo! Y se puede, hay referencias, nosotras hemos estudiado mucho y en profundidad los sistemas de muchos festivales que funcionan.
Ha llegado con una cara un tanto desencajada al ensayo, han pasado cuatro horas y parece usted otra persona, transmite paz y alegría.
El teatro me salva. Me limpia. Lo diré toda la vida, es otro aprendizaje. Soy consciente de que tengo una maravillosa tribuna en la que llevo treinta años, diciendo y haciendo las cosas en las que creo. Eso me salva, es mi espacio natural para ser ciudadana, actriz, persona, mujer... Yo seguiré trabajando por la cultura, que es mi devoción, pero lo que me salva es esto, ver a los compañeros, a un creador como García Lozano que es un regalo, con un clima de trabajo donde solamente hay creatividad, no hay juicios, ni prejuicios, donde todos están dando lo más grande que tienen. Antígona se ha hecho realidad y estará en el Teatro Romano. Se podrá ver. Independientemente de si a unos les gusta o les incomoda, les parece feo, inútil, da lo mismo... Creo en esto y encima me puedo permitir el lujo de subirme ahí, donde está la ventaja de poder verter todo, emociones, reflexiones, preocupaciones, risas, llantos, dolores..., todo y en cinco minutos me deja limpia.
¿Ser dos personas al frente de la dirección del festival ha facilitado en algo las cosas?
Doy gracias a los dioses de que hayamos sido dos personas, porque nos hemos sostenido una a la otra. Cuando no tienes por donde salir es angustioso, hay mucho desasosiego, junto a mucha ilusión; son muchos flecos, muchos frentes abiertos, mucha inquietud... Cuatro ojos ven mejor que dos y las mujeres no tenemos problemas con eso. Y si alguien se empecina en algo y no hay nadie al lado para decírtelo, no es bueno.
¿Recomendaría a los políticos que acaban de llegar a la Junta de Extremadura y al Ayuntamiento que fueran más al teatro?
Evidentemente. A ver teatro de verdad. Y en ese Teatro Romano se puede ver, porque tienen un espacio que no admite tonterías, sólo la verdad. De ahí que nos reafirmamos en esa especie de riesgo que era programar tres antígonas en una misma edición. Una situada en la Guerra Civil, otra en el siglo XXI y la próxima en la época de Sófocles.
¿El primer desencuentro con las nuevas administraciones fue tras el estreno de Antígona de Mérida, en donde se situaba la acción en 1936 en torno a los asesinatos que hubo con la entrada de las tropas nacionales en la ciudad pacense?
Nunca nos dijeron nada. Pero he dicho muchas veces que soy observatriz, más que actriz. Y leo comportamientos, reacciones, me llega cuál y cómo es la energía de las personas. Y me parece bien, de la misma forma que a mí me fascina, otros tienen derecho a lo contrario, todos tenemos derecho a tener una opinión, Pero una cosa es la visión subjetiva y otra muy distinta el juicio de valor. Cuando alguien viene y dice 'esto es malo'; ¿perdón?, 'dirá usted que no le gusta, ¿pero malo?. No se puede uno quedar en las anécdotas, porque entonces uno se delata y el teatro es mucho más que la anécdota. Por eso hay tres antígonas. Antígona de Mérida estaba lleno de poesía, para hacernos reflexionar, y para recordarnos que la tragedia no es un género literario, está aquí al lado todos los días de nuestra vida...., hace 2 años, 75 años, 2000 y también mañana... Eso es lo que nosotras hemos querido hacer, disponer al espectador para hacer una lectura inteligente del teatro. Entiendo que se puedan sentir molestos, ¿pero negar la realidad? Lo que ha pasado, ha pasado.
¿Qué sentimiento les ha provocado la polémica de la foto de Sergio Parra?
Estamos construyendo un mundo terriblemente radicalizado y a una gran velocidad, algo que tiene que ver con una defensa enfermiza de lo que es natural. Nos estamos volviendo un poco locos. Si yo tengo ánimo de agredir, entendería que el que está enfrente se defienda, pero el arte nunca es una agresión, es una forma de mirar la vida, nada más. A mí me agrede mucho más ver como una madre pega dos tortas a un niño, eso es real. El arte convierte la realidad en algo superior que va más allá de la anécdota.
Fuente: Rosana Torres (www.elpais.com)
UN TRANVÍA LLAMADO DESEO
Blanca Portillo abandonará la dirección del Festival de Teatro Clásico de Mérida, después de un sólo curso al frente. Su dimisión trasciende después de la jornada de calvario que Portillo vivió ayer tras anunciar que el Festival retiraría el cartel de una exposición de fotografías (organizado por el Festival) que mostraba a un Cristo desnudo cuyos genitales aparecían cubiertos por un crucifijo.
Sin embargo, la salida de Portillo no responde a la polémica ni a la presión que ha recibido para deshacerse de la fotografía, sino a su desencuentro con el nuevo Gobierno de la Junta de Extremadura.
Hay que recordar que el 'fichaje' de Blanca Portillo se cocinó meses antes de la última campaña electoral y que fue una decisión del anterior ejecutivo, que presidía el socialista Fernández Vara. Tras la llegada del 'popular' José Antonio Monago al cargo, la actriz se ha sentido incómoda, poco respaldada. Más aún si se considera que también ha cambiado a azul el 'color' del Ayuntamiento de Mérida.
Ya cuando se presentó esta edición del Festival, políticos, empresarios y profesionales dieron por hecho que ésta sería la única edición de la 'era Portillo' en Mérida. "Cuando acabé el festival tomaré una decisión", dijo la directora días antes del inicio del certamen, alimentando las dudas sobre su continuidad. El diario EL MUNDO anunció en esas vísperas del festival que "la continuidad de Portillo está prácticamente descartada".
Hay una razón más para el abandono: Portillo, que fue nombrada el pasado mes de noviembre, ha dispuesto de menos medios de los que esperaba. En la presentación del festival, la actriz hizo hincapié en "lo tremendamente precipitado" y el "poco tiempo" que habían tenido ella y Chusa Martín, la directora adjunta del Festival, para poder programar y diseñar la edición.
Por eso, Portillo confeso que quería "clarificar una serie de puntos" antes de tomar una decisión al respecto de su continuidad. "Hay que sentarse a hacer un concepto del Festival de Mérida pero también es una cuestión anímica personal porque hacer todo es muy duro y a mi lo que me gusta es actuar, si no enfermo", ha confesado.
La respuesta
Por su parte, y según fuentes de la Junta de Extremadura consultadas por ELMUNDO.es esta misma mañana, el nuevo Gobierno regional del PP había decidido no renovar el contrato de Portillo al término de esta edición, teniendo en cuenta, además, que el Festival de Mérida tampoco ha conseguido remontar el vuelo este verano con el diseño de una programación escasa e irregular y en la que sólo ha destacado la obra 'Antígona del Siglo XXI', que ni siquiera ha sido representada en el Teatro Romano sino en la Alcazaba Árabe. De ahí que desde el nuevo Gobierno se insista en que la salida de Portillo, ya previsible desde el cambio político en la región, será puramente por motivos profesionales y no ideológicos. En voz baja, las fuentes del Gobierno reconocen que la decisión de Portiillo supondrá un "alivio" para el nuevo ejecutivo que preside José Antonio Monago.
En cuanto a la polémica retirada de la fotografía de Sergio Parra, fuentes de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura aseguran que la decisión de censurarla fue tomada exclusivamente por la dirección del Festival y "aunque se era conscientes de la polémica que estaba generando, en ningún momento se ha presionado a Blanca Portillopara que tomara la decisión que finalmente ejecutó porque era una responsabilidad exclusivamente suya".
Fuente: David Vigario (www.elmundo.es)
Antígona es la gran protagonista de la edición actual del Festival de Teatro Clásico de Mérida, especializado en textos grecolatinos y sus derivaciones, desde que lo inaugurara Margarita Xirgu en 1933. Se ha visto ya la Antígona de Mérida recreada por el dramaturgo extremeño Miguel Murillo, que abrió la muestra el pasado día 8. Se verá la que ha versionado el también autor teatral José Ramón Fernández a partir del 11 de agosto. Y se está viendo, hasta el domingo 31 de julio, Antígona del siglo XXI, una inteligente y brillante propuesta de Isidro Timón y el director Emilio de Valle que está dejando fascinado al público y a la crítica, no sólo por su acertado y preciso trabajo, sino también por la interpretación de un puñado de grandes actores puestos todos al servicio de esta tragedia que creara Sófocles (496- 406 a.C.).
Entre los actores está la joven y creíble Anna Allen como Antígona, el siempre soberbio Chete Lera, como Creonte y otras importantes aportaciones de Carolina Solas, Chema de Miguel, Jorge Muñoz, Carlos javier Pérez Arroyo, Montse Muñoz nacho Vera, entre otros. A todos ellos quizás habría que sumar el acierto de haber recuperado el bello espacio de la Alcazaba para recibir espectáculos de importante formato, como este, y no sólo el grupo de atractivos monólogos en los que están participando profesionales como Félix Gómez, Miguel de Arco, Carmen Machi y otros muchos.
Viendo el montaje de Del Valle se entiende perfectamente que Antígona haya pasado a la historia, como una de las obras del periodo grecolatino más bellas e impresionantes. El Festival de Mérida no recibió a esta heroína en el Teatro Romano hasta 1971. La última es la de este director prestigiado en los circuitos del teatro alternativo madrileño, donde con su grupo Producciones Inconstantes, realiza una gran y realmente constante labor escénica que transita tanto por autores clásicos como contemporáneos.
Obra aporta verdad y sencillez
Del Valle asegura que en su Antígona no es un objetivo aportar novedad, sino verdad y sencillez: "Nos hemos centrado en contar la historia del enfrentamiento entre una cría y un adulto, dos cabezotas sin duda, pero en una relación de desigualdad clara. Y lo hemos hecho desde el actor-actriz y el texto, dos argumentos tan antiguos como el teatro". El director de teatro que ha huido muy conscientemente de todo tipo de espectacularidad.
Ha respetado mucho a Sófocles, ha tomado de Anouilh el personaje de la nodriza y ha reescrito el personaje de Tiresias: "Hoy, los adivinos no son creíbles, pensemos en Rappel, etc. Vimos que lo más parecido a un Tiresias, desde la contemporaneidad, es un tipo capaz de hacer lecturas del presente y del futuro inmediato desde el conocimiento y la experiencia, y, así, surge la idea del reportero gráfico, alguien que ha visto mucho y, en función de ello, es capaz de anticipar lo que va a ocurrir. No es magia, sino experiencia, no es un don divino, sino conocimiento".
Del Valle tienen claro que es un montaje para la gente joven porque las estrategias de puesta en escena, así como la versión de la obra, beben de los lenguajes actuales: "Contamos la historia despojada de la retórica de Sófocles, tan alejada de nuestra época, y hacemos teatro, no ejercicios de filología. Antígona, hoy, estaría manifestándose en la Puerta del Sol". Al mismo tiempo analiza el por qué de esa absoluta vigencia del texto de Sófocles: "El conflicto entre el poder político, siempre desmedido, y el ciudadano, la familia y las leyes ancestrales, es inherente al modelo civilizatorio occidental (también otros). Pero, además, Sófocles plantea el conflicto entre Creonte y Antígona, un hombre y una mujer, un conflicto de género, y nos habla del dinero como principio de la corrupción, y de la necesidad de enterrar a tus muertos, de no usar a los muertos como castigo de los vivos, nos habla del hombre como centro de la creación que, a pesar de ser extraordinario, no ha podido vencer a la muerte, nos habla de la ambivalencia del amor, y... Sófocles, Shakespeare, Calderón son genios".
Pincelas del siglo XXI
Lo curioso es que la actualización de esta Antígona, a la que para dejar las cosas claras se ha añadido "del siglo XXI", son unas pinceladas apenas reseñadas y una parte del vestuario. Pero el director aclara la sutileza: "Hay dos razones de peso. En primer lugar, Sófocles ya es de suyo suficientemente actual, y por tanto, unas pinceladas bastan para reubicar el contexto histórico. Y, en segundo lugar, unas pinceladas son asumibles desde la verdad del trabajo del actor. Más allá de unas pinceladas estaríamos pidiendo al actor que dijera un panfleto y que fuera orgánico, lo cual, además de una putada, es sencillamente, imposible. Si hubiéramos incidido en la extensión de los argumentos nos habrían imputado, y no sin razón, excesos verbales, literatura y panfleto".
En cualquier caso Emilio del Valle tiene claro que todo esto de la universalidad de los textos clásicos sonaría menos casual, más cercano, si pensáramos en el conflicto socio-político creado a raíz de la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, lo que para algunos no es más que una historia de Antígonas contemporáneas : "Lo que es bueno para unos, los que no consiguieron enterrar los restos de sus muertos, es malo para otros que, habiendo enterrado a los suyos, teniéndoles presentes hasta en el callejero de sus ciudades y pueblos, en los muros de sus iglesias, entienden que buscar y desenterrar a los desaparecidos es algo así como reabrir heridas. Es probable que teman que los muertos hablen. Como Creonte".
Un Creonte que es aclamado después de cada representación en esta versión en la que el personaje es abordado por Chete Lera, uno de los grandes actores secundarios del cine español contemporáneo y uno de los intérpretes más reconocidos del teatro en nuestro país. Asegura que lo que aporta este Creonte, con respecto a otros, ya sean fieles o no a Sófocles, es contemporaneidad: "Nos habla de cómo cuando se accede al poder quien lo consigue siempre cree que lo está haciendo bien, que ordena mejor que nadie, y antes o después lo está haciendo fatal y se está quedando solo; desgraciadamente eso también pasa hoy, y lo digo desde la que fe que siempre he tenido en los políticos, a los que nunca he dejado de votar", comenta el actor, quien reconoce que en este montaje se está hablando de la memoria histórica: "Es incomprensible que la gente se enfade porque haya quien quiera tener enterrados a sus muertos y llevarles flores. Yo lo hago aún con mi padre que murió hace años, pero cuando voy a Corcubión sigo visitando su tumba, y allí estoy con él, ¿por qué tanto miedo a eso?; hay que mirar hacia delante, pero no se puede dejar atrás lo que llevamos en la mochila, no podemos olvidar quienes fuimos", concluye Lera quien se convierte en un momento en interrogador de quien le pregunta y dice: "¿O acaso usted no se acuerda de lo guapo que yo era?".
Fuente: Rosana Torres (www.elpais.com)
"Antígona hoy estaría en el 15-M"
Aquest migdia, el tinent d’alcalde de Cultura, Jaume Ciurana, anunciat el nom del nou director del Grec. El director i escenògraf Ramon Simó (Tarragona, 1961) ha estat l'escollit per substituir, durant els propers quatre anys prorrogable a cinc, Ricardo Szwarcer al capdavant del festival d'estiu de Barcelona.
Llicenciat en Filosofia i Ciències de l' Educació per la Universitat de Barcelona, Simó ha desenvolupat una intensa carrera com a director teatral. És professor de l'Institut del Teatre. Va dirigir la Fira de Tàrrega entre el 1996 i el 1998. Ha format part, a més, del Consell Asessor del Teatre Nacional de Catalunya com a cap del Comitè de Lectura entre el 1999 i el 2006. És escenògraf i director de muntatges recents i d'èxit com Copenhaguen.
D'entre els seus reptes, "aproximar el festival a la ciutat de Barcelona, que se'l senti més seu; mantenir l'aposta per la dansa, millorar la programació musical, que tingui present el circ, i que es plantegi fer-hi entrar laltres disciplines com les arts plàstiques i la literatura".
Simó ha dit que començarà per parlar amb l'equip del Grec i gent del sector teatral per plantejar-se un primer dilema, què és més convenient "la dispersió o la concentració d'espais". Valorar el fet que el Grec "és l'únic festival d'Europa que no té hub, on se centren les relacions del festival" i potenciar la seva vessant pedagògica. L'objectiu és fer el festival "més participatiu", cosa que obre les portes a un major número d'activitats a cel obert i gratuïtes, potser a alguna activitat "que es repeteixi cada any", ha avançat.
Simó també ha assegurat que no deixarà la faceta creativa de director i, de fet, inaugurarà el proper Festival Temporada Alta.
Font: www.ara.cat
Ramon Simó, nou director del Festival Grec
Ens vam trobar al Teatre Grec, només dues hores i mitja abans de l'estrena del muntatge La caída de los dioses , dirigida per Tomaz Pandur i basada en la pel·lícula de Visconti. "Estic una miqueta nerviosa", confessa, amb la seva veu amable i tendra, gairebé maternal. "I m'encanta el lloc: com més t'agrada un lloc, més nerviosa estàs".
Abans només havies fet Closer al teatre, i ja fa 4 anys. Per què tan poc teatre?
Perquè tinc filles! Sé que sona fatal dir-ho, però és així. Amb Closer vam estar sis mesos a Madrid i sis mesos de gira i el teatre coincideix amb els horaris de les nenes. Entre setmana havia de sortir de casa a les sis, com a molt tard, i elles surten de classe a les cinc. Ho portava fatal, i estant separada encara és més difícil.
Sempre has tingut molt en compte les teves filles.
Sí, però hi ha vegades que has de mirar-te la teva vida des de fora i pensar en tu. Una pel·lícula, per exemple, que són dos mesos de rodatge: penses que dos mesos en les seves vides tampoc no són tan importants. Però sempre ho consulto amb elles i ho parlem, i intento passar el màxim temps possible amb elles .
I les teves filles com ho porten això de veure la mama plorant tan sovint per la pantalla?
Ho tenen molt clar. Em diuen que ja va sent hora que faci una comèdia, que les tinc molt tristes! Amb el teatre és diferent, et veuen patint en persona. És curiós.
I ara per què has acceptat fer La caída de los dioses ?
Alguna altra vegada m'han ofert coses que m'agradaven però estava fent altres projectes. I mentre pugui, que no sempre serà així perquè ja sabem que la meva professió té alts i baixos, m'agrada fer una sola cosa. Feia anys que tenia moltes ganes de treballar amb el Tomaz Pandur i quan em va trucar per proposar-m'ho jo estava a punt de començar el rodatge d'una sèrie i li vaig haver de dir que no! Gairebé m'agafa un atac de cor. Però la sèrie va caure i aquí em teniu.
Una obra amb un tema potent: l'ascens del nazisme.
Sí. És la història d'una família i alhora és la història del que va passar en la història en aquell moment i s'hi poden fer molts paral·lelismes. M'agrada perquè és una funció molt coral i hem creat un ambient fantàstic amb la companyia, que no té res a veure amb el que veurà la gent. A l'obra, el que queda viu és perquè és molt llest o és molt dolent!
T'has preparat molt per fer l'obra. Cal conèixer la història per interpretar el teu paper?
Tinc una feina meravellosa, perquè t'obliga a ficar-te en diferents mons, no només a nivell històric, sinó també a nivell personal. És molt important ficar-s'hi: en aquest cas concret, no és el mateix veure el moment històric des del present que des del moment en què van passar les coses, perquè nosaltres sabem què va passar. I ells no. I això fa que els personatges ho facin tot amb una gran intensitat i ingenuïtat, i no s'imaginen el que arribarà. Per a mi és una oportunitat per enriquir-me, perquè si no ho fas així tendeixes a jutjar els teus personatges i és impossible posar-te en la seva pell.
On va quedar l'arquitectura?
Va quedar on va quedar. Sembla que ja no sigui jo! És una carrera amb una part molt artística i una de molt tècnica, i jo patia molt amb la tècnica.
També vas fer de model.
Això m'agrada puntualitzar-ho. Va ser, simplement, una manera d'aconseguir diners per poder viure mentre estudiava arquitectura.
Però gràcies a la feina de model vas ser presentadora. I el pas de presentadora a actriu es va produir de manera molt natural.
Sí, va ser natural, però també ho vaig buscar. Als 17 anys havia fet un curs amb un professor de l'Escola d'Art Dramàtic de Madrid, amb qui vaig estar un any, però la meva pròpia personalitat no em deixava créixer en això, pensava que no era una cosa per a mi, tenia por, era tímida... Però al cap d'uns anys vaig seguir rebent classes d'interpretació. I quan em va arribar l'oportunitat va ser a poc a poc i vaig aprendre molt. A la televisió s'aprèn molt, especialment en sèries tan treballades com Periodistas.
I després va arribar Mar adentro .
Mar adentro va ser un moment d'inflexió molt important a la meva vida professional. Hi ha moments en què sembla que les altres persones confien més en tu que tu mateixa i Alejandro Amenábar va apostar per mi, cegament.
Font: Adam Martí (www.ara.cat)
El ancestral arte de relatar historias de héroes y dioses por medio de sombras reflejadas en una tela se extingue en Camboya debido al desinterés por una tradición que durante los últimos años el turismo ha mantenido a flote.
Formado por grandes figuras en cuero que bailan al son que marcan los titiriteros, el teatro camboyano de las sombras nació como un rito real, aunque pronto se convirtió en una tradición popular que servía para homenajear a los dioses y comunicarse con ellos.
Según la leyenda, este tipo de marionetas surgió en tiempos del imperio de Angkor, entre los siglos IX y XV, cuando un sirviente del emperador puso una alfombra agujereada delante de una luz mientras la limpiaba. Fascinado por las sombras que producía, el sirviente dibujó las figuras del Reamker, un cuento sobre un príncipe camboyano inspirado en el libro hindú Ramayana, cuyas aventuras continúan siendo escenificadas por el teatro tradicional camboyano.
Poco a poco se fueron añadiendo nuevos relatos, y se creó una variante de marionetas más pequeñas, cuyos protagonistas son principalmente animales. Los bailarines, que imitan pasos de la danza clásica camboyana, se convierten en una figura más del teatro, mimetizados con unas siluetas de cuero en un principio estáticas a las que aportan movimiento.
Al igual que el resto de tradiciones culturales, el teatro de sombras casidesapareció durante la época de los Jemeres Rojos (1975-1979) a causa de la persecución que aquel régimen comunista ejerció sobre todo tipo de arte escénico y de sus artistas, que fueron aniquilados.
Durante los últimos años, dos teatros de la ciudad de Siem Reap, cercana a los templos de Angkor, y oro de la capital, Phnom Penh, han hechoesfuerzos para que esta tradición perdure enfocando sus funciones al turismo.
Pero la afluencia de visitantes menguó, sin embargo, a partir de 2008, año en que se reanudaron los enfrentamientos armados con la vecina Tailandia por el templo fronterizo de Preah Vihear y se notó la repercusión de la crisis financiera internacional. Aunque el turismo parece recuperarse lentamente, los datos del Ministerio de Turismo camboyano muestran que los visitantes gastan cada vez menos en su viaje y acortan su estancia en el país.
"Los últimos años han sido terribles. Este año parece que va un poco mejor, pero aún no es suficiente para mantenernos", asegura Man Kosal, director del Sovanna Phum, el único teatro de sombras de la capital camboyana.
La crisis ha provocado además un recorte de la ayuda que recibían de las organizaciones internacionales, lo que les ha obligado a suspender las giras que realizaban por pueblos del interior de Camboya para fomentar el arte. "Los camboyanos no pueden pagar el precio de la entrada, así que para ellos el espectáculo lo hacemos gratis", asegura Sovanna, también bailarín y artista.
La belleza y el valor de cada una de las marionetas también dificulta la expansión del teatro de las sombras, ya que la elaboración de cada una de las más de 70 figuras que participan en cada representación requiere hasta dos años de trabajo y pueden llegar a costar hasta 20.000 dólares(unos 14.000 euros), una cantidad muy considerable en la empobrecida Camboya.
"Tardo hasta un mes en hacer simplemente el dibujo, según el tamaño, sin contar el secado y el tratamiento de la piel previos", asegura Khim Meak, un artista que desde hace nueve años transforma el cuero en las más increíbles figuras.
El Apsara, la danza real camboyana, también ha eclipsado al resto de disciplinas artísticas, por lo que a menudo el teatro se mezcla con el baile tradicional para atraer a más visitantes. "La gente prefiere la danza porque hay vestidos bonitos y máscaras. No sé qué futuro le espera al teatro de las sombras porque la gente casi no lo conoce", asegura Men Siphaneth, un joven de 23 años que da vida a las figuras con sus gráciles movimientos.
Para adaptarse a los nuevos tiempos, los espectáculos de Sovanna Phum introducen temáticas más actuales y recursos visuales, como bailes contemporáneos que se insertan en medio de las representaciones.
"Nuestra supervivencia depende de la capacidad que tengamos de contar a los camboyanos de hoy cosas que aún les interesen", concluye el director del teatro.
Fuente: Laura Villadiego (Efe a través de www.elmundo.es)
"A Shakespeare no se le conoce nunca. Una vida no es suficiente para estudiar su obra y su mundo". Lo dice Helena Pimenta, una especialista en el dramaturgo inglés, que acaba de montar su más arriesgado e innovador trabajo, Macbeth. La producción, que llega con el sello de su grupo, el Teatro URque está recorriendo España y los festivales de teatro clásico durante este verano, y se estrenará en el Teatro Canal de Madrid a finales de noviembre.
Este nuevo Macbeth es espectacular y sorprendente. El espectador queda apabullado ante los 40 cantantes (parecen más por efectos visuales) del 'Coro Voces Graves' de Madrid que inician la obra, y vuelven en momentos claves, y los 20 personajes infatigables, además de dos caballos. Lo curioso es que todo este material humano y animal no está de cuerpo presente, sino en unos vídeos que se proyectan en mitad del escenario con una técnica especial (como holografías) que da la sensación de relieve y de realidad, una técnica empleada en arquitectura para mostrar construcciones inexistentes.
Sobre la escena únicamente se mueven siete actores que, a excepción de Macbeth, Lady Macbeth y Malcolm, se multiplican en otros tantos papeles. En ocasiones, la complicidad es tal entre los actores de carne y hueso y los filmados, que hay escenas en las que dialogan los unos con los otros. "Ha sido una experiencia hermosa y muy dura en busca de un lenguaje nuevo. Hemos tardado un año en ultimar la obra y trabajado con mucho cuidado. El vídeo puede ser peligroso y había que buscar el equilibro entre técnica y emoción, sin perder el aliento y la conexión con el público", dice Helena Pimenta, que estrenó la obra a finales de junio en Sevilla y está actualmente en rodaje. Acaba de pasar por Santander(dentro de las actividades culturales de la Universidad Menéndez Pelayo), por Olmedo y este fin de semana se representará, con coros en vivo, en el Festival de Teatro Clásico de Olite.
"A pesar de la fuerza de Lady Macbeth, este drama es una obra de hombres, una obra compleja en la que yo he tratado separar el mundo real del mundo ficticio, el mundo de los sueños y los temores. Todo lo que está en la cabeza de Macbeth, y que Shakespeare personifica, es el mundo que se refleja en el vídeo", dice Helena Pimenta, que señala que José Tomé, el actor que encarna al personaje principal, ha sido el encargado de dirigir la producción visual.
Macbeth, en cierto modo, se puede definir como la suma de una película y una representación teatral, que a veces se intercomunican, y donde se añade un coro de voces (que interpreta pasajes de la ópera Macbeth de Verdi), que actúa a la manera de los coros del teatro griego.
Helena Pimenta, que en septiembre se hará cargo del Centro Nacional de Teatro Clásico, es una de las directoras más premiadas de España. Proviene, sin embargo, de la filología francesa e inglesa, y fue profesora en un instituto de Rentería. Allí tuvo su primer contacto activo con William Shakespeare, al realizar un pastiche llamado Xespir, un compendio de las obras del dramaturgo inglés destinado a sus alumnos.
Después de esta experiencia, y una vez que dejó la docencia, se dedicó de llenó al teatro, donde ha montado una decena de obras suyas, tanto dramas como comedias. Incluso realizó, en 2006, una versión de Macbeth para un grupo gallego que no tiene nada que ver con el que presenta ahora. "Si no existiera Shakespeare, habría que inventarlo. Tiene un conocimiento muy profundo de la persona; es capaz de entrar, como nadie, en los recovecos del alma humana y emplea un lenguaje muy novedoso para su época, un lenguaje que es realista y poético a mismo tiempo", apunta Pimenta, que se confiesa una enamorada del genio inglés, al que le considera, y así se consideraba en su época, un autor popular.
Pimenta ha montado una decena de obras de Shakespeare, desde Romeo y Julieta a La comedia de los errores, y cada una de ellas ha sido una indagación, y un camino hacia la madurez y hacia El rey Lear, una de las obras mas complejas del autor inglés, a la que, algún día le gustaría enfrentarse. "Con Shakespeare tengo una sensación de eternidad. Algo que no se acaba nunca. Incluso, las mismas obras, con el tiempo cambian. Las voy viendo de otra manera".
Fuente: J.M. Plaza (www.elmundo.es)