COLD BLOOD


un espectáculo de MICHÈLE ANNE DE MEY, JACO VAN DORMAEL y el colectivo KISS & CRY
textos de THOMAS GUNZIG
en creación colectiva con GRÉGORY GROSJEAN, THOMAS GUNZIG, JLIEN LAMBERT, SILVYE OLIVÉ, NICOLAS OLIVER
con la participación de THOMAS BENI, GLADYS BROOKFIELD-HAMPSON, BORIS CEKEVDA, GABRIELLA LACONO, AURÉLIE LEPORCQ, BRUNO OLIVER y STEFANO SERRA
y en gira con MANUELA RASALDI, NORA ALBERDI, GRÉGORY GROSJEAN, HARRY CLEVEN, JULIEN LAMBERT, PIERRE DE WURSTEMBERGE, BORIS CEKEVDA, YANN HOOGSTOEL, IVAN FOX, STEFANO SERRA, THOMAS DOBRUSKÈS y THOMAS COTTOM
duración 1h 15min
fotografía JULIEN LAMBERT
producción ASTRAGALES ASBL
FESTIVAL TNT

Podría comenzar diciendo What a f*cking maravilla! y a partir de ahí un seguido e interminable enunciado de adjetivos para describir todo lo que se me pasaba por la cabeza mientras veía y disfrutaba como una niña con zapatos nuevos, pero mejor intentar explicar lo que mis ojos vieron sin necesidad de recurrir a un diccionario.

No es la primera vez que vemos cine en teatro (este Grec Katie Mitchell nos maravilló con Ombra (Parla Eurídice), que el teatro de objetos se vuelve descomunal y nuestros ojos son los que deciden si ver el making of o ver el metraje ya montado. Una road-movie que signan los miembros del colectivo Kiss&Cry con una puesta en escena espectacularmente milimetrada donde no hay un plano superficial sino que maqueta tras maqueta provoca que el público se quede boquiabierto.



Nunca unas manos dieron tanto juego y dejaron de dibujarse como meras extremidades para acabar siendo formas y figuras hasta ahora impensables. Preciosidad artística pero donde la técnica tiene todo a ganar. Las cámaras que pueblan el escenario y que incluso ponen a prueba el ojo humano.

El espectáculo narra siete posibles maneras de morir. Pero no sólo se pone a prueba la vista, sino también el oído gracias a una narración, en el TNT en catalán, que relata cada una de esas 7 manera de manera totalmente inversemblante, no ya en la forma de narrar sino más bien en el fondo, en la manera en sí. La voz es una pincelada más al surrealismo escénico de las imágenes.

Cold blood es una preciosidad escénica. Todo un trabajo de artesanía que entra por los ojos pero que explota directamente en el corazón. Casi la totalidad de la platea, desde el primer bis, puesta de pie para aplaudir con unas manos similares a las que nos han ofrecido durante la velada. What a f*cking maravilla!

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