CIRCO DE PULGAS
dirección y creación ANA VALLÉS
intérpretes MÒNICA GARCÍA, NÚRIA SOTELO, CELESTE GONZÁLEZ, RICARDO SANTANA, ÒSCAR CODESIDO y ANA VALLÉS
coreografías MÒNICA GARCÍA, NÚRIA SOTELO, CELESTE GONZÁLEZ y RICARDO SANTANA
duración 1h 30min
fotografías RUBEN VILANOVA
producción MATARILET TEATRO
FESTIVAL TNT
El arte de lo grotesco. Un viaje al underground del Nueva York de los años 70, pasado por la pátina de las primeras películas de Pedro Almodóvar. Escenario en forma de U, donde el público se ve cara a cara con los artistas. Atmósfera de un rojo deslumbrante que aumenta la presencia de un estado de ánimo con cierto toque de petardeo.
Los diferentes seres que pueblan este cabaret circense, más de los primero que de lo segundo, todo sea dicho, entran y salen de la pasarela escénica lanzando consignas para sustentar la necesidad de su presencia. Quererse o dejarse querer, la libertad de ser quien eres, los sueños (los tuyos y los de la persona de al lado), cuidado con lo que deseas.
Este conjunto de bichos raros se niegan a abandonar, estas pulgas no quieren bajarse del trapecio, buscarán los motivos más extraños para seguir paseándose por escena. Circo de pulgas es una crítica ácida a los bajos fondos sociales y a su presencia en la esfera pública. A aquellos que nacieron para ser estrellas pero que la sociedad les convirtió en seres estrellados. ¿Rendirse o volver a empolvar sus mejillas y seguir saltando?
Lejos de caer en lo light más común del petardeo común, Circo de pulgas tira de enciclopedia cultural, la representación de un cuadro de Rembrandt (Lección de Anatomía del Doctor Nicolaes Tulp) o de un típico bodegón. Todo perfecto hasta que aparece Celeste González paseando su cuerpo desnudo, simplemente leaving the hat on e intentando incomodar al público sobre su naturaleza. Quizás la parte que por desvirtuada más prescindible. Porque ya que estamos en los 80's, A quién le importa.
De seres "anómalos" está la tierra llena, y aunque el discurso y la crítica que esconde el espectáculo es interesante y más en la época donde el 'tapón generacional' está en boca de todos, a la puesta en escena le sobra texto, hubiera sido más recomendable observar más momentos de cuadro mudo donde se pudiera afirmar sin lugar al error aquello de más hechos y menos palabras.
La mejor parte de la pieza es cuando más canalla se pone, la parte más onírica, de pesadilla es eclecticismo en estado puro, el arte de la sugerencia sin necesidad de pronunciar una sola palabra. Todo este circo para afirmar que no hay nada nuevo bajo el sol y simplemente vuelve a mi cabeza una y otra vez, aquello de ¡malditos 80's!
Los diferentes seres que pueblan este cabaret circense, más de los primero que de lo segundo, todo sea dicho, entran y salen de la pasarela escénica lanzando consignas para sustentar la necesidad de su presencia. Quererse o dejarse querer, la libertad de ser quien eres, los sueños (los tuyos y los de la persona de al lado), cuidado con lo que deseas.
Este conjunto de bichos raros se niegan a abandonar, estas pulgas no quieren bajarse del trapecio, buscarán los motivos más extraños para seguir paseándose por escena. Circo de pulgas es una crítica ácida a los bajos fondos sociales y a su presencia en la esfera pública. A aquellos que nacieron para ser estrellas pero que la sociedad les convirtió en seres estrellados. ¿Rendirse o volver a empolvar sus mejillas y seguir saltando?
Lejos de caer en lo light más común del petardeo común, Circo de pulgas tira de enciclopedia cultural, la representación de un cuadro de Rembrandt (Lección de Anatomía del Doctor Nicolaes Tulp) o de un típico bodegón. Todo perfecto hasta que aparece Celeste González paseando su cuerpo desnudo, simplemente leaving the hat on e intentando incomodar al público sobre su naturaleza. Quizás la parte que por desvirtuada más prescindible. Porque ya que estamos en los 80's, A quién le importa.
De seres "anómalos" está la tierra llena, y aunque el discurso y la crítica que esconde el espectáculo es interesante y más en la época donde el 'tapón generacional' está en boca de todos, a la puesta en escena le sobra texto, hubiera sido más recomendable observar más momentos de cuadro mudo donde se pudiera afirmar sin lugar al error aquello de más hechos y menos palabras.
La mejor parte de la pieza es cuando más canalla se pone, la parte más onírica, de pesadilla es eclecticismo en estado puro, el arte de la sugerencia sin necesidad de pronunciar una sola palabra. Todo este circo para afirmar que no hay nada nuevo bajo el sol y simplemente vuelve a mi cabeza una y otra vez, aquello de ¡malditos 80's!
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