Jordi Galceran: “Intento dar donde más duele”

Fuente: Leyre Pejenaute (elpais.com)

“El que pega primero, pega dos veces”. Jordi Galceran i Ferrer está encantado de haber sido el primero en hacer comedia con un tema tan delicado como el fin de ETA. Pero Burundanga. El final de una banda, es mucho más que eso. Para quién no la vio en el Maravillas, la obra comenzó ayer una nueva andadura en Madrid, esta vez, en el Teatro Lara.
¿A qué atribuye el éxito?
Es un misterio, nunca se sabe. Necesitas un director que entienda la obra, un reparto adecuado, el teatro adecuado... y sobre todo, una buena idea.
¿Basta con eso?
A la gente le gusta aquello con lo que se identifica. El Método Grönholm hablaba de una entrevista de trabajo y Burundanga funciona porque habla de lo que estás dispuesto a perdonar por amor. No es tanto por ETA, aunque eso sea, obviamente, muy llamativo.
¿Cómo surge la idea?
Quería hacer una comedia romántica. Navegando por internet descubrí la droga de la verdad, la burundanga, y pensé que daba mucho juego, como la pócima mágica de El sueño de una noche de verano. Partía de la chica que se queda embarazada y da la droga a su novio para ver si la quiere de verdad. Pero no podía descubrir solo eso. Me volví loco pensando, ¿qué es lo peor que puede descubrir?, y surgió que el novio fuese etarra.
Pero, ¿cómo conseguir que un etarra sea gracioso?
Haciendo que sea el último etarra y además sea un patoso. Se me ocurrió viendo Malditos Bastardos. Pensé, si ellos se cargan a Hitler en el palco de un teatro, yo voy a acabar con ETA. Alegremente.
¿Qué tal fue la acogida en Euskadi?
Estupenda. Yo no quería ofender a nadie, de ningún lado. Y la gente ha entendido el tono y lo ha pasado bien. Creo que en Euskadi agradecieron especialmente poder reírse después de tanto dramatismo.
¿Se plantea llevarla al cine?
Me lo han pedido dos productoras, pero por ahora prefiero que acabe su vida en el teatro.
¿Se quedó contento con la adaptación de El Método?
No. La reescribieron mucho, era una comedia negra y la convirtieron en un drama con discurso anticapitalista. Ahora hemos rodado una nueva versión para el cine en catalán, mucho más fiel a la obra original.
Al contrario que en muchas de sus obras, ¿por qué no se estrenó en Cataluña?
Porque no encontré productor. Me decían que era muy divertida pero que la gente no quería reírse con ETA. Pensé que me la tendría que comer. En cambio, en Madrid fue al contrario. La reacción fue ‘¡por fin alguien se atreve con esto!’.
¿Había trabajado antes con Gabriel Olivares, el director?
No, nunca, pero cuando me dijo concebía la obra como un capítulo de Friends en el que llegan unos terroristas solo pude decir, ‘¡Eso es!’.
¿Tenía los actores en mente?
Que va, eso siempre lo dejo en manos del director. Yo escribo pensando en que mi obra la van a interpretar los mejores actores del mundo, me ayuda a simplificar.
¿Una obra es mejor sin grandes recursos?
Opino que sí, que cuanto más fácil y concentrado, mejor. Si se puede hacer en un acto no lo hago en dos, si se puede hacer en un escenario no lo hago en dos, si puede ser en tiempo real, mejor que con cortes. Para tramas complicadas y lenguajes ostentosos ya está el cine. En teatro hay que volver a lo pequeño, que la potencia sea para el conflicto, para el actor y la palabra. Con eso tienes todo ganado.
¿Se siente cómodo con el cliché de rey de la comedia negra?
Sí, porque siempre intento hacer daño, dar donde más duele.
¿Se puede hacer humor sobre todo?
Sobre casi todo. Pero imagina una comedia negra sobre el maltrato en que la mujer sea una hija de puta que finge que su marido le pega. Por muy buena que sea valdría para una novela o una película, pero en el teatro haces la historia de una mujer y estás hablando de todas las mujeres. Todo es más intenso.
¿También sobre el nacionalismo catalán?
Claro, en Cataluña llevamos tiempo riéndonos de nosotros mismos. Ahora Mas es un personaje muy apto para comedia. Hizo una apuesta y le ha salido mal. Error de cálculo suyo y mío, porque yo pensaba que le saldría bien, pero ninguno vimos que el 11 de septiembre estábamos todos allí, solo que ahora nos manifestábamos.

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