La crueldad de la esperanza, según Puccini y Dallapiccola



Fuente: Daniel Verdú (elpais.com)
Dos óperas unidas por el agotador y cruel sentimiento de mantener viva la esperanza de libertad y consumir la vida en una terrible reclusión. Ambas, con un desenlace trágico tras años de mantener abierta y sangrante esa herida. Il Prigionero, de Luigi Dallapiccola (1904-1975), y Suor Angelica, de Giacomo Puccini (1858-1924) cuentan la historia de una preso y de una monja recluida por su familia al quedarse embarazada. Esta particular unión es una coproducción del Teatro Real y el Liceo de Barcelona que el coliseo madrileño estrenará el 2 de noviembre y cuya dirección escénica recae en Lluís Pasqual (ya dirigió en el coliseo madrileño Don Giovanni en 2005 y Tristán e Isolda en 2008). En el foso, como él dice, el alemán Ingo Metzmacher se encargará de encontrar los lazos subterráneos que ambas obras, musicalmente tan dispares (Dallapiccola era dodecafonista), comparten.
Gerard Mortier, director artístico del Real, ya había subido a escena con Pasqual Il Prigionero en su etapa parisina. Pero entonces (en 2008) la unieron a la Oda a Napoleón, de Schönberg, mucho más parecida en estilo. Esta vez el parentesco se ha basado en el lazo temático que comparten. El director de escena catalán lo resumió así: “Una de las mayores torturas es alimentar la esperanza de algo que no va a ocurrir. Porque la esperanza no se controla”.
Ambas obras comparten un decorado austero, en lo económico y lo espiritual. Además de la jaula que ya se utilizó en París, se colocará en el escenario una suerte de torniquete de tortura sirve a Il Prigionero para explicar la reclusión y tortura espiritual y física del reo. El torniquete se transforma en un torno (el que utilizaban las monjas de clausura para fabricar sus dulces y donde también se abandonaba a los niños no deseados) en Suor Angelica (la segunda del famoso Trípitico de Puccini). “En las dos hay una crítica de la moral y a la religión unidas para apagar sentimientos de rebeldía en el ser humano que conduzcan a la libertad. En el Prigionero es un carcelero y en Suor angelica son las monjas”, ha señalado Pasqual.
Ingo Metzmacher, maestro alemán que en los últimos tiempos se ha puesto al frente de las mejores orquestas del mundo (como la de Viena o la de Berlín), anda eufórico con la idea de este montaje. “Me encanta la partitura Dallapiccola y me parece que es una obra maestra. Ninguna nota está puesta al azar. Es muy transparente, lúcida. Cada nota musical está vinculada a la historia que cuenta. En Il Prigionero hay un momento que lo refleja muy bien, cuando a él se le presenta la oportunidad de escapar. Se abra una puerta y una cuesta hacia arriba. Y Dallapiccola utiliza una forma musical que se llama ricercare, como una metáfora de la búsqueda de al libertad. En ambas, la música es muy silenciosa, contenida, suave, con momentos de una gran explosión, de gritos, es decir, con un registro muy dinámico que espero que sepamos reflejar bien", espera Metzmacher.
Mortier, alimentando la leyenda que le acompaña acerca de su mala relación con la obra de Puccini, ha señalado que en realidad el compositor "ha sido muy mal interpretado muchas veces" y que para saberlo "solo hay que escuchar a Toscanini con La Boheme", ha criticado."Puccini siempre está en la tesitura media pero yo he oído gritar mucho a algunos cantantes, que es lo que ocurre cuando se quiere tener éxito rápido y fácil. Aquí no va a pasar eso. Aquí la orquesta ha trabajado mucho y los cantantes se esfuerzan", ha prometido.
La orquesta del Real (la Sinfónica de Madrid) ya ha dado en los últimos tiempos sobradas muestras de su capacidad real. En el aspecto lírico, Deborah Polaski representará a la madre en la ópera de Dallapiccola y a la princesa en la de Puccini. Los barítonos Vito Priante y Georg Nigl se alternarán en el papel titular de Il prigioniero, y las sopranos Veronika Dzhioeva y Julianna Di Giacomo compartirán el rol de Suor Angelica.

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