“Mi papel es hacer crecer al bailarín”



Fuente: Roger Salas (elpais.com)
El exbalarín y maestro Frederic Olivieri se mantiene en la brecha, sigue siendo un dechado de jovialidad y entusiasmo. Así, enseguida aceptó la iniciativa del Instituto Italiano de Cultura de Madrid y de los Teatros del Canal para traer a Madrid durante tres días a la prestigiosa escuela milanesa que dirige desde hace más de seis años tras haber dirigido la propia compañía del coliseo más famoso de Italia y de haberla llevado en giras de éxito a París y Nueva York. Ahora este francés que ganó el concurso de Lausana en 1977 y fue bailarín predilecto de Rudolf Nureyev está concentrado en el futuro del arte del ballet, en la formación: “De la escuela que me encontré a la de hoy hay en principio una importante diferencia numérica, hemos duplicado el alumnado: tenemos 250 niños en iniciación, 200 cursando los ocho años de carrera y una cosa muy importante, 40 formándose como maestros. Me he dedicado a impulsar los tres segmentos por igual”.
Olivieri impulsó en La Scala una política de puertas abiertas y de dinamismo: “También he insistido en hacer espectáculos muy variados. Eso da a los futuros artistas un conocimiento en abanico de los diferentes estilos, desde los ballets académicos de repertorio hasta Kilian, Forsythe, Petit, Mats Ek o Preljocaj. Todos estos coreógrafos han regalado sus coreografías a la escuela, han entendido la importancia formativa de incluirles en el programa. Los egresados, así, no están perdidos cuando encuentran un contrato y entran en una compañía determinada”.
Es como si pensara en su propia carrera de antaño: “En cierto sentido se les anticipa al mundo laboral, y pienso en mis comienzos, cuando las cosas no eran precisamente así”. Frederic se movió mucho por el mundo en su etapa sobre los escenarios: “Estar en todas las fases de la profesión me ha ayudado mucho a la hora de dirigir una escuela de esta envergadura, como también haber pasado por compañías de muy diferentes características como la Ópera de París (un gran Ente Lírico); el Ballet de Hamburgo dirigido por John Neumeier (una compañía de autor) y el Ballet de Montecarlo (una gran compañía privada)”. También recibió enseñanzas de la vieja escuela: “Mi papel con los alumnos no es cambiarlos absolutamente sino hacerles crecer, contribuir a su modelado”.
También ha hecho que la escuela abra su espectro de matrícula, desde los más pequeños hasta los avanzados: “Las dos experiencias están en igualdad dentro de mis preferencias. Es fantástico seguirles desde el inicio, pero también aceptar el talento de fuera que busca el perfeccionamiento”. Y de ahí su interés por la brillantez escénica: “Hay tres aspectos que me pareció importante potenciar: coordinación, musicalidad y velocidad”. Y concluye: “Nuestra escuela es la única que ofrece el diploma de danza clásica y a la vez el diploma de danza contemporánea. Todo el trabajo de workshop se hace montando ballets reales y durante todo el año los muchachos participan en el teatro, como óperas (Aída) o grandes ballets (RaymondaExcelsior). Esa polémica no la veo con mucho sentido, salvo por la idea de que debemos estar alerta para conservar el repertorio. El repertorio es esencial y es una fortuna que exista. Debemos estar atentos a no perderlo, las tradiciones deben mantenerse y respetarse”.
Serán tres únicas funciones con coreografías de Jiri Kilian, Angelin Preljocaj, Roland Petit y, para cerrar, el tercer acto de La Bayadera, llamado El reino de las sombras, obra maestra de Marius Petipa.

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