Los tesoros ocultos del teatro porteño salen a Escena



Fuente: Francisco Peregil (elpais.com)
Algunos de los teatros más mágicos de Buenos Aires, los que difícilmente encontrará el turista, los del circuito más alternativo, los llamados off del off, abren sus puertas durante las dos semanas que dura el Festival Escena, desde el sábado 13 al domingo 21 de octubre. Dentro del festival se organiza los fines de semanas un evento especialmente lúdico y creativo que se llama Mapa Escena. Actores, escenógrafos y bailarines se mezclan, forman equipos y cada equipo monta su número en una sala que no pertenezca a ninguno de sus miembros. Así se van moviendo, de una punta a otra de la ciudad, con intervenciones que duran apenas 20 minutos, entre 22 salas donde apenas caben entre 30 y 80 personas, con un público que entra gratis y paga la voluntad al salir. Alejandro Cruz, crítico teatral del diario argentino La Nación escribió así el pasado viernes sobre el Mapa Escena: “La del año pasado, la primera, fue el hecho artístico colectivo más creativo del año (me hago cargo de la afirmación)”.
Este año, después de estudiar las teorías estéticas de filósofos como el francés Jacques Rancière o el argentino Reynaldo Laddaga , los integrantes de una de las intervenciones unieron varias salas a lo largo de la ciudad a través de hilos de lana. “Esta obra nos permite enlazar, unir, trazar, ¿interrumpir?, nuevos recorridos”, explica Paula Herrera Nobile, dueña de la sala Granate.
El festival es una forma de acercarse al gran vivero de artistas en ebullición que es Buenos Aires. Pero no todos los artistas son jóvenes en busca de reconocimiento. “Algunos ya llegaron, ya la hicieron, ya saben lo que es triunfar en la Avenida Corrientes [sede de los teatros más comerciales del país] o en festivales internacionales de teatro”, explica Cruz. “Pero prefieren hacer el espectáculo que a ellos les gusta en esos espacios ultra alternativos. Y desde luego, no lo hacen por ganar plata. Porque cobrando la entrada a 25 o 50 mangos (el equivalente a 3,5 o 7 euros) las cuentas para pagar el alquiler no salen. Para cubrir los gastos, además de representar obras, muchos de ellos imparten clases a otros actores, tienen su propio búnker de producción. Es un modelo muy alejado de las subvenciones que suele haber para el teatro en España”.
“A muchos de nosotros no nos atrae especialmente eso de llegar a los teatros más importantes de la ciudad. Hacemos aquí lo que verdaderamente nos gusta. De eso se trata”, explica Lisandro Rodríguez, dueño de la sala Elefante Club Teatro. Al entrar en el Elefante lo primero que se ve es un armario antiguo y a la derecha, una cocina con dos frigoríficos. Delante de los frigoríficos, al lado de la hornilla, hay una mesa y sobre ella, la caja con las entradas. Se entra en la sala a través de un pasillo, el espectador agarra su silla, la abre, la coloca y empieza la función.
Rubén Sabadini, director teatral y dueño de Vera Vera Teatro vive también dentro de su propio teatro. En la fachada no hay nada que indique que en esa esquina, subiendo unas escaleras, accediendo a una sala donde apenas caben 30 personas, se puede ver la obra Mabel, que ya se representó en el IV Festival Internacional de Buenos Aires y cuyos actores ya conocieron otros circuitos más formales. “Para nosotros es un orgullo que Mabel se represente acá”, explica Sabadini a los 30 espectadores antes de que empiece la función. "Este año, en el Festival Escena hemos decidido que se pagará a la gorra [pasando la gorra al final]. Ustedes decidirán lo que vale esta obra”.
“Este tipo de teatros vivió un momento de inflexión tras el incendio de Cromañón [discoteca de Buenos Aires donde murieron 194 personas en 2004]”, explica el crítico Alejandro Cruz. “Las salas pre-existentes a esa tragedia lograron un marco regulatorio que en nada comprende la realidad de estos espacios que, en muchos casos, toman vida en un viejo PH [casa, Propiedad Horizontal] de apenas 60 o 90 metros cuadrados. Por eso, en un principio, los dueños de estos espacios se vieron obligados a trabajar en la clandestinidad. Para revertir esa situación no deseada nació el Festival Escena, que va por su tercera edición. Fue como una forma de ganar visibilidad, de pelear por un hueco dentro de la ley que contemple su realidad y como una forma de establecer un mecanismo propio de producción artística íntimamente ligado a la experimentación", concluye Cruz.

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