Mortal, rosa y en carne viva
En escena una mecedora de madera, una mesa de camilla con sus faldas de siempre, un caballo de cartón del carrusel de los niños, un piano de cola que tiene en una pata un peluche ajado. Y voces resonando por el patio de butacas del Teatro Fígaro. Y lamentos de soleá. Y una nana rota de daño. Y folios como poemas que van siendo descifrados. Son los textos de Mortal y rosa, aquel libro aullante de Francisco Umbral, seleccionados para esta ocasión por el escritor Javier Villán e interpretados por Juan Diego y Juan Echanove, acompañados a ráfagas por el cante de María Toledo y sus compases de piano, con los que puso música a tres poemas del recordado escritor.
La dramaturgia de ayer, titulada Mortal y rosa: elegía por el dolor de un niño y dirigida por Mariano de Paco Serrano, calienta motores para el arranque, mañana, del Congreso Internacional 'Los placeres literarios: Francisco Umbral como lector', que hasta el próximo viernes reúne en Madrid a los más destacados expertos internacionales en la obra del autor de El hijo de Greta Garbo.
Abrió senda la presidenta de la Fundación Umbral, Leticia Espinosa de los Monteros. Y después María Toledo se arrancó suave con su flamenco de temple afillao. Al rato, la embocadura del escenario fue tomando temperatura con Echanove y Juan Diego desflorando el libro, su salvaje prosa, su canibalismo indescriptible, el zarpazo caliente de un dolor que no se extingue en el idioma y es canto y locura. «Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse», escribió Umbral puesto de orfandad y optalidones.
Fuente: Antonio Lucas (www.elmundo.es)
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