Los clásicos del siglo XX están vivos
Fuente: Miguel Ayanz (larazon.es)
Hace dos días, varios expertos de la escena española debatieron, invitados por LA RAZÓN, sobre dramaturgia y el estado del teatro en nuestro país. En su análisis, valoraban la necesidad de apoyar la nueva creación, los textos escritos aquí y ahora. Pero también reconocían la importancia de que ciertas obras, ésas que a menudo se llaman los clásicos, independientemente de que estén escritas hace cinco siglos o cinco lustros, estén presentes de uno u otro modo, pues hay toda una generación que a lo mejor nunca las ha visto. Está por supuesto el Siglo de Oro español, así como el teatro isabelino, como constante fuente de textos –es raro un mes sin un Shakespeare en Madrid, en enero ha sido La tempestad–, y aunque los siglos XVII, XVIII y XIX han dado títulos que forman ya parte del repertorio universal, es el XX el que sigue llamando la atención de los productores y del respetable. Esta semana coinciden en Madrid una decena de títulos que son ya «clásicos contemporáneos», con un estreno a la cabeza, El malentendido, un drama de Albert Camus que el Centro Dramático Nacional estrena mañana con dirección de Eduardo Vasco y un reparto encabezado por Julieta Serrano, Cayetana Guillén Cuervo y Ernesto Arias. «Camus marca a una generación con su manera de escribir, cruda y poética, y propone un teatro que deja en el aire cuestiones de una trascendencia dolorosa en aquel momento. Hoy, al volver a escuchar sus obras, asusta lo trascendentes que siguen siendo dichas cuestiones a través de la óptica de este autor», explica en sus notas Eduardo Vasco sobre esta obra, que llega marcada por el azar de la vida. Con Fernando Guillén, el padre de Cayetana, fallecido la semana pasada, la obra será todo un homenaje al actor, que estrenó el texto de Camus en 1969 junto a Gemma Cuervo, dirigidos por Adolfo Marsillach.
Clásico del siglo XX y creador de toda una corriente propia, Antonin Artaud está presente en la cartelera con Los Cenci, una obra inédita hasta hoy en España. Sonia Sebastián la dirige en el Español hasta el 10 de febrero, con un reparto que encabezan Celso Bugallo, Maru Valdivielso y Celia Freijeiro. «Evidentemente, hay que tocar a los clásicos, porque tienen que estar en la cartelera, pero sin perder de vista a los dramaturgos españoles contemporáneos», asegura la directora. Y subraya: «Es necesario para la cultura teatral de nuestro país y del mundo que este tipo de obras esté presente, pero siempre sin perder de vista a los nuevos dramaturgos y a los autores de ahora». La directora cree que, «en general, a los clásicos se les trata bien. Es importante ir algo más allá e intentar contar algo que no nos hayan mostrado ya, que las obras nos aporten algo, una visión diferente». Y pone un ejemplo: «Pienso en La casa de Bernarda Alba que hizo hace poco Nuria Espert, porque nunca me la habían contado así: que se aborden ese tipo de cosas está bien».
Si hay un autor español que sea el clásico del siglo XX por excelencia, probablemente se trate de Federico García Lorca, casi siempre presente en escena de una u otra forma. Este mes está también en el CDN, con la Yerma que protagoniza Silvia Abascal en el María Guererro, dirigida por Miguel Narros. «Todo teatro bien hecho vale, no se trata de que sea más o menos moderno. La actualidad puede hacer que se represente un texto de muchas maneras. Pero es importante que se aborden los de los mejores autores que ha habido», explica Celestino Aranda, el director de producción de Faraute, la productora de esta Yerma, y mano derecha de Narros.
«Lorca es el autor español», sentencia el productor. «Tanto en prosa como en verso, es tan directo y llega de tal manera que el espectador no tiene que hacer nada». Sabe de lo que habla: antes montaron Doña Rosita la soltera. También han estrenado títulos de Arthur Miller, Jean Genet y Luigi Pirandello. Y deja clara su opinión sobre cómo abordar este tipo de montajes: «La modernidad es una palabra tramposa: hay teatro bueno y malo. Yo soy partidario de que se respeten los textos, si lo vas a utilizar de pretexto para hacer una función diferente, llámala de otra manera y hazla. Es lo que a veces pasa con Shakespeare y otros autores. El rey Lear no lo puedes convertir en una función de hora y cuarto». Lorca no es el único clásico español esta semana en Madrid: están además Jardiel Poncela, con Los habitantes de la casa deshabitada (Teatro Fernán Gómez, dirigido por Ignacio García), y Buero Vallejo, con El sueño de la razón (Círculo de Bellas Artes, a cargo de Ferroviaria Teatro).
Aunque lo que prima es el gran teatro europeo de texto del siglo XX: Peter Weiss, con La indagación (Teatro del Arte); Brecht, cuya Madre coraje ha prorrogado (Teatro de la Puerta Estrecha); Marguerite Duras, con La amante inglesa, dos visiones de un crimen real que protagonizan José Sancho, Gloria Muñoz y José Luis Torrijo, dirigidos por Natalia Menéndez (Matadero)...
Como con Duras y Artaud, otro texto francés y rompedor en las formas en su día es Las criadas. La compañía canaria Profetas del mueble bar mostró su versión en 2012 en el Teatro Lara, y ahora regresan a Madrid, al Montacargas. «Cumplimos 23 años de trayectoria, era un trabajo que desde jóvenes siempre nos había apetecido y vimos que era el momento adecuado», explica Juan Ramón Pérez, director de la compañía y uno de los protagonistas de este montaje que se estrena tal y como Jouvet lo propuso en su día: con los papeles femeninos interpretados por hombres. «Coincidía mucho con la realidad que estábamos viviendo: señores y criadas y criadas y señores, y este bofetón que nos ha dado la realidad», prosigue el intérprete. «La obra es mucho más que eso: es un juego de identidades. Si pensamos que el Siglo de Oro es fundamental, hay también una serie de clásicos del siglo XX que hay que representar. Hay una generación que no la ha visto y eso es algo que seguirá pasando».
Quizá por eso, reflexiona: «Al público le parece novedoso el juego de que sean actores interpretando los personajes». Algo que, por cierto, también hacen en su particular revisión de Lorca, que mantienen en repertorio: «Locas por Pepe el napolitano»: «Fuimos a ver una puesta en escena de La casa de Bernarda Alba y nos gustó tanto que nos imaginamos qué pasaría si hubiera un incendio, muriera el elemento opresor y sólo quedaran dos de las protagonistas». Como ven, hay clásicos para todos los gustos.
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