La Espert con birrete



Fuente: Juan Cruz (elpais.com)
Núria Espert, la actriz española que más veces ha interpretado la Medea de Euripídes, rompió este mediodía los protocolos que marcan las ceremonias de doctorados honoris causa en cualquier universidad al recoger el que le concedió la Complutense por tantos de años de vida en el teatro.
Como una escenógrafa que lleva desde los 13 años subida a las tablas (tiene 77, nació en l´Hospitalet), le preguntó al rector, José Carrillo, dónde debía colocarse para hablar; ya en el estrado contó historias, saludó a sus dos hijas (Alicia y Nuria, allí presentes), se saltó también su guión para agradecer la presencia de Alberto Ruiz-Gallardón (“querido Alberto”), ministro de Justicia, pero sobre todo amigo suyo; se emocionó viendo el anillo que le correspondía entre las honras del doctorado, y volvió a emocionarse hasta las lágrimas cuando la catedrática que la propuso para este honoris causa, la profesora Arias de Cossío, destacó “la brillante lección que viene impartiendo” hasta convertir el teatro en un asunto que debe estudiarse en las facultades de Historia del Arte.
Fue una ocasión memorable, no sólo por el acto en sí, sino porque es raro que una universidad de esta categoría agasaje a una actriz con unhonoris causa, que sólo tienen, con Nùria Espert, Amparo Rivelles y José Lus Gómez, sino porque en esta actriz autodidacta, que a los 13 años fue descubierta para la escena por Josep Maria de Sagarra, se dan unas circunstancias insólitas de superación personal en medio de las dificultades ingentes que cualquiera de su extracción humilde tuvo en la guerra y en la posguerra para abrirse paso en su vocación o en su oficio.
A ello aludió la madrina de la doctoranda en uno de los pasajes que más emocionó a la Espert, cuando la profesora Arias de Cossío evocó la dedicación con que la madre de la actriz y luego el marido de ésta, Armando Moreno, se habían prodigado para que ella cumpliera con pasión lo que más quiso, actuar.
A Nùria Espert le correspondió explicar qué es, de todo lo que ha hecho, y de lo que sigue haciendo (ahora sigue representando La loba en escenarios españoles, y prepara con Gerardo Vera y con Alfredo Alcón un espectáculo basado en Macbeth), lo que le parece sustancial o simbólico de su carrera. Es Medea. Representó el drama de Eurípides, por accidente, cuando tenía 19 años y debió sustituir de la noche a la mañana a la primera actriz, siendo ella una de las muy secundarias. Sucesivamente la ha ido interpretando a todas las edades, y aun no ha terminado de hacerlo, avisó.
En el aviso de que la seguiría representando, la actriz que se hizo con Flotats, Gómez, Marsillach, Pasqual y Víctor García, y que sobre todo se hizo estudiando, leyendo como si quisiera cumplir así la carrera académica o escolar que no pudo tener, le rindió homenaje a esa pieza que la persigue desde el final de su adolescencia. En la última representación que hizo, dirigida por el griego Cacoyannis, “el más grande director griego de su generación, el director de Electra, Zorba el Griego, Las troyanas…”, el director tuvo la ocurrencia de que Medea tocara a Jasón, algo inédito en la obra de Eurípides. “¿Qué pasaría si se tocan?”, preguntó Cacoyannis, que se respondió a sí mismo: “Se derrumbaría”. Nùria, sin embargo, le respondió: “De acuerdo, pero se rearmaría en un segundo también”.
Se dieron la mano “y habíamos añadido Cacoyannis y yo una última y emocionante capa a ese personaje a la que le quedan infinidad de capas por descubrir y que irán apareciendo con cada nueva generación que se encuentre con ella”. De una de las capas que ella misma ha descubierto (“se rearmaría en un segundo”) ella sabe muchísimo, le ha pasado.
Concluyó Espert sobre su personaje más duradero: “Tenerla hoy, aquí conmigo, añade emoción a este acto y lo vuelve inolvidable para mi”. Había bromeado la pasada semana sobre qué hubiera dicho su gran amigo Terenci Moix viéndola en una ocasión así. “Diría: ¡Cleopatra con birrete!” Pues allí estuvo, La Espert con birrete, hablando de Medea ante un sinnúmero de profesores y doctores, muchos de los cuales luego habrían de recibir, uno a uno, su propio doctorado.
Había mucha gente del teatro. Entre éstos, Gerado Vera, José Antonio Campos Borrego, Miguel del Arco, Juanjo Seoane, Natalia Menéndez… Y el ministro de Justicia. A algunos de los presentes les resultó interesante hacer notar que no estuviera presente ningún representante del Ministerio de Cultura en un acto que honraba, desde la Universidad, a la gran dama del teatro español. “Está el ministro de Justicia”. “Ah, pero Alberto es un amigo”.

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