Damas en pie de guerra



Fuente: José Luis Romo (metropoli.com)
Una cumplirá 65 años, la edad de jubilación, dentro de unos meses. La otra hace tres lustros que la superó. Sin embargo, ambas mantienen intacta su mirada azul traviesa y las ganas de seguir jugando sobre las tablas.
Gloria Muñoz (Madrid, 1948) y Julieta Serrano (Barcelona, 1933) son historia viva de nuestra escena. Las dos han trabajado con los más grandes y revolucionado la escena a su manera. Junto a Nuria Espert, Serrano desafió a la censura con su controvertido y ya legendario montaje de 'Las Criadas'. Por su parte, Muñoz, una de las pioneras del grupo Tábano, se revolvió satirizando al régimen en la no menos legendaria 'Castañuela 70'. Las dos triunfaron en sus batallas y, cuando ya han llegado a esa edad en la que se las presenta con el manido grandes-damas-de-la-escena, siguen igual de revolucionarias. Ahora, coinciden en la cartelera madrileña con dos autores de riesgo y comprometidos. Como ellas. Serrano se enfrenta a su primer texto de Camus: 'El Malentendido', mientras que Muñoz se atreve con Marguerite Duras y 'La amante inglesa'.
'La Luna de Metrópoli' ha hablado con estas damas en pie de guerra. Serrano nos recibe en su casa madrileña, cercana al Teatro Español. "Junto al María Guerrero es mi favorito. Me siento como en casa allí. Ha trabajado gente con tanto talento que lo respiras". Con Muñoz hablamos en el Café Comercial. "Esta ha sido mi sede de operaciones desde hace más de 20 años", explica.
A simple vista ambas parecen mucho más jóvenes de la edad que indica su DNI. "Es que los actores disimulamos mucho. A mi ya se me cae esto...", dice coquetamente Serrano tocándose el cuello, a sus 80 años. Muñoz llega con una boina azul calada a juego con su abrigo. Se ha cortado la melena y se ha dejado flequillo años 20. Cuando su agente de prensa le dice que le queda estupendo, ella se enfada. "Fíjate que a mí no me gusta. Yo me lo hice porque creí que iba a chocar al espectador: Una mujer mayor con un pelo cortado como una niña... Como mi personaje se enamoró siendo muy joven, quería que siguiera con ese pelo". Ella es una actriz que cuida este tipo de detalles externos. "Cuando hice "Las troyanas" con Mario Gas, me dijo que no me atrevería a raparme la cabeza y así aparecí en los ensayos".
Curiosamente, a pesar de su sabiduría ambas se sintieron perdidas al emprender estos proyectos. "Hago esto por el empeño de Natalia Menéndez, la directora. Cuando leí el texto de Duras, pensé: 'Vale, es maravilloso y muy poético, ¿pero esto cómo se monta?'. No tenía ni idea. Natalia me aseguró que ella sabía cómo hacerla y me puse en sus manos. Según he ido estudiando, he entendido por qué alguien puede hacer algo tan horrible como lo que ella dicen que ha hecho [supuestamente descuartizó a otra mujer]. Y además, encontré humor".
Serrano le da la razón: "Uy, yo leí ese texto hace años y es dificilísimo". Ella tampoco tiene una labor sencilla con el abismo al que Camus arroja a sus personajes. "Mis amigos dicen que es una falsa humildad. Pero yo es que siempre creo que empiezo de cero en cada montaje. No me veo con los elementos técnicos suficientes para saber por donde tengo que ir de entrada. Siempre me pongo en manos de mi director".
Será verdad, pues, que las verdaderamente grandes no se dan importancia. En "El malentendido" a Serrano la dirige Eduardo Vasco y tiene como compañeros de viaje a Cayetana Guillén Cuervo y Ernesto Arias. La compañía de Muñoz en "La amante inglesa" también es de peso: José Luis Torrijo y Pepe Sancho. "Aunque con él no comparto escenas, es una pena", explica la madrileña.
A la hora de valorar su carrera, estas señoras Almodóvar (no sólo de teatro se nutre su currículum) se sienten unas afortunadas. "He sido muy feliz. Teniendo una familia que mantener, pocas veces he tenido que aceptar cosas que no me interesaban como actriz. Y he tenido tiempo para ser madre y, ahora, abuela. Los tiempos de Tábano fueron maravillosos, porque teníamos la edad que teníamos y disfrutábamos mucho. Luego mi etapa con Mario Gas también ha sido estupenda porque nos reencontramos y nos teníamos muchas ganas. Ahora, aún me quedan muchos con quien trabajar, como Miguel del Arco o Alfredo Sanzol. Pienso en jubilarme pero luego volver cuando haya algo que me interese", explica Muñoz.
Serrano confiesa que cada vez echa más la vista atrás. "Es normal, se ha muerto mucha gente de mi edad. Pero yo aún tengo energías y ganas de trabajar. Si tengo suerte de que me sigan llamando será maravilloso. Pero ya me siento muy feliz por toda la gente que ha confiado en mí".
Ambas saben que los jóvenes de ahora lo tienen difícil para abrirse camino en la profesión. "Todo ha cambiado muchísimo", cuenta Serrano, "cuando yo empecé había mucho más teatro privado. Ahora, casi no hay. Pero el teatro no morirá porque necesitamos de esta catarsis. Por eso, me agrada mucho ver que en Madrid se empieza a hacer teatro en cualquier parte. Como en Buenos Aires. He ido al microteatro y es bárbaro". Muñoz es más crítica. "Antes había más acuerdo con las salas. Actuabas y te daban la recaudación. Ahora, se hace negocio con el bar y ese dinero no lo ven los actores. No tienen que dejarse engañar".
En cualquier caso las dos coinciden en su consejo para quienes quieran seguir sus pasos: "Tenacidad y mucho a amor al oficio porque es maravilloso".

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