Ensamblaje teatral en Bogotá


Frente a la casa uno no sabe muy bien por dónde debe entrar. Si ha de subir la rampa estilo Le Corbousier que llega a una puerta donde está el número 69 de la Av. Carrera 24 o intentarlo por la planta baja en un acceso junto a la terraza de una cafetería. Finalmente esta última resulta la opción correcta. Una vez dentro, un empleado te guía escaleras arriba a una sala pequeña, de no más de 40 metros cuadrados, en la que muy pocas butacas se distribuyen alrededor de tres de sus paredes. El espacio que queda libre está lleno de bolsas y papeles tiradas por el suelo, una mesa redonda y varias sillas viejas. Ni una sola ventana. Solo un aparato de aire acondicionado. Ya está. 

La puerta se cierra de pronto, con cierto estruendo, y uno comienza a comprender que el hombre de mediana edad que se ha quedado en medio de la sala no es un espectador rezagado, sino uno de los dos actores que durante la siguiente hora y media podrán en pie uno de los dramas más intensos que se pudieron ver en el último Festival Iberioamericano de teatro de Bogotá. La obra se titulaBlackbird, un dramático relato del escocés David Harrower que fue galardonado con el premio Laurence Olivier. En este espacio, con una cercanía tan extrema a los artistas, casi se puede percibir, a menos de dos metros de distancia, ese momento mágico en el que el actor es poseído por el personaje, en un click inquietante, para no soltarlo jamás hasta que la pequeña sala rompe en aplausos.

Terminada la impactante actuación de Humberto Dorado y Maia Landaburu, los dos artistas que sustentan Blackbird, al periodista se le invita a dar un paseo por ese llamativo edificio que fue construido en 1958 como hogar para una familia y que terminó recibiendo el apodo de "La Casa del Millón” en referencia al excesivo costo que tuvo su construcción para la época. Todos sus materiales fueron traídos de Europa para levantarla. Su propietario original murió un año después de terminada, pero el inmueble se convirtió y continúa siéndolo, un icono del barrio la Soledad- Parkway.

En un patio trasero que da acceso a un espectacular atrio donde se representa una obra de cabaré, en unas mesas bajas, toman copas Alejandra Borrero y Manuel Orjuela acompañados de otros invitados del festival. Alejandra Borrero no sólo es un mito de la televisión, el cine y el teatro colombianos, también el alma y la fundadora de este templo del teatro del que está tan orgullosa y que no puede evitar enseñar como si estuviera contratada para realizar visitas guiadas. Es una mujer hermosa, cariñosa y sus gestos y el tono de su voz delatan un enamoramiento absoluto por las artes. Abre una puerta en la trasera de la casa y muestra el nuevo espacio que ha adquirido y restaurado como parte de un complejo al que ha bautizado con el nombre de Casa Ensamble Mutiplex. En diciembre de 2008 se hizo con La Casa del Millón y tras un proceso de restauración que duró dos años, abrió sus puertas como un lugar consagrado al arte, la música y las artes escénicas. "Me ha costado mucho llegar hasta aquí. Ha sido una larga lucha por llevar a cabo una buena programación y por ofrecer al público algo diferente y que enganche. Por eso, ahora hemos habilitado este nuevo espacio para la improvisación". Lo dice dentro del casi recién inaugurado nuevo corral de comedias dentro de la casa. El teatro Arlequín con capacidad para 500 personas. "Se divierten muchísimo en este espacio y hacen unas locuras estupendas que atraen a jóvenes sobre todo los fines de semana", afirma Borrero.

Manuel Orejuela es el director artístico de Casa Ensamble desde mayo de 2011. "Ya existía la preocupación de Alejandra Borrero y Katrin Nyfeler (la directora ejecutiva y cocreadora del proyecto) de contar con un director que se encargara de programar los cuatro posibles espacios (a primera vista) que tiene nuestra casa. Fue así como me integré en Casa Ensamble", explica. Él es el encargado de llenar de contenido tanto el teatro Arlequín como los otros espacios. "Las otras salas las hemos ido consolidando bajo ciertos patrones para que cada una tenga su personalidad. La Sala Mayolo es pequeña, perfecta para obras íntimas y dramáticas. Su capacidad es de 65 personas (en ella se representó Blackbird). La sala Buenaventura puede albergar hasta 90 personas y es una terraza cerrada en el tercer piso donde hacemos los espectáculos más arriesgados a nivel de puesta en escena. Solemos llamar a jóvenes creadores para que participen en ella. Finalmente La Sala Central, para 200 personas es la que tenemos reservada para los espectáculos de Cabaret. Este es el show nocturno, el más masivo y el más lucrativo. No por ello falto de calidad". Casa Ensamble no recibe ninguna apoyo económico permanente ni del estado ni de ninguna empresa privada, pero todos los días abre sus puertas y sube a sus cuatro escenarios.

"Nuestra idea es que todos estos espacios funcionen simultáneamente como un Multiplex. Esto con el fin de que el espectador llegue a Casa Ensamble y tenga un variado menú de posibilidades. Desde las más triviales hasta las más profundas. Tanto que muchas personas vienen sin siquiera saber qué van a ver de antemano. Acá mismo deciden. Es un trabajo muy duro. Más, en un país donde ir a teatro no es una costumbre, no hace parte del cotidiano cultural. Es por eso que en la variedad, hemos podido ofrecer placer al público colombiano", afirma Orejuela.

Pero además de este espacio Alejandra Borrero ha puesto en marcha una escuela de teatro con talleres para jóvenes, niños y adultos, pero también con la vocación de convertirse en un referente para la formación del arte dramático en Colombia y en América Latina.

Fuente: Manuel Cuéllar (www.elpais.com)

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