Las criaturas artificiales de Drori



El diseñador y director de escena israelí Amit Drori ha creado un jardín mítico poblado por animales mecánicos “que tienen alma y en algunos casos vida propia”, advirtió ayer el artista, que se presenta por primera vez en España con Savanna. A possible landscape, una historia que se desarrolla en medio de una “naturaleza artificial” pero está pensada para despertar emociones en los humanos. La obra se estrenará el viernes en el Teatro Central de Sevilla, donde podrá verse también el sábado, para viajar después a Granada (día 29) y Málaga (día 31).
Las sofisticadas marionetas construidas por Drori, esculturas mecánicas que llegan a estar controladas por 40 motores, como sus elefantes, habitan una sabana poblada también por serpientes, tortugas, pájaros, saltamontes, carneros... que manejan a la vista del público cinco artistas.
Savanna habla sobre el paraíso y también el paraíso perdido. Es un paisaje artificial y en nuestras manos está darle vida, manipularlo, pero también quitársela. Los animales aparecen en escena y transmiten emociones, algunas veces pena y tristeza. Nuestro papel es observar lo que ocurre en esa naturaleza, que se convierte casi un un espejo para nosotros mismos”, explicó en el Teatro Central Amit Drori, quien ha trabajado junto a otro diseñador durante dos años para construir y aprender a manipular a su particular fauna.
“Cada animal es único, tenemos pájaros que vuelan sin motor, son como esculturas cinéticas; otros son robots que podemos manipular, otros funcionan por control remoto y hay algunos a los que no controlamos en absoluto y tienen su propio comportamiento en escena”, detalló este creador, que ha partido de lo que él define como “una página en blanco” para construir su lenguaje escénico basado en marionetas y objetos.
“Mi trabajo tiene mucho que ver con la tradición pero también con la renovación. En el judaísmo, donde no se hacen representaciones figurativas, no teníamos tradición de teatro de marionetas. Fue hace 30 años cuando esto empezó a despertar con unos pocos creadores que montaron pequeños teatros y se creó una red de espacios para este tipo de arte. Precisamente, esta falta de tradición nos ha permitido innovar y crear un lenguaje totalmente nuevo”, comentó el director de escena, cuya anterior producción, Orlando (2009), basada en la novela homónima de Virginia Woolf, ha tenido un gran éxito en festivales internacionales.
El director y diseñador confesó que siempre intenta ser “muy radical” con sus objetos y ponerlos en el centro de atención del espectáculo. “Nosotros creamos unas reglas para el juego pero, después, las respetamos; de lo contrario se acaba el juego”, explica sobre la independencia de sus criaturas con cuerpo de hierro y madera, pero con alma propia.
Fuente: Margot Molina (www.elpais.com)

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