"Sospecho que esta obra les puede alegrar el día"

Esta entrevista es corta porque Antonio Resines está muy atareado. Bien por él, no todos en su profesión pueden decir lo mismo ahora. Hay varios cruces de llamadas hasta que se tercia la charla: "¡Qué complicación, chica!". Y luego habla de corrido pero muy cortés, con ese tono simpático que le pone él a todo, como si lo conocieras de toda la vida. A usted también le habrá pasado. Al tema, que aunque al principio le costara se decidió a revivir junto a Manuel Iborra y algunos de sus compañeros de reparto de entonces (Jorge Sanz, Quique San Francisco y Pau Riba) el viaje de la película Orquesta Club Virginia, inspirada a su vez en la gira por Oriente del músico Santi Arisa, que vuelve a poner la banda sonora. Lo hace en un terreno que no es su medio natural, el teatro, pero se ha esforzado, asegura, y ahora espera que la gente se divierta con esta comedia dramática en la que, es cierto, Antonio, "prevalece el optimismo", que falta nos hace. 

¿De quién fue la idea de retomar la historia de Orquesta Club Virginia?
Nace de Mario Gas y de Manuel Iborra hace un año más o menos. Siempre habíamos mantenido Manuel y yo la idea de rodar la continuación o una precuela. Pero él me planteó una versión para teatro y nos llamó a todos los componentes. Yo dije que me arriesgaba si estábamos todos o un número alto de los que actuamos en la película y así ha sido. Es una traslación al teatro del espíritu de la película pero en directo, espero que a la gente le guste. 

¿Cómo se le ha dado la vuelta al teatro?
Al principio mal, no es mi medio natural, pero poco a poco hemos ido cogiendo tablas, nunca mejor dicho... esto es una gilipollez pero en el teatro, como todo es en directo, cualquier fallo de cualquiera afecta al resto y es una función técnicamente muy compleja, con canciones en directo, cambios de países, 18 actores...

¿Qué tal el reencuentro con sus compañeros de reparto?
Somos muy amigos y, aunque no habíamos coincidido desde hacía tiempo, ha sido como volver a estar en el rodaje hace 20 años. Estamos igual todos, algo más tocados, eso sí. 

Pepón Nieto, Juan Díaz y Víctor Elías, por ejemplo, no estuvieron en la película pero sí en proyectos anteriores.
Sí, con todos he trabajado. Algunos han hecho de hijos míos. Juan era mi hijo en A las 11 en casa, Víctor era Guille en Los Serrano, Jorge Sanz también ha hecho de hijo mío...

¿Ha actuado también de padre de ellos sobre el escenario?
Uf, qué va, estos tienen más conchas que un galápago y además son muy buena gente.

Repiten el esquema narrativo de la película, que estaba planteada como una sucesión de escenas cortas en diferentes lugares.
Sí, funciona de la misma forma en el teatro, lo cual está muy bien porque te cuentan la historia en continuidad, con pasos de tiempo, pero la estructura es la misma hasta el final, que es la vuelta y el fracaso de los músicos. 

El fracaso relativo, la historia no pierde de vista el optimismo y se enmarca en un viaje hacia Oriente, tiene ese matiz escapista, que casa muy bien el presente.
Sí, habla de unos músicos pero podría hablar de cualquier profesión. Hacen ese viaje en la época de la Guerra de los Seis Días buscando un lugar al que nunca llegan, pero se lo toman bien. Aquí vamos a estar como en Jordania hace 40 años... aunque hay drama y aunque sospecho que hay gente que lo está pasando mal, que no tiene el coño para ruidos, creo que podemos contribuir un poco a alegrar el día. Si eso sucede, me doy por satisfecho. 

El cine tampoco está para ruidos. ¿Tiene algo por ahí a pesar de la tijeretada?
Tenemos un largometraje de ficción que hemos producido entre unos cuantos, se llama La aventura del pájaro amarillo. Ahora estamos con esto pero de ficción no hay mucho. Aunque tremendo no hay nada, para entendernos. 

Fuente: Marta Caballero (www.elcultural.es)

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