Pasos y formas en marco ajeno



Con un sugerente titulo en inglés que englobaba los trabajos de seis nuevos coreógrafos, How to hide your hands, cinco de ellos miembros de la Compañía Nacional de Danza (CND): Allan Falieri, Yoko Taira, Kayoko Everhart, Fernando Carrión y Doron Perk; y uno invitado pero que también perteneció a la agrupación hasta hace poco, el albanés Gentian Doda, la danza entraba en el Día Internacional de los Museos a formar parte activa de las celebraciones.
El Museo Reina Sofía escogió esta vez en edificio Nouvel y sus espacios transparentes como marco para que los bailarines desgranaran su creatividad y una sola oportunidad que llevó a recibidor del edificio Sabatini. Bien diferenciados entre sí, pero con ciertas ambiciones propias de lo bisoño y un denominador común que casi roza el obsesivo: alejarse de las convenciones, despejar la estética de las estructuras y los estándares que les llevan, sin embargo, a otros lugares también comunes, o mejor expresados, dentro de una tendencia en la que aún se siente el calado y la influencia de la larga etapa de Nacho Duato como director artístico del conjunto base donde se están forjando estos posibles coreógrafos del mañana.
El arte coréutico es básicamente experimento, práctica y desbroce, selección y gusto. La presencia del sonido contemporáneo (o la ausencia de él en algún caso) se vuelve denominador común. Fernando Carrión fue quien más arriesgó en este campo sonoro, con la improvisación en directo de la guitarra eléctrica de Mario Hernández, algo que evoca directamente a las sesiones ya hoy míticas de Karole Armitage en los años setenta del siglo pasado. Es así que en coreografía también vale aquello de que “no hay nada nuevo bajo el sol”, pero sí un efecto de retorno. El ballet contemporáneo sufre este tipo de información cíclica, es uno de sus mecanismos.
No resulta fácil aventurar hacia dónde enfilarán estos nuevos creadores, muy aferrados al suelo y a la deconstrucción. Ya en obras anteriores de Doda, por ejemplo, se percibía claramente el rechazo a la escolástica del ballet que es su matriz formativa, como si atomizando esas bases (por otra parte solidísimas) tuviera garantías de entrar en un nuevo territorio. Lo cierto es que esas rupturas vienen muy bien en un museo y en sus tránsitos, no sólo por la sensibilización a primera vista, quizás su más evidente y directo cometido, sino por la empatía que crea entre un arte que por esencia es efímero y que ya ha salido de su ámbito habitual, el edificio de un teatro convencional, en busca de un horizonte más amplio.
La CND, que dirige el bailarín y coreógrafo José Carlos Martínez, ha reservado un día de su temporada, el próximo 30 de junio, para mostrar en el Teatro de La Zarzuela un programa completo de nuevos coreógrafos y algunos nombres, quizás un adelanto informal, ya se han visto en Nouvel.
Fuente: Roger de Salas (www.elpais.com)

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