La Fura comienza el año Verdi en Sídney



Fuente: Arturo Reverter (elcultural.es)

La Fura dels Baus sigue a la conquista del mundo operístico. Es ahora Àlex Ollé (Barcelona, 1960), que ya exhibió su Grand Macabre de Ligeti en Adelaida hace dos años, el autor de una nueva producción de Un ballo in maschera de Verdi, que se estrena en la Ópera de Sídney el próximo miércoles y en la que colaboran el Teatro Colón, La Monnaie y la Ópera de Oslo. Sobre la versión original, que narra el asesinato de Gustavo III de Suecia, el regista pone en primer plano el mundo asfixiante en el que el estado lo controla todo. “He buscado el valor político, en clave de actualidad, para demostrar que en esta ópera hay mucho más que una historia de amor a tres bandas”, explica.


Ollé se sumerge en una recreación que tiene como referente 1984 de Orwell: “La ópera empieza con una proyección de datos económicos e imágenes de manifestantes y marchas de indignados como el que hace dos años fuera portada de la revista Time. Gustavo es un dictador, un oligarca, un banquero. Ulrica una disidente del sistema”. Se establecen por otro lado alusiones al nazismo, al estalinismo e incluso al universo literario de Kafka o a la visión futurista del Fritz Lang de Metropolis. Esta propuesta no deja de ser, aparte de arriesgada, extremadamente interesante, aunque con ella se pueda correr el peligro de que esa orientación política margine algunos de los aspectos líricos esenciales de la narración y que la partitura potencia con enorme vigor. Porque en lo musical la obra, que es de 1859, y que contiene incluso elementos provenientes de la ópera cómica francesa, está construida en torno al hermoso dúo de amor entre Gustavo y Amelia, una página emotiva e incandescente. “Mi objetivo es romper el caparazón del espectador, hacerle vulnerable. Provocar, sí, pero provocar la reflexión”, destaca el director catalán, que se enfrenta a su primer Verdi en el bicentenario del compositor de Busseto. Repetirá en verano con una Aida en L'Arena di Verona.



“Salvo en un par de momentos, los personajes llevan siempre una máscara puesta, como símbolo de la alienación de nuestro tiempo”. Efecto éste que parece en principio muy demostrativo pero escasamente sutil. Y al que habrán de someterse los cantantes elegidos para estas funciones: la soprano georgiana Tamar Iveri, de sólido y contundente instrumento de lírico-spinto, el tenor mexicano Diego Torre, dotado de metal, anchura y cuerpo, un poco verde todavía, y el barítono José Carbó, australiano de origen argentino, lírico y de fácil agudo, a quien recordamos en un Barberomadrileño. En el foso se situará el italiano Andrea Molino, un músico que frecuenta, también como compositor, la producción de nuestros días.

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