El teatro Colón se rinde ante la Fura dels Baus
Se abre el telón y a uno solo le queda la opción de hundirse en la butaca y llevarse la mano disimuladamente a la boca para que no se escape ninguna exclamación. Ante el respetable surge un descomunal pórtico barroco con figuras de terracota de tamaño humano, distribuidas en cuatro andamios que ocupan lo largo y ancho del escenario. Acaba de nacer Edipo, el rey Layo lo sostiene en sus brazos, irrumpe el coro, comienzan las más de cien figuras a cobrar vida y durante dos horas y cuarenta minutos el teatro se irá poblando de barro, humo y misterio. El martes se estrenó en el teatro Colón de Buenos Aires la ópera Edipo, con partitura del rumano George Enescu (1881-1955) y libreto de Edmond Fleg (1874-1963), puesta en escena por Alex Ollé, uno de los seis directores artísticos de La Fura dels Baus y su mano derecha, la porteña Valentina de Carrasco. Durante el descanso, por los pasillos del Colón solo se escuchaba la palabra bárbaro. “¿Qué tal, qué te parece?” “Bárbaro, bárbaro”. Todas las entradas para ver esta ópera que se estrenó el pasado octubre en Bruselas ya se vendieron para las cuatro representaciones programadas.
Ya sabemos la historia: El pueblo se congrega para celebrar el nacimiento del hijo del rey Layo y la reina Yocasta. Cuando está a punto de bautizarlo, el adivino ciego Tiresias le recrimina a Layo que haya desobedecido la orden de Apolo de no tener descendencia. Y le anuncia el famoso castigo: cuando crezca la criatura, matará a su padre y se casará con su madre. Layo llama a un pastor y le ordena desprenderse del niño. Dos mil quinientos años después de que Sófocles la trajese al mundo sigue conmoviendo la figura errante de Edipo y sigue emocionando verlo en el libreto de Fleg detenido ante la poderosa Esfingie, a la que la Fura le ha puesto las alas de un avión de la segunda Guerra Mundial. La Esfinge hará una pregunta. Si Edipo acierta a responderla, la Esfinge morirá y como premio la ciudad de Tebas lo casará con la reina Yocasta. O sea, con su madre.
-¿Quién es más grande que el destino? –le pregunta.
Y Edipo le responde:
-El hombre.
Y precisa:
-El hombre es más fuerte que el destino.
El compositor de la ópera escribió acerca de ese momento: “Cuando Edipo, al adivinar la respuesta, evade la trampa que la Esfinge le ha puesto, me sentí compelido, a través de la música, a ir más allá de lo que las palabras podían sugerir, y a crear una tensión al límite de lo tolerable. La Esfinge siente la inminencia del fin y aúlla como una bestia a merced de un cazador. Tuve que inventar ese grito, imaginarme lo inimaginable. Luego de esa escena, cuando dejé mi pluma, pensé que me volvería loco”.
Llora y ríe la Esfinge, Guadalupe Barrientos, sobre las alas del avión de la Segunda Guerra Mundial y sentencia al morir:
- El futuro dirá si la Esfinge moribunda llora su derrota o se ríe victoriosa.
Pero el futuro, ahora lo escribe Edipo (el barítono Andrew Schroeder), quien antes de despedirse de la vida, de su hija y del público en medio de una catarata de agua que mana desde lo alto del escenario, empapado y purificado , como le hubiese gustado a John Cheever, deja constancia de que después de luchar contra la trampa de los dioses, se considera inocente y, por tanto, vencedor.
“Solo a través del sacrificio y del deseo por conocer consigue el héroe ser dueño de su propio destino”, escribe Alex Ollé en la presentación de esta obra aún no estrenada en España. “Con Valentina Carrasco hemos destacado en esta puesta en escena la humanidad del protagonista, fieles a la partitura de Enescu y al libreto de Fleg. Edipo no es un fantoche superado por los acontecimientos, sino un ser valiente que lucha durante toda su existencia por liberarse de un destino impuesto”.
La Fura dels Baus, que debutó en el Colón en 2011 con la ópera El Gran Macabro, ha vuelto a dejar un gran sabor de boca en Buenos Aires.
Fuente: Francisco Perejil (www.elpais.com)
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