La ‘Tempestad’ de Peris-Mencheta agita las Naves de Matadero



Fuente: Rocío Huerta (elpais.com)
Después de Hamlet, La Tempestad es probablemente el texto deWilliam Shakespeare más veces interpretado, releído y versionado. El más inspirador para autores de otras obras de influencia en los surrealistas e incluso en el cine. El último en sucumbir a las garras de la tentación del juego shakesperiano es Sergio Peris-Mencheta, quien en su afán de volver a las raíces del teatro ha convertido su visión de La tempestad en una auténtica oda a la transformación.
El otrora actor, hoy entregado por completo a la dirección teatral, ha suprimido, para empezar, el artículo La, dejando el título en Tempestad. Simple y llanamente “por respeto”. Peris-Mencheta reclama así su propia tempestad y la de la compañía teatral que dirige, Barco Pirata:“Porque es nuestra, porque hemos buceado durante seis meses en un proceso creativo, encerrados en un local de ensayo en nuestros ratos de ocio inventándonos nuestra propia versión, jugando a Shakespeare”, explica. ¿Y cómo se juega a Shakespeare? “Para empezar, perdiéndole un poquito el miedo, que no el respeto. La suerte de trabajar Shakespeare es que te abre un panorama de posibilidades inaudito”. El director desvela las instrucciones de su juego, que consisten en pintar, trabajar con arcilla, hacer talleres de clown, de percusión, y encontrar en cada personaje su esencia en distintos animales. “No invento la pólvora diciendo que La tempestad es una obra metateatral, que habla mucho del teatro, pero creo que sí hay una apuesta por parte de Barco Pirata de ahondar en eso y no tener miedo a que se vea el proceso teatral en escena, porque forma parte de lo que cuenta el autor”.
Durante hora y tres cuartos, una de las salas de las Naves del Español, en el centro cultural Matadero, se somete en tono de comedia, romance, thriller, drama y pop a una auténtica catarsis de personajes. Un viaje en el que los espectadores experimentan una tempestad de sensaciones capaz de trastocar todos los sentidos: seis actores que encarnan a una veintena de personajes convierten el texto de Shakespeare en un espectáculo visual, sonoro e incluso oloroso (huele a isla, a palo santo). Las gradas vibran como en un auténtico naufragio en esta función en la que asoma el Rey Lear, asoman Romeo y Julieta,asoma Macbeth, asoman, de alguna manera, todas las obras del bardo. “Eso nos ha permitido echar a volar la imaginación”, cuenta Peris-Mencheta. La obra contiene la esencia de la magia y la transformación, “hay algo de aguasquil. Hay algo de mágico”. Pero en vez de explotar los efectos especiales, esta Tempestad busca un viaje interior; de repente los personajes ven cosas que a lo mejor el público no ve pero puede intuir a través de los actores”.
Sergio Peris-Mencheta, que venía de dirigir un montaje protagonizado íntegramente por mujeres,Incrementum, la teatralización de la obra de George Pèrec, se ha despojado de las actrices en este montaje, a pesar de que hay un personaje femenino (una Miranda interpretada por Quique Fernández). La idea, cuenta el director, viene de una especie de reto: “Xavier Murúa, actor y uno de los fundadores de Barco Pirata, me dijo en broma: ‘¡Oye, la próxima vez solo hombres!’. Y me lo tomé al pie de la letra; ver qué pasaba”. Así, respaldado por el teatro clásico isabelino donde los personajes de mujeres eran interpretados por actores, se lanzó a una tempestad en género masculino.
"Es una obra muy, muy barroca y muy diferente a Un trozo invisible de este mundo en ese sentido. El montaje está al servicio de la imaginación y del niño, del que sale en escena y del que se sienta en la butaca. Es una función gamberra, tiene algo de adolescente", reflexiona en voz alta el director, y añade: "La intención, y el principal ingrediente que hace de ésta una Tempestad diferente, es acercar a Sheakespeare al espectador, dárselo todo muy masticado para que no tarden en entender a los personajes 20 minutos". Sin más ambición que esa, Peris-Mencheta ha encontrado la fórmula de contar el "cuentito" del bardo de una forma lúdica y entretenida, "esa es para mí la primera función del teatro: entretener. Esta es nuestra tempestad y, a partir del día del estreno, también la del público".

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