Mujeres de teatro, aún falta dar el salto


Vivimos un boom en el teatro. Las salas alternativas, sobre todo en Madrid, se multiplican; los nuevos dramaturgos también. Pero nos da en la nariz que en todo este proceso hay unapresencia escasa de mujeres. ¿Es cierto o es sólo una sensación? Para afinar, hemos hablado con tres directoras que han estrenado sus montajes esta temporada en Madrid: Carme Portaceli, Laila Ripol y Carolina África.
Para enfocar: unos datos numéricos. Una de las entrevistadas para este reportaje, Carolina África, ha ganado el Premio Calderón de la Barca para autores noveles en 2012, reconocimiento que, desde el año 2000, han obtenido nueve hombres y cinco mujeres. Otra cifra más para centrarnos: en la última edición de los Premios Max de teatro, los galardones de más peso -autor, autor revelación, versión y director de escena- recayeron en hombres, mientras que las mujeres conseguían escenografía, figurinista y composición musical.
“Con mi currículo, un hombre tendría una visibilidad mayor que la que yo tengo. Me acuerdo de una frase de María Jesús Valdés que decía: ‘Los hombres no es que no nos quieran, es que no nos ven’. Yo creo que ese es el problema”, opina Carme Portaceli, que ha estrenado en el Teatro Clásico Nacional Bandoleras, de Lope de Vega, la historia de dos hermanas que luchan contra las imposiciones masculinas (muy significativo). “Es como en el siglo XVII, que no se tenía en cuenta a las pintoras, aunque sí las había, y muy buenas; pero que en el siglo XXI se haga una retrospectiva y se siga sin tenerse en cuenta a las pintoras… Es un ejemplo. Hay un techo de cristal, eso es obvio. Está clarísimo; si no, no habría cuotas femeninas; y suerte que hay cuotas, porque, de lo contrario, no estaríamos en ningún sitio”.
“Yo no creo que haya pocas mujeres en el teatro; hay muchas, pero estrenamos menos. Hay muchas jóvenes; conozco a más autoras que autores”, asegura Laila Ripol. “¿Que si yo he tenido problemas en alguna ocasión por ser mujer? Todos los del mundo. Una vez, en un pueblo de Zaragoza, me tuve que encerrar en un camerino porque un bruto me quería pegar porque decía que él no aceptaba órdenes de una mujer. Fue hace seis años. Era el encargado de sonido. Luego nos enteramos de que, aparte de un poco maltratador, era el hijo del policía local, por lo que era intocable. Anécdotas, muchas. Sobre todo, en la dirección, porque como dramaturga trabajas más sola. Pero como directora, es más habitual, porque hay todavía mucho cabestro que no concibe que una mujer pueda tomar decisiones y tenga poder”.
Carolina África también ve ese doble rasero: “En las obras de clásico suele haber más papeles para hombres; bueno, lo mismo pasa en las no clásicas, la verdad. Tenemos a Lorca para agarrarnos un poco, pero en general hay más personajes masculinos y, sin embargo, hay más actrices que actores”. En cuanto a sus otras facetas, la de autora y directora, cree que sí que a las mujeres les cuesta más lograr las cosas: “Hay mujeres dramaturgas muy talentosas, pero creo que el concepto de mujer de teatro no está tan consolidado como el de los hombres. Los pedagogos, profesores de talleres y de seminarios casi siempre son hombres. Y también son ellos los que dirigen y programan teatros. La puerta se está abriendo con mujeres como Natalia Menéndez (directora del Festival de Almagro) y Helena Pimenta (directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico), pero el porcentaje es mínimo”.
Para seguir indagando, veamos cómo han sido las trayectorias profesionales de estas tres mujeres.
Carme Portaceli, valenciana de nacimiento y catalana de adopción, llegó a Barcelona muy joven y allí estudio Historia del Arte, “porque había que estudiar algo, pero yo siempre quise dedicarme al teatro”. En 1982 entró en el Teatre Lliure como ayudante de dirección de Fabià Puigserver, “mi gran maestro”, y Lluís Pasqual. “Ahí empecé a trabajar como directora autodidacta; en ese momento no había estudios de dirección. Cuando volví de París de hacer una asistencia con Antoine Vitez, monté un Pinter en el Lliure (El montaplatos) y también el primer Bernard-Marie Koltès que se ha hecho en este país:Combate de negro y de perros, en catalán. Hice un montón de autores alemanes. Soy pionera de muchos autores contemporáneos que se han hecho en este país. Bandolerases mi primer Lope de Vega, y me ha resultado impresionante. Creo que tenemos una literatura dramática poco valorada y fabulosa. Es la historia de dos hermanas que no se resignan a lo que les imponen, su padre, sus amantes, la sociedad, y se rebelan. ¿Pero cómo se van a resignar? Es como lo que ha pasado en Murcia con la niña embarazada que no la dejan ir a clase para que no la vean. Eso no puede ser, eso es infame”.

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