Julia Gutiérrez Caba: "Ya no estoy dispuesta a darle al teatro todo lo que pide"


Fuente: Julio Bravo (abc.es)
Si hay una actriz que represente la palabra elegancia, esa es Julia Gutiérrez Caba, poseedora de una mirada limpísima y un gesto distinguido, al igual que su voz acariciadora. El jueves recibirá el premio Corral de Comedias, en un acto que servirá para inaugurar la XXXVII edición del festival de teatro clásico de Almagro. «Para las gentes del teatro recibir un premio en esa ciudad, que respira teatro por todas partes y que conserva además esa joya auténtica que es el Corral, es muy emocionante», dice la actriz.
—¿Cuál es su situación actual? No está retirada del todo...
—No, retirada no estoy, porque las gentes de este oficio no nos retiramos nunca. Yo creo que hay que ir desapareciendo poco a poco de la misma manera que aparecimos. Pero el teatro es demasiado para mí. Te absorbe totalmente;cuando estás haciendo una función estás totalmente supeditada a ella, a sus horarios. Lo he hecho durante muchísimos años, pero todo eso ya me pesa. No estoy dispuesta a darle al teatro todo lo que pide. Con las giras, además... Me dan pereza los viajes, los equipajes. Ya sé lo que son esas cosas, ya las he vivido durante muchos años. A estas alturas me gusta disfrutar de otras cosas, saber que hay vida fuera del teatro...
¿Y de qué le gusta disfrutar?
De lo mismo que el resto de los mortales que no tiene horarios fijos. No tener preocupaciones, como las tenía cuando trabajaba en una función. Ahora puedo quedar con la gente que conozco o que quiero, ir al teatro como espectadora. Tengo otra manera de vivir.
¿Ha echado mucho de menos el escenario?
Yo llevo sin hacer teatro muchos años, pero he seguido trabajando en televisión. La hago desde 1961: hice teatro, series... Cuando vi que no lo podía hacer compatible con el escenario, estuve una etapa muy larga sin hacer televisión. Compaginar las dos cosas se puede hacer cuando eres muy joven, porque no duermes, igual que cuando haces cine. Con el añadido de que en una larga etapa de mi vida no había día de descanso en el teatro. Pero cuando eres joven aguantas eso y mucho más... Así que la televisión me ha permitido no desprenderme de mi profesión hasta hace dos o tres años;ahora las cosas me las tomo de otra manera.
Los actores veteranos hablan más de oficio de actor que de profesión. ¿Qué prefiere usted?
Yo uso las dos. El oficio hay que adquirirlo. Es también profesión porque vivimos de ello. Mi familia no ha vivido más que del teatro y del oficio de actor. Nosotros hemos vivido una etapa en que había además cine y televisión, pero mi familia ha vivido del teatro desde el siglo XIX;mi bisabuelo ya se dedicó a esto. Eran profesionales.
El término oficio implica un aspecto artesanal. ¿Cree que los actores lo mantienen?
Hoy hay muchas más escuelas; antes, los que nos dedicábamos a esto aprendíamos el oficio en el teatro. Había repartos con papeles que apenas tenían responsabilidad;yo empecé así, lo mismo que mis hermanos. Haciendo. por ejemplo, a una doncella que sacaba una carta, o personajes sin frase. Y todo eso nos iba sirviendo, aunque nos parecía que el aprendizaje era muy largo. Y lo era. Pero esccuchabas a los actores mayores y aprendías, entre otras cosas, a proyectar la voz. Porque cuando empiezas tiendes a hablar muy bajito, porque sientes tal terror... Por lo menos a mí me pasaba. Ahora el oficio se aprende de otra manera, y es posible que lo artesanal se haya perdido en cierto modo. Pero no hay que olvidar que el teatro cuenta con otro actor que es el público. Es la mitad del espectáculo, que además es irrepetible. En cada representación el público es distinto... Y tú también, porque no te han pasado las mismas cosas. Aunque digas el mismo texto y sigas las mismas indicaciones, la función nunca es la misma. Y eso lo puedes calificar de artesano, porque estás fabricando en ese momento algo fresco, instantáneo, solo para los que están ese día en el patio de butacas.
¿Entiende a un actor que no haya hecho nunca teatro?
Existen... Pero yo no lo puedo entender. Hay un tipo de actor, al que llaman animal cinematográfico por su fotogenia o por su relación con la cámara, que «a lo mejor no lo necesita». Pero muchas de las grandes estrellas de Hollywood fueron y son gente que surgió del teatro. El teatro, a mi modo de ver, es básico. En otros medios aprendes enseguida a aplicar una técnica determinada. El cine no admite los gestos tan señalados como en el teatro, ni la voz... Pero eso lo aprendes si tienes una base; desarrollar un personaje, estudiarlo tal y como es. Y aplicas el método. El actor que solo ha hecho cine o televisión tendrá sus métodos, y serán válidos... Pero para mí no es concebible porque yo vengo de otro camino; el cine lo hice mucho después de hacer teatro.
¿Tenía cuando empezó alguna referencia aparte de su familia?
No me fijé en nadie determinado. Cuando se llega al oficio de la manera en que yo lo hice, por tradición familiar, se ve de otra forma. Yo lo viví -y lo mismo mis hermanos- desde que tuve uso de razón. Y se ve de otra manera. Es la profesión de tus padres, y lo ves con naturalidad. Aceptas, porque no tienes otro remedio, sus horarios, sus ausencias, y también que para hacer unos personajes se tienen que disfrazarse. Eso forma parte de tu vida cotidiana, como supongo que en casa de un médico los niños conocerán desde pequeños lo que es una consulta... Entramos en la profesión de otra forma, lo aceptamos con menos deslumbramiento. Yo no tenía un modelo a seguir, pero estaba acostumbrada a ver teatro desde pequeña. Nos llevaban al teatro, a la zarzuela, porque parte de mi familia se dedicó a ella. A mi hermana y a mi nos gustaba mucho la música, y nos aprendíamos las letras y las hacíamos... Los niños reflejan lo que ven. Y para jugar había que disfrazarse, porque eso es lo que veíamos, y teníamos un arcón lleno de ropa. Nos acostumbrábamos desde muy pronto y poco a poco a ver teatro. Aunque nuestros padres no nos llevaban mucho a ver el teatro por dentro. Consideraban que los niños tenían que estar en su sitio: en el colegio, en casa jugando o con otros niños. Pero no teníamos que aprender lo que era un camerino, y conocíamos a los actores y a las actrices. Nuestra madre nos hablaba mucho también de actores del pasado, que no vimos. Su huella estaba. Y esas referencias no sé si las tiene la gente joven. Yo veo que nombras a alguien de la profesión, de hace no tantos años, y no saben quién es.
Supongo que se habrá imaginado cómo hubiera sido su vida sin el teatro.
Algunas veces, pero como habrá visto era difícil escapar... Yo tuve muchas reservas en dedicarme a esta profesión, precisamente porque sabía lo que significaba y me daba cierto miedo no estar a la altura. Veía a otros actores y lo difícil que era lo que hacían, y pensaba que yo no llegaría. Por eso no me decidía a entrar en la profesión. A mis padres seguro que les hubiera gustado que nos dedicáramos a otra profesión más segura, pero no opusieron ninguna reserva. Mi hermana Irene fue muy precoz y tenía muy clara su vocación. A mi me gustaban otras cosas, pero no tenía nada decidido. Y cuando surgió la oportunidad de salir a hacer un papel sin responsabilidad -con el empuje de otros actores-, lo hice, y así empecé. De una forma muy pequeña, pero ya formaba parte de la profesión.
Le producirá mucho orgullo ver que la saga sigue con su sobrina-nieta, Irene Escolar.
Sí. Irene es un animal de teatro, y le encanta estudiar. Cuando no está trabajando hace un curso, u otro... Se apunta a todo. Ahora los jóvenes tienen esa facilidad. La sociedad ha cambiado mucho y nuestra profesión también. No teníamos paro, por ejemplo. Si no había representación, no cobrábamos.

«Nunca he actuado en el Corral»

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