Tormenta jurídica en Portugal por una obra de teatro
"Hay miedo en la sociedad portuguesa. Miedo, asociado a cierta apatía. Los jóvenes no se organizan y apenas saben nada de la revolución de abril", lamenta el escenógrafo José Manuel Casta-nheira, antiguo director del teatro Nacional Doña María, uno de los tres procesados. Los otros dos son Carlos Fragateiro, expresidente del Consejo de Administración del Doña María, y Margarida Fonseca Santos, autora de la versión.
La hija rebelde se estrenó en el teatro Nacional de Lisboa en 2007, con la presencia de, entre otros, dos expresidentes de la República. Estuvo tres meses en cartel, con un montaje dirigido por Helena Pimenta, nueva directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España.
La obra, que se representó en Madrid y Oporto, se basa en la vida de Annie Silva Pais, hija del mayor Fernando Silva Pais, jefe de la PIDE hasta el fin de la dictadura instaurada por António de Oliveira Salazar. Annie fue a vivir a Cuba a principios de los años sesenta tras casarse con un diplomático suizo destinado en la isla caribeña, y pronto quedó cautivada por la revolución y sus líderes. Fueron años intensos en los que vivió episodios como el nacimiento de los Comités de Defensa de la Revolución (1961), la crisis de los misiles (1962), la batalla por los 10 millones de toneladas de zafra (1970), las cartillas de racionamiento y el envío a Angola de los primeros combatientes cubanos (1974). Fueron años de pasión, en los que conoció al Che, trabajó como traductora oficial de Fidel Castro y acabó separada de su marido.
Su madre viajó a Cuba para intentar convencerla sin éxito de que regresara a Portugal. La dictadura salazarista silenció su rebeldía. Volvió a su país, temporalmente, tras el 25 de abril de 1974, y trabajó para la revolución de los claveles, en las campañas de alfabetización. Visitó a su padre, encarcelado en la prisión de Caxias y procesado por el asesinato en España del general antisalazarista Humberto Delgado. Y regresó a Cuba, donde murió en 1990.
Doce años después, los periodistas del semanario Expresso José Pedro Castanheira y Valdemar Cruz publicaron el libro La hija rebelde. Los autores describen a Annie Silva Pais como "una fuerza de la naturaleza", con "un coraje asombroso". José Manuel Castanheira, con 40 años de carrera teatral a sus espaldas, recibió en 2006 la propuesta de representar la obra en el teatro Nacional Doña María, con adaptación de Margarida Fonseca. "No me parecía adecuado un director portugués; era una historia demasiado reciente. Hacía falta cierta distancia y pensé en Helena Pimenta, cuya obra admiraba y es hija de portugués", explica Castanheira.
El acuerdo se concretó en una reunión a finales de 2006 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. "Helena Pimenta mostró un gran entusiasmo desde los primeros días. Era una historia que trascendía el mundo portugués y cubano, y era su primera experiencia como directora en Portugal, con un reparto de actores muy conocido, encabezado por Ana Brandão". Castanheira fue el responsable de la escenografía.
"Tanto en el libro como en la obra de teatro queda meridianamente claro la fascinación de Annie Silva Pais por la figura del Che Guevara, aunque no se dice que hubiera existido una relación sentimental entre ambos".
Poco antes del estreno en Lisboa, los sobrinos de Silvia Pais pidieron ver el texto. "Querían censurar la obra", recuerda Castanheira, que se reunió con los familiares del antiguo jefe de la PIDE. "Decían que en el texto había frases falsas. Les recordé que desde abril de 1974 la censura había dejado de existir en Portugal, y que no iba a permitir ningún ataque a la obra". Berta Silva Pais estuvo en el preestreno, sin hacer comentarios. Meses después, Castanheira recibió una citación judicial.
Los cargos tienen que ver con el fragmento de la obra que refiere una conversación entre Silva Pais y Rosa Casaco, el jefe del comando de la PIDE que asesinó en España al general Humberto Delgado, en 1965. Los sobrinos de Silva Pais, que murió durante el juicio, alegan que su tío no tuvo nada que ver con aquel crimen y reclaman 30.000 euros.
"Entiendo que la obra toca algunas heridas, pero aquí hay una gran confusión", señala Castanheira. "¿Qué se pretende juzgar? ¿El teatro? ¿La historia? ¿La obra?", pregunta el escenógrafo.
Fuente: Francesc Releas (www.elpais.com)
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