El microteatro se hace grande


Fuente: Victoria Gallardo (metropoli.com)

Hace cuatro años, un prostíbulo de la madrileña calle Ballesta fue testigo de cómo el ingenio se puede convertir en el mejor arma contra la crisis. Durante 10 días, las 13 habitaciones de aquel burdel acogieron a casi 50 artistas entre directores, autores y actores dispuestos a dar un nuevo impulso al panorama teatral. Su propuesta, representaciones de 10 minutos para un aforo máximo de seis personas y a precios económicos. Acababa de nacer Microteatro por dinero. Tras el éxito cosechado y después de mudarse a una antigua carnicería de la calle Loreto y Chicote, este innovador formato cuenta cada vez con un mayor número de adeptos.


Alberto Puraenvidia y José Martret son dos de ellos. Tras alquilar y reformar un destartalado bajo en el barrio de La Latina, que antes de su llegada había sido un piso patera, estos dos socios abrieron al público las puertas de La Casa de la Portera, un espacio en el que dos habitaciones de apenas 20 metros cuadrados se convierten en el escenario hasta el que se han acercado espectadores de la talla de Mario Vargas Llosa, Maribel Verdú o Gracia Querejeta.
Lejos de concentrarse sólo en la capital, la fiebre del microteatro ha llegado hasta distintos rincones de nuestra geografía. Desde el pasado año, las noches cordobesas cuentan con un nuevo atractivo. "Cuando se sale de tapeo por Córdoba, siempre se recorren varios sitios. Es algo que tenemos asumido. Por eso, desde CortoCircuito lo que proponemos es un recorrido guiado para grupos de 20 personas en el que se ofrecen tres representaciones en tres espacios diferentes por siete euros", explica Paco Nevado, responsable de esta propuesta teatral itinerante.

Librerías, restaurantes, hoteles, patios de viviendas, estudios de diseño, salas de yoga, una tienda de bicis o, incluso, una clínica canina son algunos de los escenarios por los que ha desfilado el equipo de CortoCircuito, que aún se sigue sorprendiendo con la acogida que ha tenido su iniciativa: "La crisis nos abrió un nuevo campo de actuación. La gente se puso las pilas y, cuando las cosas se hacen con ganas, lo normal es que salgan bien". Tanto es así que, además de estar planeando una gira con las agrupaciones Escena Bruta (Málaga) y El Gato en Bicicleta (Sevilla), también están pensando en hacer similar en Granada y en Vigo.
Precisamente es en tierras gallegas donde se encuentra La Tuerka27, una productora que, tras una visita a Madrid, también se ha lanzado a la aventura de organizar sus propios montajes en La Coruña. "El microteatro es la forma más directa de estar visibles y hacer lo que nos gusta hacer. Es rápido de montar, sencillo e inmediato", asegura la directora Iria Ares. Tras convertir una antigua peluquería y un burdel en dos salas de teatro con capacidad para 20 personas, han conseguido cautivar cada semana a decenas de espectadores. "Lo que más impresiona al público es que la distancia con el actor se reduce a cero. Por ese se siente más partícipe que asistente de la ficción", asegura.
Sin embargo, esto también entraña riesgos: "Los errores siempre se van a detectar, algo que no ocurre en el teatro de gran formato, donde los actores tienes más recursos para salvar ese tipo de situaciones. La parte positiva es que eso les obliga a revisar sus técnicas interpretativas, a estar en constante evolución. Cuanto más cerca están de su público, más gusto les da actuar".

Valladolid también ha sido testigo de esta otra forma de hacer teatro. Tras comenzar en un bar a las afueras de la ciudad, Microteatro por la gorra consiguió un emplazamiento fijo mucho más céntrico en el restaurante El Desierto Rojo. "Cada jueves estrenamos tres obras diferentes porque esto no es Madrid: aquí no puedes tener las obras en cartel mucho tiempo. La entrada cuesta 1 euro y al final de la representación los actores pasan una gorra de la que sale la mayor parte de su sueldo", explicaba recientemente María Negro, una de las responsables de esta iniciativa que organizó en colaboración con su amiga Cristina Hernández. "Para enganchar empezamos con escenas cómicas, pero luego nos atrevimos como el drama y con noches temáticas, como la noche musical o la del cine mudo. La gente tiene muchas ganas de ver muchas cosas. Tiene ganas de cultura".

A pesar de que la reciente prohibición de realizar espectáculos de estas características en varios bares de Valladolid ha obligado a Microteatro por la gorra a "echar el cierre hasta nuevo aviso", sus fundadoras aseguran que seguirán luchando para que este "adiós" se convierta en un "hasta pronto".
El microteatro también se ha dejado sentir en Barcelona. A finales del pasado año, el Teatro Lliure puso en marcha una serie de representaciones con este formato. "Teníamos un espacio sin aprovechar, una sala del teatro que hubo que cerrar hace un año por falta de presupuesto. La transformamos en un pequeño café-teatro en el que se pudiera encontrar ese espíritu de inmediatez del que carecen habitualmente los grandes proyectos teatrales", asegura Pau Carrió, responsable de la dirección artística del teatro.
La duración de las actuaciones nunca deberían excedieran los 20 minutos, decisión no fue fruto del azar, sino que fue ese mismo tiempo el que consiguió aguantar la respiración bajo el agua el suizo Peter Colat, que entró en el Récord Guiness en el año 2011. Mientras trabajan en la programación de la próxima temporada, desde este teatro no pierden de vista su objetivo: seguir dejando al público sin respiración.

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