Magüi Mira: "La erótica del poder que se siente sobre las tablas no tiene precio"

Fuente: Alberto Ojeda (elcultural.es)

Curiosa coincidencia en los teatros de Madrid y Nueva York. La anarquista, la última obra de David Mamet, una reflexión sobre la reinserción de los presos políticos, se representa simultáneamente en el John Golden Theater y en el Español. El montaje norteamericano es el propio Mamet quien lo dirige. En el plantel cuenta nada menos que con Debra Winger y Patti LuPone. Aquí es José Pascual el que lleva la batuta. Y bajo sus órdenes están las actrices Magüi Mira y Ana Wagener. La primera estuvo en la urbe estadounidense viendo la versión canónica de la obra. Y -"sinceramente"- no terminó de convencerla. Le pareció que la pareja de intépretes eran apenas meras lectoras del texto (sacrosanto para Mamet). "Le falta sangre". Eso es lo que le han intentado poner ellas sobre las tablas. "Sangre y alma".

Esta obra se estrena en el Teatro Español y el John Golden Theater de Nueva York. ¿Siente curiosidad por ver versión norteamericana, con Debra Winger y Patti LuPone en el plantel? 
Fui a Nueva York y pude ver el trabajo de Mamet como director de su propia obra, y por los pelos: lo quitan este domingo. Y con razón,encontré un trabajo aburrido en el que Mamet escucha su texto y el espectador recibe eso, sólo texto. Sin compromiso, sin alma, sin sangre. Experiencia interesante que me hizo entender una vez más que el arte escénico es por encima de todo un acto de creación en equipo, suma de texto, director, actores, actrices en este caso, luz, espacio, música, vestuario... y que de un mismo texto nacen resultados muy diferentes. Volví tranquila a Madrid, con la intuición de que nuestro trabajo sí iba a llegar al corazón del espectador madrileño. Y en eso estamos. 

"Es una conversación en tiempo real, muy sencilla en su planteamiento pero muy exigente para las actrices, que tienen únicamente el texto y el subtexto como apoyo". Así lo explica José Pascual. ¿Es realmente tan difícil poner en pie en términos interpretativos este texto? 
Sí, afortunadamente, es muy difícil. Un texto teatral aunque lo encierra todo no lo es todo. No es una obra de teatro. Es una obra para el teatro. Hay que despertar en él lo que hay dormido. Darle vida, proceso, y comunicación con el espectador. Yo no quiero hacer de Cathy, quiero ser Cathy la hora y cuarto que dura mi trabajo. Quiero ser persona, no personaje. Quiero que el espectador asista a un momento de vida en tiempo real entre Anne y Cathy. 

Y Ana Wagener, tu compañera sobre las tablas, explica que "en cada verdad esconde una mentira y viceversa". ¿Tan enrevesado es el juego que plantea Mamet? 
Es múltiple, se superpone el plano político con el personal, es mágico, es Mamet. 

Qué destaca de José Pascual como director. ¿Cómo ha sido el trabajo con él? 
La experiencia con José ha sido única, irrepetible. Permite un trabajo libre, abierto. No plantea una propuesta de personajes, tampoco de acción. He tenido que buscar a Cathy cruzando una selva llena de peligros. Una experiencia. 

Para participar en este proyecto ha hecho un paréntesis en su carrera como directora -acaba de estrenar ¡Ay, Carmela! en San Petersburgo, ¿no?-. ¿Cómo alterna su doble condición? ¿En la actualidad, qué le pide más el cuerpo, dirigir o actuar? 
Es verdad. Acabo de estrenar Ay Carmela, y Madame Bovary sigue su gira por España, este fin de semana están en el Gran Teatro de Córdoba. Tener el privilegio de contar una historia como yo la entiendo, con la ética y la estética que yo considero necesaria, es algo que me sigue sorprendiendo. Aprendo en las dos orillas. Valoro y admiro cada vez mas a mis compañeros actores y actrices, grandes textos se quedarían en los cajones si el arte de interpretar. Pero la erótica de poder que siento cuando estoy en las tablas del escenario, respirando en paralelo con el espectador, que está conmigo segundo a segundo, no tiene precio. 

Por cierto, ¿cómo ha sido la respuesta del público ruso ante su propuesta?
Conmovedora. Un público tan formado, tan exigente como el de San Petersburgo, que es una de las capitales mundiales del teatro, se ha entregado con pasión. No queda una sola butaca libre. Han descubierto un texto contemporáneo español, a Sanchis Sinisterra. Asombrosamente he conseguido una gran cohesión con todo el equipo, con Reguina y Sasha, actores admirables, y hemos hecho el mismo viaje. Una felicidad. Para el teatro Fontanka por que vende todas las entradas, para el público que disfruta cada representación, y para el equipo de creadores que lo hacen posible. Están satisfechos, es un lujo comprobar que a veces el trabajo tiene sentido, la crítica también lo ha dicho. Por eso el Teatro Fontanka ha incorporado, tanto Ay Carmela, de Sanchis Sinisterra, como mi anterior trabajo con ellos, Cuento de Invierno, de Shakespeare, a su repertorio para los próximos 10 años. 

¿Cuál diría que es el asunto esencial que aborda La anarquista? ¿La dificultad de esta sociedad para perdonar? 
La dificultad de esta sociedad para perdonar es uno de los ejes de la obra. Mamet destripa y pone encima de la mesa cuestiones tan importantes como la traición, el engaño, la represión, el Estado corrupto, la necesidad de una regeneración democratica, de un nuevo orden, el sexo homosexual... Golpea con fuerza el pensamiento del espectador, pero magistralmente consigue que estas dos mujeres que hablan sin parar y discuten y se engañan durante una hora y cuarto, estén movidas y removidas por un río emocional sumergido y sorprendente que no las deja respirar. 

¿Le ha interesado lo suficiente Mamet como para plantearse dirigirlo en un futuro? 
Mamet es un autor vivo, testigo del momento que estamos viviendo, con una forma de expresión que penetra en el espectador. Es verdad que no todas las obras de Mamet, ni de cualquier autor, son obras maestras. Pero sí, me gustaría. Ojalá Mamet vuelva a crear un buen texto y yo tenga la oportunidad de darle vida en escena con actores excelentes. 

Hablando de futuro, ¿hay algún proyecto en el que esté embarcada para los próximos meses y nos pueda adelantar algo? 
Mamet, Mamet, Mamet... Estoy ya trabajando para dirigir en Helsinki, y en México DF Madame Bovary. Me alimenta dirigir en diferentes lenguas y en diferentes culturas.

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