Helen Mirren regresa al trono



Fuente: Patricia Tubella (elpais.com)
El reinado de Helen Mirren en el universo teatral del West End ha quedado instaurado esta semana con su nueva encarnación de Isabel II en la obra La audiencia (The Audience), objeto de la rendición unánime de la crítica británica. La protagonista de la película La reina (2006), que le procuró el Oscar y un cúmulo de premios, recupera y profundiza sobre las tablas en un personaje con el que transita a lo largo de seis décadas de historia, desde la joven que accede al trono tras la muerte prematura de su padre hasta la soberana octogenaria y casi perenne que conocemos hoy.
Mirren está soberbia en un papel escrito expresamente para ella por Peter Morgan, el guionista de aquel filme que elevó a una actriz muy respetada a la categoría de estrella. Bajo la batuta del director teatral y cineasta Stephen Daldry (Billy Elliot, Las horas) la producción toma el marco de las audiencias semanales que la reina de Inglaterra ha venido celebrando con los sucesivos primeros ministros para especular sobre el contenido de esas conversaciones, blindadas por el secreto de Estado pero que la ficción ha convertido casi en materia de psicoanalista.
A sus 67 años, la actriz se transforma en una veinteañera vestida de luto que, recién heredada la corona, debe lidiar con el paternalismo de Winston Chrurchill o en una vieja dama rendida por la siesta durante su encuentro con el actual jefe de gobierno, David Cameron. Aunque no necesariamente por ese orden, porque la obra rehúye el relato cronológico y opta por los saltos en el tiempo, inaugurando el desfile de políticos en las sesiones reales con un John Major (años 90’) lloroso ante la rebelión de sus correligionarios conservadores.
Doce han sido hasta la fecha los primeros ministros que han despachado regularmente con la monarca a lo largo de 61 años, en los que Mirren no sólo nos muestra a su criatura teatral como a una verdadera profesional del oficio, sino principalmente como una personalidad que encara muchas crisis mientras va afianzado su autoconfianza y autoridad de forma casi imperceptible pero firme. La actriz se transmuta en la reina incisiva que inquiere a Anthony Eden sobre el conflicto del canal de Suez (1956), que medio siglo después denota cierta simpatía y humanidad ante la depresión y paranoias del laborista Gordon Brown y que nunca pudo sufrir a la única mujer que ha ocupado el número 10 de Downing Street, Margaret Thatcher (1979-90 en el poder).
El gran ausente de La audiencia es Tony Blair, un político imprescindible a la hora de encarar la crisis de la monarquía británica tras la muerte de la princesa Diana, pero cuyo personaje de ficción ya acaparó gran parte del protagonismo en la película La reina. Porque esta obra, y a pesar de la solidez de su nutrido reparto, pertenece por entero a Helen Mirren, avasallada con toda serie de elogios por parte de los entusiastas críticos británicos. Incluso el sector minoritario que no ha valorado la pieza teatral en la misma medida que el grueso de los colegas, aconseja pasarse por el teatro Guielgud de Londres tan solo para asistir a una interpretación tildad cuando menos de “magnífica”.

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