“Nadie me pide que marque acento con un Chéjov o un Ibsen”



Fuente: Eva Sáiz (elpais.com)
“El hombre que yacía en el suelo era Matthew Shepard. Su cabeza estaba bañada en sangre y había sangre seca debajo de su cuerpo. Apenas respiraba”. Sin una sola traza de acento español, en perfecto inglés, así declama parte de una de sus escenas de la obra, The Laramie Project, Mercedes Herrero, una actriz nacida en Almería pero criada en EE UU, que ha recibido excelentes críticas por su interpretación de Reggie Fluty en la función, que ha estado en cartel en el BAM de Nueva York este mes de febrero.
Herrero es completamente bilingüe, pero como pasa con casi todo lo que se modela con compuestos, la dicotomía aflora en ella de manera inevitable. “Me siento más cómoda interpretando en inglés, pero culturalmente me siento española”, explica la actriz en conversación telefónica desde Nueva York. Ella se identifica como una actriz hispana, pese a que no encaja y se niega a encajar en el cuestionable prototipo de latina que tienen los productores de Hollywood. “Ni soy un bellezón como Penélope [Cruz], ni tengo las curvas de Sofía Vergara. Me pedían que forzara mi acento para hacer papeles en televisión y en cine, pero yo a mi agente siempre le insisto en que me busque pruebas para personajes normales”, asegura Herrero en conversación telefónica.
Su reticencia a amoldarse a la falta de sutileza de la industria del cine –pese a que sí ha participado en películas y en series de televisión, como Ley y Orden-, ha beneficiado su carrera sobre las tablas, el lugar donde, por otro lado, Herrero confiesa sentirse más cómoda. “En el teatro no importa tu apellido. Nadie me pide que marque acento con un Chéjov o un Ibsen”, asegura.
Herrero lleva 17 años recorriendo los teatros del off-Broadway y del circuito regional de Estados Unidos. Su versatilidad le permite interpretar teatro contemporáneo, como el TheLaramie Project que acaba de clausurar en Nueva York, y teatro clásico, como los 13 Shakespeares que lleva a sus espaldas, en los que ha compartido escenario con Lynn Redgrave o Liev Schreiber. La actriz ha actuado en inglés y en español, algo que ahora va a continuar realizando como parte de la compañía The Chicago Theater Sweatshoprecién fundada en Chicago por el dramaturgo español, Emilio Williams.
Este proyecto permitirá a Herrero interpretar en España, si bien nunca se ha planteado seriamente probar suerte allí. “Si me llamaran me iba corriendo, pero lo cierto es que no tengo la energía ni las conexiones para intentarlo ahora, además aquí, en EE UU, no me falta trabajo”, reconoce.
Herrero nació en Almería en 1965 casi por casualidad. “Mis padres habían abandonado España y vivían en Escocia, pero viajaron a Almería de vacaciones porque allí estaba trabajando mi abuelo”. Al año siguiente su familia se trasladaría definitivamente a EE UU, primero a Pittsburgh (Pensilvania) y, finalmente, a Charlottesville (Virginia), donde su padre enseña literatura, aunque durante ese período los Herrero llegaron a pasar un par de años sueltos en España. “Yo estudié 2º y 6º de EGB en La Coruña y durante la Universidad hice un curso de Literatura Comparada en Valencia”, explica la actriz.
Y es que, aunque la interpretación siempre fue algo vocacional para Herrero, ésa no fue su primera opción. “Yo quería ser académica, como mi padre”, reconoce. “Pero en la biblioteca de la Universidad no iba a leer libros sino a ver todas las películas de cine que tenían. Me di cuenta de que me faltaba el interés para el estudio pero que me sobraba la pasión para ser actriz”, asegura.
La intérprete está satisfecha de su trayectoria y se siente especialmente orgullosa de su trabajo en The Laramie Project, que The New York Times destaca especialmente. Formar parte de la obra, en la que desembarcó hace más de 10 años, cuando el proyecto comenzó a fraguarse -y que ahora ha vuelto a retomar la compañía con una versión que narra la vida en el pueblo 10 años después de la muerte de Shepard-, cambió la vida de Herrero, tal y como confesó en un artículo que escribió para la versión estadounidense del Huffington Post. “Me di cuenta de que la importancia del teatro contemporáneo, de lo esencial que es que el artista esté involucrado en la sociedad. No podemos olvidar que una función primordial del arte es entretener, pero, además, el arte debe remover conciencias”, afirma.
Herrero, no obstante, reivindica la existencia de esa fuerza en el teatro más clásico. “Shakespeare es muy actual, el poder, las jerarquías sociales… todo eso está en Shakespeare”. Otro ejemplo de la dicotomía de la actriz, que también se observa en su forma de interpretar. “Partí de Stanislavsky, pero me he dado cuenta de que la emoción no es el principio, sino el resultado. Lo importante es contar una historia, que no se note que hay actores”. Algo que Herrero ha demostrado que se le da muy bien.

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