Alicia en el país del ciberacoso



«Un hombre y una chica. Un banco en el parque y una farola. Se conocieron a través de internet y éste es su primer encuentro físico». Este es el esqueleto de Grooming, una obra de Paco Bezerraque se estrena hoy en el teatro de La Abadía , con dirección de José Luis Gómez y Nausicaa Bonnin y Antonio de la Torre como actores. Grooming es el término con el que se conoce al conjunto de acciones que un adulto rezliza para ganarse la confianza del menor a través de la red con la intención de obtener sus favores sexuales. «Es un tema terrible y temible —dice Gómez—, y en esta obra tiene un tratamiento insólito; es un trhiller, un hermoso y turbador cuento negro sobre dos ángeles a los que se les han caído las plumas de las alas. Habla de parafilias, de patologías».
El joven dramaturgo Paco Bezerra es el autor de esta obra, que escribió entre 2007 y 2010; lo hace, cuenta, «atrapado por el interés y la curiosidad, suspendido en el aire, volando, como Alicia en el País de las Maravillas, mientras descendía a otro mundo por las paredes de un pozo abismal e insondable. De lo que encontré al otro lado, al chocar contra el suelo, de eso trata la obra», dice el autor.
José Luis Gómez eligió esta pieza de entre tres textos de Bezerra. Lo hizo, dice, «por la abrumadora soledad que viven sus personajes, por la sutil dependencia verdugo-víctima que se va estableciendo, por el humor entreverado que vuelve una y otra vez como un hilo de agua que desaparece en la obra».
Los dos personajes, añade Gómez, son «víctima y verdugo alternativamente, como la vida misma. El fenómeno neurótico se transmite a través de la relación familiar; todos tenemos un punto neurótico, aunque no llegue a la patología. En el texto no hay mucha información sobre las familias de los dos personajes, pero se atisba que sus relaciones parentales son difíciles».
Nausicaa Bonnín encarna a la joven acosada. La actriz, a quien se ha visto recientemente en Madrid en el montaje de La gaviota que dirigió Rubén Ochandiano en el Lara, dice de su personaje que «en apariencia es una chica de 16 años y la tecnología forma parte de su día a día. Es un tanto cerrada y oscura, con mucho mundo interior que no sabe expresar, y encuentra en internet un mundo más cómodo que el real».
Su compañero de reparto, Antonio de la Torre, dice de su personaje que es un hombre «cuyo principal motor es su necesidad de afecto; es un hombre solo, que alimentó unos sueños que no ha podido realizar. Esta es una función de espejos y soledades».
Para el director de La Abadía, esta obra ha supuesto un reto; en lo referente a la escenografía, ha hecho de la necesidad virtud, y las tablas de la sala José Luis Alonso de su teatro apenas albergan unos pocos elementos: un banco, un columpio, una farola, un contenedor de basuras... «No solo es una cuestión económica —dice Gómez, que se autodefine como «un minero del teatro»—, sino que había que tratar de extraer todas las virtudes del texto con los medios más exiguos. Además, siempre he pensado que el actor necesita aire, y que su trabajo se subraya más cuantos menos elementos escenográficos haya. Me atraía, además, poder trabajar solo con dos actores. La poética está implícita en el texto y la labor de dirección ha pretendido simplemente amplificarla. Los dos actores con los que he contado son los idóneos y han sido esponjas».
Fuente: Julio Bravo (www.abc.es)

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