Zarzuela sin chulapos
Fuente: Carlos Avilés Soler (elpais.com)
Casta grita por los tirones de pelo que El Tío Antonio le da con el peine. Se queja y canta una soleá. Todo sucede en la peluquería Juan, por Dios, de la calle de Pérez Galdós, en el centro de Madrid. En un estrecho salón con sillones, grandes espejos circulares y secadores de aire, se amontonan una veintena de personas, que observa en silencio.
La escena, de Noche de verano en la verbena de la Paloma, es un aperitivo antes del estreno de la obra, que entre el 23 de febrero y el 3 de marzo se representará en la Sala Roja de los Teatros del Canal. La directora, Marina Bollaín, traslada hasta nuestros días la zarzuela original, La verbena de la Paloma, de Tomás Bretón, estrenada en 1894. “Esta zarzuela reflejaba la realidad de entonces y estaba ambientada en una fiesta, la de la Paloma, que aún se celebra”, cuenta.
“En la zarzuela existen tres posibilidades”, cuenta Albert Boadella, director artístico de los Teatros del Canal, que también asistió ayer a la representación. “El mejor camino es el escogido por Marina: tomar el espíritu de la zarzuela y colocarlo en relación a nuestro tiempo para que nos veamos reflejados”. “Hay que innovar”, resume Bollaín, aunque respetando el espíritu de la obra.
Los personajes han sufrido algunos cambios: Julián, el protagonista, ha dejado de ser cajista para convertirse en un repartidor de butano con poco futuro y la Tía Antonia ahora es un hombre. Personajes que en el libreto original tenían una presencia poco más que testimonial ahora tienen más peso. “El teatro de horas es muy costoso porque se necesitan muchos personajes. Si hacemos que los personajes canten más, optimizamos los recursos y redondeamos el elenco”.
En la producción hay temas musicales que no están en el original. “En la zarzuela, el tercer cuadro normalmente se resuelve de manera muy pobre", cuenta la directora. “Se usaban polcas, mazurcas, seguiriyas… la música que escuchaba la gente”. Esta vez se han incluido temas más conocidos para el público actual: un bolero —Dos gardenias— e, incluso, el Waka waka. “Las situaciones y los personajes pueden haber cambiado pero la partitura original permanece inalterada”, cuenta Manuel Coves, director musical de la obra junto con Miguel Roa.
Bollaín cuenta que el origen de este montaje está en Alemania, donde se formó en dirección de ópera y canto. Fue en 2002. “Vivía en Berlín y recién licenciada estrené la obra con otros estudiantes. Tuvo un éxito enorme”.
Para Boadella El género chico tiene todas las posibilidades de ser el gran género español. “Mi generación repudió la zarzuela porque decía que era algo franquista. Los directores dejaron la zarzuela como algo casposo”, explica. Ese olor a antigualla es el que hay que desterrar de la mentalidad del público para llegar a las generaciones actuales porque la zarzuela “sigue emocionando a un chaval de 10 años igual, aunque le guste el pop”.
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