Del huracán de Teatralia... a la buena cosecha del Fetén de Gijón
Fuente: Rafael Esteban (elcultural.es)
El huracán es fuerte, pero el barco del teatro para niños sigue a flote. Teatralia, el festival de la Comunidad de Madrid dedicado a las artes escénicas para pequeños, partirá el próximo 1 de marzo con una tripulación similar, en cuanto a números, a la de la edición pasada. Para ese viaje que pasará por 32 municipios de la región el certamen cuenta con la participación de 17 compañías, 8 españolas y 9 extranjeras, que estrenarán en la Comunidad un espectáculo cada una, además de presentar una exposición de 60 marionetas y máscaras de Malí en Alcalá de Henares.
“Este tipo de teatro es el más difícil de programar porque los niños son los espectadores más críticos. Tienen un detector especial de calidad y, como carecen de los prejuicios de los mayores, enseguida demuestran de forma muy clara si algo de lo que están viendo no les gusta”, asegura Charo Martín-Crespo, directora del Festival. Por eso, la también responsable del Real Coliseo de Carlos III en San Lorenzo de El Escorial, que lidia durante todo el año con este público, ha elaborado una programación delicatessen.
“Hemos intentado recoger toda la variedad que hay en el teatro para niños. No sólo de edades, sino también una diversidad de géneros que muestren la gran riqueza existente, aunque una de las características de este teatro es que ya casi no hay espectáculos puros, pues la mayoría combinan muy bien varios lenguajes”. Así, la programación es un paseo por el circo, la música, el teatro y la danza mezclados entre sí. Entre esta oferta se encuentra Yo soy la locura, una obra que también puede servir como ejemplo del rigor y la profesionalidad con las que las compañías abordan el teatro para niños. El montaje de Claroscuro supone un viaje a otra época, tanto por el tiempo como por los medios que utiliza. Yo soy la locura se remonta hasta la conquista del actual México por Hernán Cortés para presentar “un cuento sobre el mestizaje a través de la pequeña historia de amor y sacrificio entre uno de los titiriteros que formaron la expedición castellana y una mujer azteca”, según Francisco de Paula, uno de sus autores. Para hacer este trayecto, la compañía hispanoamericana se sirve de títeres de 30 centímetros, técnicas de teatro negro, iluminación con velas y canciones del Siglo de Oro de compositores como Juan de Hidalgo, José Marín y Gaspar Sanz, que interpretan en directo cuatro músicos y una soprano. Esta última pone voz a unas canciones que cuentan con letra de autores como Lope o Calderón. “Son las que narran la obra sin que haya sido necesario cambiar más que una palabra de todo lo escrito por ellos”, continúa De Paula.
El artista español, uno de los dos integrantes de Claroscuro, junto a la canadiense Julie Vachon, cree que éste es el camino para que los niños puedan aficionarse de verdad a las artes escénicas. “Debemos enseñarles la liturgia del teatro, mostrársela tal como es, sin rebajas ni artificios”, explica antes de añadir que Yo soy la locura es un homenaje de la compañía a Montserrat Figueras, la cantante fallecida cuando De Paula y Vachon creaban la obra.
Otro trabajo muy imaginativo que tiene como base la historia y cultura españolas es En Corps. El montaje es una propuesta dancística con música tradicional de los belgas Acta inspirada en cuadros de Velázquez y Picasso. El resto de la programación de esta edición de Teatralia cuenta con obras de otras 13 compañías que recorren todos los ámbitos escénicos. Entre las menos habituales en los escenarios nacionales hay que destacar la óperaLa caverna sonora, de La Casa Incierta, y un espectáculo de magia que emplea también recursos dramatúrgicos, La asombrosa historia de Mr. Snow, de Antonio Díaz, Premio Nacional de Magia.
Buena cosecha en Fetén
“La cosecha de este año es muy buena”. Con estas palabras explica la directora de la Feria Europea de Artes Escénicas para niños y niñas, Marian Osácar, la situación artística de la actual temporada de este sector, que durante seis días copará la programación de Fetén y convertirá Gijón en centro del teatro infantil. A esa buena añada se sumarán, desde el domingo, numerosos estrenos nacionales e internacionales. Para muchas compañías, la supervivencia puede depender de su presencia en esta feria. Lo sabe bien Osácar, que estos días vive al límite, pero aliviada porque los negros nubarrones que amenazaban la feria no han descargado. “Hemos conseguido mantenernos, lo que no es poco”, reconoce en las vísperas de una nueva edición de una acontecimiento escénico que espera congregar a unos 30.000 espectadores en las 140 representaciones, incluidas las callejeras, que ofrecerá hasta el 1 de marzo. La característica más común de las obras que estarán en Gijón sigue siendo la del “mestizaje entre géneros”, explica la directora. Fetén también cuenta con espectáculos más tradicionales, como las dos obras, The Mermaid's Song y Portrait Painter, que presenta la neozelandesa String Bean Puppets, “una titiritera de calle al uso que hace un trabajo de pequeño formato muy delicado”. El otro gran rasgo común de las obras que acuden a Gijón es el “gran aumento de la creatividad y plasticidad de las obras, que son auténticas joyas de la imaginación”, continúa la directora, que también señala el interés real, no retórico, de los creadores por llegar a todos los públicos. “La mayoría de las obras ya no se hacen sólo para niños o adolescentes a los que acompañan los adultos; por el contrario, llevamos ya unos años en los que las obras son para niños y mayores, indistintamente”. Y recurre al ejemplo de la danza contemporánea, un arte escénico en el que cada vez es más frecuente que los padres se aficionen después de haberse bautizado llevando a su hijo a Fetén.
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