Amor a bordo de un barco de guerra



No son muy abundantes las obras de teatro sobre la guerra en el mar y que transcurren en un barco: In the zone de O’Neill, la ópera de Britten Billy Budd, claro, o la reciente adaptación de El submarino para escena, sin olvidar Mar i Cel, de Dagoll Dagom, con su jabeque corsario berberisco. Se estrena ahora en Barcelona la interesantísima obra de Carles Batlle Zoom, parte de la cual se desarrolla en un destructor republicano al final de la Guerra Civil y con la que el autor ganó en 2010 el III Premi 14 de Abril de Teatro. El montaje llega de una manera prometedora: en la sala Beckett —que la produce—, dirigida por Xavier Albertí y con un buen reparto (Alícia González Laá, Jordi Collet y Pepo Blasco). La pieza transcurre en dos planos. El primero, en el primer acto, tiene como escenario un camarote del destructor Lepanto, detenido frente a Bizerta, en la costa tunecina, el 6 de marzo de 1939, con la guerra perdida, mientras su comandante, el capitán de navío Marc Blanch decide si entregar su barco a las autoridades francesas, como le han ordenado, y que internen a la tripulación o desobedecer y llevarse el buque a México. Una mujer a bordo trata de influir en su decisión. Es la esposa del embajador francés —un cobarde— y la antigua amante del capitán. Lo que parece un episodio de guerra deriva a una historia de amor.
El segundo plano de la obra (segundo y tercer actos), transcurre en la actualidad (6 de marzo de 2009) y el capitán y la amante son ahora un hombre y una mujer que trabajan en la producción y el guión de una película precisamente sobre los hechos anteriores. Y que también tienen entre ellos una historia sentimental pasada. El tercer personaje representa en la primera parte a los marineros y en la segunda al Otro, asimismo un contrapunto en la historia.
“Las piezas de Batlle tienen una dramaturgia compleja, con resortes curiosos”, señala Albertí. “Aparentemente parece que nos va a contar esa historia del capitán al que le repatea el higado entregar su barco pese a las órdenes porque no quiere que sus hombres sean internados en campos de mala muerte tunecinos como el de Maknassi, que es donde fueron a parar cerca de 1.600 marineros de la flota republicana entregada, entre ellos el abuelo de Batlle, que le contó el episodio”.
Pero Zoom, continúa el director, en seguida en lo que se centra es en el dolor del capitán porque no entiende la razón de que la mujer que amó desapareciera de su vida. ¿Lo trata de manipular ahora para salvarse o quiere de verdad recuperar aquel amor? “La memoria histórica se mezcla con la de un caso individual, de ahí lo de Zoom, y resulta muy interesante observar que las dos memorias parecen funcionar de manera parecida: el pasado individual es deformado de la misma forma que el histórico”.
El montaje de Zoom (en cartel hasta el 8 de abril), dice Albertí, “está muy basado en los actores, que tienen que afrontar el reto de dos registros históricos diferentes”. Albertí que se prodiga en los escenarios, y en géneros muy diversos, dice que lleva muy bien la cohabitación de estos. “Me gusta expresar mi compromiso con los autores contemporáneos como Batlle y en paralelo reivindicar el teatro musical con nuevos códigos; estoy cómodo en ambas cosas”.
Fuente: Jacinto Antón (www.elpais.com)

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