El Cirque du Soleil, más difícil todavía



Fuente: Julio Bravo (abc.es)
El majestuoso Royal Albert Hall londinense, ha sido la puerta de entrada de Kooza, del Cirque du Soleil, a Europa. Tras la capital británica, el espectáculo viajará a Madrid (a partir del 1 de marzo) y Bilbao (desde el 16 de mayo). A pesar de que se necesitan 62 camiones para transportar las mil toneladas del espectáculo, sus responsables aseguran que es el menos tecnológico de cuantos presenta la compañía canadiense en todo el mundo.
En Kooza (título inspirado en la palabra sánscrita koza, que significa caja, baúl o tesoro), todo comienza cuando la magia del circo brota de una caja. Creado por David Shiner (un payaso estadounidense cuya relación con el Circo del Sol comenzó en 1990, el espectáculo busca recuperar las raíces más puramente circenses de la compañía; por Kooza desfilan contorsionistas, equilibristas, trapecistas, malabaristas, alambristas, prestidigitadores y, por supuesto, payasos. El espectáculo tiene las dosis habituales de magia, nostalgia y fantasía (el vestuario viaja desde Klimt al cabaret, pasando por Mad Max), pero se apoya sobre todo en las acrobacias y en el riesgo y la espectacularidad de alguno de sus números. Y la música posee sonidos mediterráneos e hindúes.
Veintitrés nacionalidades
Como la mayor parte de los espectáculos itinerantes del Cirque du Soleil, Kooza nació en Canadá en 2007. Desde entonces, ha girado por este país y por Estados Unidos, y ahora ha llegado a Europa. Medio centenar de artistas (con una media de edad de 25-27 años), y otros cien técnicos y administrativos componen la familia de este espectáculo. Son de veintitrés nacionalidades, y muchos de ellos viajan junto a sus familias; los niños pueden seguir sus estudios (con el sistema de educación canadiense) durante las giras gracias a la presencia de dos profesores. Se alojan en hoteles y apartamentos que facilita el propio Circo del Sol, toda una multinacional del espectáculo, que a pesar de su grandeza también sufre la crisis. Recientemente ha concluido la gira de Saltimbanco y también ha cerrado alguno de sus espectáculos en Las Vegas, y consecuentemente ha tenido que prescindir de cuatrocientas personas.
Sin embargo, la compañía no cesa su actividad. Durante este año está previsto que se abra un nuevo espectáculo permanente en Las Vegas (actualmente tiene siete en esta ciudad), y en 2014 estrenarán su nuevo trabajo, que se está creando actualmente en su sede de Montreal, todo un cuartel general.
"Kooza es el más circense de nuestros espectáculos", asegura Michael Smith, su director artístico. "Hay números peligrosos, de mucho riesgo. Hacemos todo lo posible por asegurar, pero el riesgo es una parte importante del circo; la gente viene para verlo. La idea global de Kooza es crear al tiempoasombro y temor, son dos características del circo tradicional".
Todos los días, hora y media antes de la función, Smith se reúne con los artistas del espectáculo. Se habla de cuestiones artísticas y técnicas, pero también hay lugar para los problemas humanos. "Pasan mucho tiempo fuera de casa y lejos de sus familias en muchos casos, y el aspecto psicológico es importante. A mi me toca ser padre, tío o hermano mayor. Si alguien viene a mí, es que algo no va bien o tiene miedo. Hay que apoyarlos y, si fuera el caso, quitar un número si hubiera riesgo".
La rueda de la muerte
El número sin duda más espectacular de Kooza es la rueda de la muerte, dos anillos que giran a gran velocidad (llegan a 40 kilómetros por hora) impulsados desde dentro por dos artistas colombianos, Jimmy Ibarra y Ronald Solis, que están a 10,3 metros de altura. Llevan juntos apenas unos meses. Ibarra, en el circo desde los catorce años (tiene 32) es quien lleva, dentro y fuera de la pista, la voz cantante, quien asume mayores riesgos. Aprendió la técnica del aparato a escondidas; es tan arriesgado que su madre no ha podido verle trabajar. "Vino a verme y se salió a la mitad", dice. Su trabajo es muy respetado en el ambiente circense. "Yo a la rueda le llamo mi Ferrari; no hay otra igual en todo el mundo, por estilo y por tecnología".
Y de acuerdo a la máxima circense del "más difícil todavía", desde hace un tiempo han dado una vuelta de tuerca más al número, al situarse los dos en algún momento por fuera de la rueda. El resultado es verdaderamente escalofriante. Aunque, aseguran, es mucho más peligroso cuando están dentro de la rueda, porque se pierden muchas referencias. Hay dos redes en los laterales, pero están colocadas por imposición del seguro y para proteger al público en caso de accidente, porque si éste ocurriera sería difícil evitar que cayeran al suelo.
Españoles en el alambre
Se habla español en Kooza. Otro de los números más destacados (alambre en altura) lo protagonizan tres madrileños, Los Quirós. Son tres hermanos: Vicente (51 años), Ángel (49) y Roberto (42), quinta generación de una familia circense. No es habitual para estos artistas estar activos a su edad, pero Vicente asegura que "el único secreto es cuidarse. No bebemos, no fumamos ni trasnochamos. Aunque lo verdaderamente importante es entrenar y ensayar con disciplina".
Ganadores del clown de oro en Montecarlo en 2002, son tajantes al decir que "trabajar en el Cirque du Soleil es lo máximo para un artista. Ya no hay nada más. Como si tuvieras un ferrari o un porsche". Trabajan con red -solo en la parte inicial del número- por exigencias del propio Cirque du Soleil. "Nosotros siempre hemos trabajado sin red, porque el número es más espectacular así, pero nos obligan..." ¿Existe miedo? "Miedo no, pero sí respeto. Si tienes miedo, ese día te caes seguro".

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