Ocho años con Mario

Se sabía. Mario Gas, el puntal principal del panorama escénico madrileño, estaba en la cuerda floja. La contratación como coordinador de los grandes espacios culturales de la ciudad del exdirector del Centro Niemeyer, Natalio Grueso, por parte del nuevo equipo de Las Artes que conformó Ana Botella y que encabezaFernando Villalonga, le puso la puntilla a quien venía ejerciendo de director del teatro Español desde 2004. Y se va.

Aún no se sabe cuándo: “Están en negociaciones acerca de ese particular y de si se mantiene la programación prevista hasta junio o hasta diciembre”, comentan fuentes del teatro, donde en estos momentos Gas dirige el musical Follies, que permanecerá en cartel hasta abril. El director declinó hacer declaraciones públicas hasta el lunes.
Fichado por la anterior responsable del área municipal, Alicia Moreno, de su gestión de ocho años cabe destacar dos cosas principalmente. Gas abrió la sala pequeña del Español, que hasta entonces era la cafetería —abierta, a su vez, por su predecesor en el cargo Gustavo Pérez Puig en la época de José María Álvarez del Manzano—. Y también logró extender la programación del Español desde la plaza de Santa Ana hasta el distrito de Arganzuela, con las llamadas Naves del Español, ubicadas en el centro cultural Matadero Madrid. Las inauguró en 2007 con la ópera Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny, de Bertolt Brecht y Kurt Weill, dirigida por él mismo.
En todo este tiempo al frente del teatro insignia de Madrid, y frente al tipo de gestión realizada por Pérez Puig —al que se afeó programar principalmente sus propios montajes y los de su mujer, Mara Recatero, que ejercía de subdirectora del teatro—, Gas ha traído a Madrid montajes de la Royal Shakespeare Company, producciones como la de Jorge Lavelli (La hija del aire) —coproducida con el teatro San Martín de Buenos Aires— con Blanca Portillo o la de Jerome Savary (La vie d’artist). Obras como Cheek by Jowl, creada por Declan Donnellan y Nick Ormerod, o funciones de la directora británica Deborah Warner como Julio César (con Ralph Fiennes). Trajo también al Bridge Project (en coproducción con el Old Vic de Londres y la BAM de Nueva York) que, con dirección de Sam Mendes, montó las obras El jardín de los cerezosCuento de inviernoLa tempestad y Como gustéis, que contaba con actores de la talla de Ethan Hawke y Simon Russell Beale, y actrices como Sinéad Cusack y Rebecca Hall.
Probablemente por esa razón, directores de otros teatros como José Luis Gómez (de La Abadía) no dudan cuando valoran su paso por la escena madrileña: “Ha sido una gestión brillantísima que ha dado muchas oportunidades a creadores, ha fidelizado a un público con espectáculos de gran calidad, tanto españoles como extranjeros, y nunca se le podrá agradecer bastante el haber levantado Matadero, que es una aportación importantísima para la ciudad”.
Mario Gas es uno de los directores más reconocidos y uno de los hombres más versátiles de la escena española.
Nació en Montevideo en 1947 durante una gira por Sudamérica de su padre, el actor y cantante Manuel Gas. Formó grupos de teatro independiente y universitario en la segunda mitad de los años sesenta, que ayudaron a definir su carrera de actor, director, gestor cultural y director artístico. Y ha firmado un centenar de direcciones tanto de teatro como de ópera y musicales.
Por el Español de Gas pasaron muchos de los grandes directores del país como Josep Maria Flotats, Álex Rigola, Lluís Pasqual, Miguel del Arco, Alfredo Sanzol, Carles Alfaro, Blanca Portillo, Natalia Menéndez, Ferrán Madico, Alfonso Ungría, Miguel Narros… Además de actores y actrices como Núria Espert, Julieta Serrano, María Adánez, Gloria Muñoz, Vicky Peña, Belén Rueda, Carme Elías, Ariadna Gil, Asunción Balaguer, Marisa Paredes, Elena Anaya o Ángela Molina.
En lo referente a producciones, el Español de Gas ha impulsado montajes como el Purgatorio de Viggo Mortensen; Hamlet y La caída de los dioses, dirigidas por Tomaz Pandur; y Glengarry Glen Rose, a cargo de Daniel Veronese.
A todo ello hay que añadir las llamadas Noches del Español, por las que han pasado Los Morente (Estrella y Enrique), María Pagés (en varias ocasiones), Miguel Poveda, Santiago Auserón, así como Patti Smith, Gino Paoli o Goran Bregovic. Ha dejado el listón bastante alto.
En las últimas semanas el nombre de Mario Gas, el gran hombre de la escena madrileña potenciada por Alicia Moreno, era el que tenía más papeletas para salir del Ayuntamiento. Y no era por “barrer para casa”, algo de lo que hay quien le ha acusado en alguna ocasión, en relación con una supuesta querencia por montajes y compañías catalanas. Ni porque las pequeñas compañías madrileñas pusieran el grito en el cielo ante la imposibilidad de colar sus montajes en la sala pequeña del Español.
Gas se tambaleaba cuando el nuevo delegado de Las Artes se encargaba de airear las supuestas “irregularidades” de la renovación de su contrato: cobraba unos 101.000 euros al año (sin contar dietas, viajes y sus propias direcciones), cerca de 10.000 euros más del límite estipulado para un cargo de alta dirección. La oposición se apresuró a pedir la rescisión de ese y de otros cinco contratos renovados por Moreno justo antes de irse. Su sucesor en el cargo, Villalonga, lo criticó: “Es feo”, dijo. Eso, sumado al fichaje de Natalio Grueso, fue la jugada del jaque mate.
Fuente: Patricia Ortega Dolz

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