Un payaso en las raíces del Circo del Sol



Fuente: Tommaso Kock (elpais.com)
Todos los botones, uno tras otro. Con una calma y un cuidado extremos. Ante la mirada estupefacta de David Shiner, el funcionario suizo se abrochó cada milímetro de su abrigo, volvió a colocar la percha en su armario y, solo entonces, salió a mirar la moto que este artista iba a declarar en la aduana. “Hacía un poco de frío, de acuerdo. Pero tenía que comprobar el número de identificación, no eran más de dos minutos”, recuerda Shiner, que -de pie en una sala de un hotel madrileño- reproduce la escena y su epílogo: terminada enseguida la rápida operación, el señor volvió al interior de su oficina y se entregó a la igualmente eterna tarea de desabrigarse.
Lejos de perder la paciencia, Shiner (Boston, 1953) se quedó fascinado con el episodio. “Ese tipo hace todo el tiempo el mismo trabajo, muy serio. Pero es tremendamente divertido, es un cómico y no lo sabe. Siempre intento ver el humor en torno a mí. No podemos olvidar reírnos”, asegura el estadounidense. Con esta y otras ideas en la cabeza, Shiner concibió Kooza, la mezcla de acróbatas y payasos que protagoniza el nuevo espectáculo del Circo del Sol que se estrena el 1 de marzo en Madrid y el 16 de mayo en Bilbao.
“Un show simple y accesible para todos, con números artísticos muy buenos, clowns y una gran música. Es el espectáculo que siempre tuve en mente. Es la respuesta a qué hubiese hecho si hubiese venido un tipo a decirme: ‘Te doy un montón de pasta. Haz un show de circo”, relata Shiner. Aunque, acto seguido, el autor se niega a cuantificar este “montón”.
Sí se presta Shiner al reto de resumir Kooza en 15 segundos: “Joya, miedo, maravilla, risas, esperanza, dulzura”. Dicho de otra forma, el director, actor y sobre todo clown asegura que quiso volver a los orígenes del Circo del Sol: “Sus primeros espectáculos eran simples, pero increíblemente poderosos. Y eso porque eran inocentes: se trataba, al fin y al cabo, de la celebración del espíritu humano”.
En concreto, el estadounidense celebra los hombres y mujeres que protagonizan los 10 actos de Kooza: “El foco son los artistas. Son unos fenómenos. Mi trabajo era hacer que lucieran 20 veces mejor. Son fabulosos, pero tenían que parecer increíbles”. Aunque, más allá de disfraces, iluminación y escenografía, lo que realmente parece increíble al ciudadano de a pie son los números que los acróbatas pondrán en escena: de la llamada rueda de la muerte a los trapecistas, pasando por una prueba de equilibrismo sobre una torre de sillas de 7 metros, hay material para dejar boquiabierto a unos cuantos.
Más aún teniendo en cuenta que, como cuenta Shiner, cuando Koozadebutó, en 2007, los acróbatas realizaban sus números sin medidas de seguridad: “Al final la gente los ovacionaba porque habían sobrevivido y se alegraban de ello. El miedo es una parte importante del circo y el público tiene que estar preocupado por el artista”. Hoy cuerdas y redes ofrecen garantías a los protagonistas pero no quitan tensión al asunto, al menos según Shiner: “Los acróbatas lo hacen porque son conscientes de que pueden. Si no no arriesgarían sus vidas. Pero, pese a la seguridad, la gente tiene que saber que los números son extremadamente complejos y peligrosos”.
Muy complicado, para el estadounidense, es también ser payaso. Más aún en Kooza, donde los clowns son una de las almas del show. “Es la primera vez que el Circo del Sol crea un acto aposta para los payasos. Normalmente tienen cada uno su rutina y sus números, pero decidimos crearlos nosotros de cero”, cuenta el director. De ello, Shiner debe de saber bastante, ya que lleva más de 30 años como clown. Más exactamente, desde que en 1980 descubrió que los espectáculos callejeros le daban más dinero que su trabajo como carpintero. O, incluso antes, desde que vio lo fácil que le resultaba, de pequeño, hacer reír a su madre, deprimida por la mudanza de Boston a Colorado. “Tal vez fuera entonces cuando entendí que quería ser un clown”, recuerda.
Gracias a ello, Shiner ha pisado los escenarios de medio mundo y trabajado también con el propio Circo del Sol en los noventa para el espectáculo Nouvelle Experience. Un recorrido del que el artista se muestra encantado: “Estoy agradecido al universo por darme ese regalo. Es algo con el que naces. O eres divertido o no”. Aunque el talento innato, al parecer, no es suficiente para ser un buen payaso. “Tienes que tener un gran sentido del humor. Si no te ríes de ti mismo, de tus debilidades y miedos más profundos, no puedes ser divertido”, añade el clown estadounidense.
Sin embargo, la ecuación del payaso siempre tiene una incógnita. Arte, humildad, experiencia y carcajadas sobre tu propio talón de Aquiles ayudan; “pero es una montaña rusa. Hay noches en las que lo haces fatal. Es así, hay que asumirlo: no por eso la vida se para”, defiende Shiner. También hay días, como en la vida de cualquiera, en el que el payaso más bien lloraría. Pero tiene que subirse al escenario y hacer reír como siempre. “A veces preferirías irte a tu cama y no hacerlo. Aunque en cuanto recibes la primera risa te olvidas. Hay que separar las dos cosas y saber entrar en la performance. Al fin y al cabo es un trabajo, y se vuelve automático”. Como registrar los objetos en la aduana. O abrocharse hasta el último botón del abrigo.

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