“El teatro es tan importante como la cocina”

Quedar para comer con Salvador Sunyer tiene su miga. Es conocida la afición del director del festival Temporada Alta de Girona/Salt por los fogones y la cocina de mercado. Impenitente gastrónomo, se precia de haber preparado y degustado ¡150 tipos de setas! Temo su entusiasmo, yo que soy de ensaladita y bistec, pero Sunyer me cita en un lugar sencillo, muy agradable y de lo más pertinente: el restaurante del Teatre Lliure de Montjuïc. Comemos en la terraza. La han decorado con grandes jardineras con abedules así que parece que estemos en una obra de Chéjov. Llego puntualísimo —el director es diabético y ha de alimentarse con regularidad— pero Sunyer ya está sentado. Le felicito por el Max de Nuevas Tendencias que ganó su festival en la última edición de los premios. “Es un importante reconocimiento que nos aporta visibilidad”, señala. “Somos más conocidos en el ambiente teatral europeo que en el resto de España, aquí la información cultural está muy compartimentada”.

Sunyer (Girona, 1957) aboga por una “Europa de los festivales” y califica el Temporada Alta de “raro”: por su fórmula mixta privada-pública y por la parte importante que otorga en su cartel a la nueva creación. Mientras comemos un carpaccio cuya adjetivación de “rústico” en la carta le ha hecho arquear una ceja —aunque acaba aplaudiéndolo—, comento que pese a que el teatro sufre de mil maneras la crisis, como todos, al menos parece que el público sigue acudiendo. “No, no lo creas, el teatro se comporta mejor que otros sectores porque sustituye a otras formas de ocio, como el viaje, pero digan lo que digan, ha bajado. Aguanta el teatro comercial, pero el más culto —aunque la palabra quede pedante— funciona peor. Ojo, que no estoy llorando y diciendo que haya que hacer un teatro boulevardier. Pero estamos en un momento muy peligroso. El público cuesta crearlo y en cambio se destruye muy fácilmente”. Sunyer continúa pintando un panorama negro, aunque sin perder el apetito. “La cultura en general está sufriendo mucho. Hasta cierto punto es normal, ya que se recorta en todo. Pero es un campo en el que partimos presupuestariamente ya de un nivel muy bajo. Y el caso es que la cultura es un sector que ofrece muchísimas posibilidades para el desarrollo. Déjame parafrasear aquello: ‘¡Es la cultura, estúpido!’ Al cabo, Cataluña, por ejemplo, ¿qué ofrece?: modernismo, diseño, cocina, que no deja de ser algo cultural, Picasso y Miró…”.
Le pido que explique el milagro de Temporada Alta, que empezó en 1992 con tres amigos, cuatro espectáculos y un millón de pesetas y 20 años después es un festival de referencia europeo, al que Peter Brook, por citar una lumbrera, no deja de acudir con sus espectáculos, y al que le han puesto la guinda del Max. “Inventamos lo del club de mecenazgo, por el que las empresas adquieren paquetes de entradas y la fórmula ha funcionado. Tenemos más del 90% de ocupación, y se ha creado una red de público fiel. Temporada Alta se ha convertido en algo esencial de Girona, el teatro es tan importante como el patrimonio monumental y la cocina. Algunos grandes de la escena son asiduos. Pero no vamos de ejemplo, todos los festivales son válidos y respetables”.
Fuente: Jacinto Antón (www.elpais.com)

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