Acrobacias tras la cuarta pared



Como una Santísima Trinidad elevada al cubo, tres funciones representadas por tres compañías en tres semanas insuflarán con su hálito un nuevo espíritu al escenario de un teatro. En una experiencia inédita, la sala Pradillo de Madrid acoge el proyecto Tres Pistas, un acontecimiento comisariado con el que buscan dar apoyo a las modernas propuestas provenientes del mundo del circo. Los espectáculos, de las compañías francesas Cridacompany y My!Laika y de la barcelonesa Alba Sarraute Pons & Cía., podrán verse respectivamente del 27 al 29 de julio; del 3 al 5 de agosto; y del 9 al 12 de agosto, todos a las 21.00.
Confinado habitualmente –al menos en España- en las carpas ambulantes y los escasos edificios de ladrillo que existen (como el Price de Madrid), el circo está comenzando a elevar el listón de su trapecio para adentrarse, con creciente vigor, en el circuito cultural de primera fila. Experiencias como esta, en la que un profesional con bagaje como Rolando San Martin, que ha dirigido el Maratón de Circo Contemporáneo del Price, comisarían una serie de propuestas de calidad, sirven precisamente para fomentar esa tendencia.
El primer espectáculo, On the edge, es una apuesta de Cridacompany en formato dúo. “Hablamos de la relación de dos personas, una mujer y un hombre, pero no trabajamos sobre la dualidad entre sexos”, ilustra Julien Vittecoq, el director. “Es una pieza muy física, buscamos crear sensaciones fuertes con el cuerpo a través del circo.” Aunque en su compañía, eso no es ninguna novedad: siempre andan en busca de esa energía proveniente de la poética de las imágenes, ya sea en forma de drama, acrobacias o danza. “Pero no mezclamos cosas”, apunta el artista francés en castellano, “sino que buscamos el teatro en los cuerpos”. La voz tiene en esta función, además, un papel destacado. Aunque no en sentido lírico: “Hay gritos y un trabajo con idioma inventado”, aclara. Junto con su pareja sobre la escena, Vittecoq ha creado, además, la banda Jur, que toma el nombre de su compañera y que es producto de esas incursiones en el mundo vocálico con las que ya vienen jugando desde hace tres años. “Hace poco vinimos a Madrid en concierto”, añade, “y creo que a la gente le gustamos mucho”.
Pop Corn Machine, la aportación de My!Laika, es también un cóctel de circo, teatro, música en vivo, acrobacia y proyecciones. “Pero poco tecnológico y muy físico”, dice Olivier Bourreau, miembro de la compañía. Con cuatro artistas de cuatro nacionalidades sobre el escenario, el espectáculo destila un ambiente “posapocalíptico”. “La puesta en escena es bastante punk, no es para niños”, advierte el artista. Aunque no despliega una narración lineal, sí puede reconocerse una historia, un cuento “visual y emocional”. Como integrante de la –relativamente- nueva ola del circo contemporáneo, Bourreau se muestra satisfecho de que su arte se integre en la programación de un teatro. “En Francia el circo tiene una historia particular”, dice, refiriéndose al hecho de que en el país galo lleva ya más de tres décadas asentado, “pero su onda se está expandiendo por todo Europa”.
El lado más salvaje del ser humano es la última de las historias circenses que se presentarán en el Pradillo. “Mirando a Yukali es una obra que mira a la selva humana, que ha destruido la selva del Amazonas”, ilustra Alba Sarraute. Con un punto tragicómico, y a base de música, poesía y cabaret, esta barcelonesa aporta el ángulo de una de las disciplinas clásicas y más queridas del mundo del circo: el clown. Definida como payasa-performer-cantante, Sarraute aboga, frente al encasillamiento, por un concepto etéreo para definir lo que hace: “la expresión”. Como en un café teatro, ella y un pianista cuecen todo el contenido y la forma del espectáculo. “Lo mejor es la comunicación con el público, el diálogo”, asegura. De sus compañeros en la terna circense del Pradillo, dice tener relación por presentar todos piezas en pequeño formato que al mismo tiempo plantean una visión multidisciplinar. “Aunque ya no se etiqueta tanto: lo que hacemos es poesía visual”.
Fuente: Sílvia Hernando (www.elpais.com)

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