Ernesto Caballero: "Madrid es hoy una Numancia cultural"
Fuente: Alberto Ojeda (elcultural.es)
En esta época líquida lo de forjar la identidad con solidez resulta complicado. Más si en el proceso se entromete el amor y lo enreda todo. El protagonista de El amor de Eloy se ve atrapado en una tripolaridad paralizadora. Cuando empieza su relación con ELLA (Patricia Pérez), en su conciencia afloran varios Eloys: el optimista, el racional y el romántico, en constante debate, en perpetua dialéctica. En la obra de Ernesto Caballero, que ahora se estrena en el Teatro Bellas Artes, cada uno de estos arquetipos son encarnados por distintos actores: Javier Martín, David V. Muro, Raúl Gómez. Confiesa el director del CDN que la historia se le ocurrió leyendo El yo saturado, obra que a su juicio da en el clavo a la hora sentenciar cuál es uno de los principales males que asedia al hombre contemporáneo: demasiados frentes y muy poco tiempo.
La obra muestra la tripolaridad que provoca el amor en el hombre. Pero ¿esa tripolaridad no viene de serie y el amor simplemente la potencia?
A mí la idea me surgió leyendo El yo saturado, de Kennneth J. Gergen. Habla de la saturación que provoca la intensa vida social que desarrollamos en estos tiempos, una circunstancia agravada por los nuevos medios de comunicación de que disponemos. En ese trajín es difícil construir e identificar una identidad sólida. Es un conflicto que me interesa en particular, una constante en mi teatro. El amor es el juego de la seducción donde los juegos de espejos se multiplican y este fenómeno se exacerba.
El problema es que esos desdoblamientos múltiples de nuestra personalidad atascan nuestras decisiones...
Sí, porque nuestros distintos 'yoes' entran en colisión y se produce un colapso paralizador. En el hombre es mucho más marcado que en la mujer. Esta sabe manejar mejor la obligación de moverse en distintos frentes, la vida multitarea. Logra encontrar mejor un centro y una coherencia.
¿Esa nitidez en su voluntad les coloca en ventaja con respecto al hombre?
Pues es la que pone orden en la casa cuando llega. No quiero decir que sea una colonizadora que impone sus costumbres y organiza los espacios a su antojo. En la obra la mujer es más valiente y consecuente con sus sentimientos. Demuestra más entereza. Puede asumir las contradicciones sin dejar de ser fiel a lo que siente. El hombre puede sentirse invadido y esa reacción no es más que una muestra de falta de entrega hacia sus sentimientos.
Patricia Pérez es la primera vez que se sube al escenario...
Sí, pero yo no he estado al tanto del trabajo hecho por Lucendo. En esta época, con tantas responsabilidades, me es imposible. Lo que sí le estoy es muy agradecido. Yo escribí esta comedia hace 10 años y él me la pidió hace cuatro o cinco. Ha sido una gran alegría saber que ha podido levantar el proyecto, con lo que cuesta ahora. Confío mucho en él.
¿Lamenta no tener más tiempo para escribir en esta época?
La verdad que sí. Pero cuando encuentro un hueco me pongo manos a la obra. En las vacaciones pasadas me encerré para escribir Naces Consumes Mueres, inspirado en un auto sacramental de Calderón, El gran mercado del mundo. Es muy difícil de todas formas. Me vienen ideas constantemente pero luego no hay tiempo para trabajarlas. Ya me lo decía Sergi Belbel, que dirige el Teatro Nacional de Cataluña: "Vas a estar cuatro o cinco años sin escribir". Bueno, está siendo en cualquier caso un tiempo apasionante.
¿La obra se va a representar con subtítulos en inglés con el fin de captar a los turistas de la ciudad?
Me parece una idea fantástica. Es algo que he visto en el Teatro Español. En el CDN espero implantarla pronto. Hay una población flotante de turistas inmensa. Madrid se ha convertido en una especie de Numancia cultural. A pesar de cómo está todo, la ciudad ofrece una oferta teatral muy rica, desde los musicales con grandes presupuestos a las microsalas que están aflorando. Eso es marca España de la buena y hay que proyectarla.
Lleva un año al frente del CDN. ¿El balance es positivo hasta la fecha?
Mi objetivo por ahora está cumplido. Aunque es un proyecto a largo plazo.Mi idea es la consolidación de un Teatro Nacional, que no son palabras pequeñas. Quería ofrecer una programación asentada en la dramaturgia española contemporánea y anclada en nuestra tradición escénica. Para mí es fundamental la idea de cadena creativa a lo largo del tiempo. Vivimos en una época que padece una especie de esquizofrenia del presente. Hemos ido de Galdós a los novísimos. Culturalmente la propuesta no podía refutarse pero la duda era si el público ha respondido. Y lo ha hecho. De media hemos tenido una ocupación de un 76% y seis espectáculos han superado el 90%.
Con un presupuesto muy enjugado (ha pasado de los 9 millones de 2007 a 4 millones en 2013) ha configurado una programación muy sugerente para el próximo curso, con Declan Donnellan, Wajdi Mouawad, Juan Mayorga...
Pues lo hemos conseguido gracias a muchos sacrificios de todos los que componen el equipo. Hemos ahorrado lo máximo posible. Lo que estamos haciendo es crear unas estructuras, un esqueleto, que esperamos rellenar cuando dispongamos de más medios. Estoy muy contento con la programación que hemos creado. No me gusta sacar pecho pero me parece una machada.
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