Bajo la lupa del crítico



Fuente: Esther Alvarado (elmundo.es)
Quizá la quintaesencia de una crítica sea la individualidad, la opinión de cada uno, la visión subjetiva (cuál si no) de una pieza teatral y su encaje en el complejo alicatado de las experiencias y conocimientos anteriores del experto. Por eso, una puesta en común de críticos teatrales de diversos medios de comunicación, sobre una obra que han visto recientemente (puede que demasiado recientemente) parece un contrasentido, pero no lo es.
El Festival de Almagro ha organizado este año las primeras jornadas de críticos, de la mano de la Universidad Internacional de La Rioja (Unir) y Acción Cultural Española, y se celebran este fin de semana con la participación de firmas y ponentes de prestigio y con Ignacio Amestoy, director de Unir Teatro, como moderador.
Entre ellos, nombres reconocidos como Javier Villán, crítico de EL MUNDO; Ignacio García Garzón y Julio Bravo, de Abc; Javier Vallejo y Rosana Torres, de El País; Miguel Ayanz, de La Razón; Justo Barranco de La Vanguardia; Raúl Losánez, de La Gaceta; César López Rossell, de El Periódico y Jaime Siles de la Universidad de Valencia, compartieron reflexiones con colegas llegados de otros países como Emilia Aguilar, de El Excelsior de México; Laura Barnett, del The Guardian británico; María Pía Barrientos, de El Comercio de Lima; Caroline Chatelet, de Metro de París; Frank M. Raddatz, de Theatre der Zelt de Berlín y Alberto Sanabria de El Tiempo de Bogotá.
La primera obra en ponerse bajo esta lupa de múltiples aumentos fue 'La Verdad Sospechosa', de Ruiz de Alarcón, en versión de Ignacio García May, dirigida por Helena Pimenta. Ambos, junto al protagonista de la misma, Rafa Castejón, se sentaron a la puesta en común de los expertos en una primera toma de contacto con los que tienen que juzgar su obra.
El carácter moralizante de la función, la crítica del autor hacia la mentira compulsiva del protagonista y hacia la falsedad generalizada de la Corte;la influencia de su drama personal en su escritura, la soledad que vacía por dentro a los personajes, el desengaño... la melancolía y todas las lecturas posibles del subtexto salieron a la luz y los autores tuvieron la oportunidad de dar su opinión al respecto.
"En la primera escena, Don García pide un abrazo a su padre y éste no se lo da a él, pero sí al maestrillo que le acompaña. Al ver esto, nos quedamos muy sorprendidos y empezamos a investigar si en esa relación paterno-filial estaba el origen de las mentiras del hijo", explicó García May. "Yo sí necesito que, aunque sea teatro clásico, lo que pasa en la función me concierna", añadió Helena Pimenta. "Cuando noto que me está conmoviendo, ahí sí sé que estoy tocando el hueso", prosiguió.
Dentro de poco veremos cuántas estrellas dedican los críticos a esta apuesta de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (y al resto de obras que pondrán bajo su lupa, como Tomás Moro, por ejemplo), aunque luego cada uno haga en su casa y en su medio lo que buenamente le dicte su sapiencia.

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