ÍNCUBO



TEXTO y DIRECCIÓ: ÀLEX MAÑAS
INTÉRPRETES: LLUÍS VILLANUEVA, MARCEL BORRÀS, ÁLVARO CERVANTES e IRENE ESCOLAR
PRODUCCIÓN: FOCUS
LA VILLARROEL


Àlex Mañas ha puesto toda la carne en el asador y se le ha quemado un poquito. Íncubo es una gran apuesta, un gran experimento al que le faltan algunos elementos por añadir. No se le puede negar la gran expectativa que ha levantado su estreno, por parte de los medios de comunicación tradicionales y por las redes sociales, al haber sido la primera obra de teatro 2.0 durante toda una función.

Más allá de las estrategias de venta y de promoción, Íncubo se nos presenta como una obra de vampiros, tan de moda últimamente, que deja atrás la estructura clásica de 'presentación-nudo-desenlace' para que a través de un 'macguffin' se vaya descubriendo los planes reales de los protagonistas. Auspiciados por una meta común, los personajes intentan confundir al espectador con una y mil vueltas de tuerca. Nada nuevo sobre la mesa, quizás un género y un tema no demasiado manido en teatro, pero no acabamos de inventar la pólvora.

Dentro del reparto, plagado de nuevas promesas interpretativas, destaca Marcel Borràs, que algunos recordarán por Germanes y que en Íncubo resulta el más convincente de los tres jóvenes protagonistas. Irene Escolar está en pleno proceso de aprendizaje, sin duda más segura que la última vez que pisó escenarios barceloneses con Días Mejores (Àlex Rigola, Lliure) y Álvaro Cervantes, que en su estreno teatral se muestra inseguro, pero que enseña maneras para superarlo cuando adquiera más experiencia. A esto les gana a todos, Lluís Villanueva, para quien las tablas no son una novedad y esta vez firma otra notable actuación que añadir a su larga y fructífera trayectoria.

Una de las mejores armas con las que cuenta el montaje es su escenografía, firmada por Silvia Delagneu y la iluminación de Mingo Albir que intentan dar a la obra ese ambiente oscuro y terrorífico que el texto no consigue. Àlex Mañas ha errado en la dirección del texto, utilizando trucos poco efectistas para conseguir la atención del público con un terror psicológico que no aparece en ningún momento.

Un experimento fallido, que presentado con fuegos artificiales, podrá satisfacer al joven público que es la gran baza de este tipo de teatro. El resto nos conformaremos con disfrutar simplemente de los fuegos artificiales.

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