La crisis sale a escena

La Feria de Teatro en el Sur, que cada julio se celebra en Palma del Río (Córdoba) es como un tentetieso. Por más que se escora a un lado y a otro por los recortes presupuestarios, no deja de levantar una y otra vez su telón. Y el martes lo hace nuevamente, tal y como lo ha hecho en sus 29 años de vida. A pesar de que la feria funciona con la mitad del dinero que tenía en 2010, los organizadores han vuelto a tirar de la imaginación para dar forma a un festival que, si bien mantiene el formato reducido de los últimos años, sigue aspirando a ser el acicate comercial de las compañías.


En la presente edición, que comienza a las 20.00 con el estreno de la obra Llorar por llorar, de la compañía Pez en Raya, se ha apostado por traer únicamente a grupos andaluces. En total son 26 compañías escénicas que incluyen también el baile. A los participantes se les pide, sobre todo, que aporten las novedades de su repertorio a la feria. Estrenos que, en cierto sentido, van a ser dobles, ya que la propia cita inaugura una nueva sede, la Caseta Municipal, que sustituye a la sala Reina Victoria. El cambio busca reducir costes.
Y el ahorro es, también, el nuevo mantra al que se ciñen las compañías que este año acuden al pueblo cordobés. En general, se ha vuelto al pequeño formato, al intimismo y al ajuste máximo en materiales y personal. Un ejemplo claro es Espectáculo mínimo, de Varuma Teatro. Su director, Jorge Barroso, recuerda cuando la compañía la componían más de una decena de personas. “A Palma llevamos una obra de pequeño formato. En escena solo está mi hermano, Rubén”, explica. La obra que exhibirán en la feria está compuesta por fragmentos de otra en la que están trabajando pero que todavía no se ha estrenado. “Podemos decir que el espectáculo está acorde con el presupuesto de los Ayuntamientos y de los programadores municipales de espectáculos teatrales”, ironiza Barroso.
La Feria de Teatro en el Sur ha tenido siempre vocación mercantil. Busca poner en contacto a productores con directores, a gestores teatrales con dramaturgos, a actores con escenógrafos. Quiere mezclar todos esos ingredientes en una sopa de la que salgan contratos y acuerdos para mover los espectáculos por los circuitos de teatros. “Pero el problema es que ese circuito está prácticamente desmantelado en Andalucía”, destaca José Antonio Aguilar, de la compañía Malaje Solo.
Los tres integrantes de Malaje Solo acuden a Palma del Río a presentarCuándo se come aquí (101), un repaso al primer montaje con el que vieron la luz hace 15 años. “Estamos seguros de que esta versión va a ir muy bien. Pero el miedo que tenemos es por el circuito de teatros. Antes había un mercado. Cada espectáculo te daba para vivir con él al menos tres años”, explica Aguilar. Su opción de hacer una nueva versión de su primer espectáculo “tal vez sea una jugada un poco conservadora, pero es que realmente hay un poco de miedo. Y esta vez ni siquiera hemos conseguido subvenciones”, lamenta.
Quienes sí han logrado coproducir su obra con la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, dependiente de la Consejería de Cultura, esHistrión Teatro. Gracias a esta colaboración, la compañía, compuesta por Nines Carrascal y Gema Matarranz, ha conseguido montar Teatro para pájaros, que se estrena en Palma del Río. Para los ajustados cánones existentes hoy en el mundo escénico, la obra de Histrión Teatro es casi una gran producción. No solo han conseguido contratar de nuevo al director argentino Daniel Veronese, sino que han reunido en escena a seis actores andaluces, algo que ya no es fácil de ver en una representación.
“Es cuestión de echarle valor. Tenemos confianza en el producto, que es ambicioso en cuanto a la producción artística, ya que es muy cercano al público, siempre basado en la emoción y en la proximidad”, afirma Carrascal. “Es teatro dentro del teatro pensado para ser representado en lugares poco ortodoxos. Todo ello, unido al hecho de que los actores interpretan al modo de la escuela argentina, mucho menos impostada y más natural, son elementos que nos ayudarán a la hora de vender el producto”, confía.
La compañía compuesta por Marco Vargas y Chloé Brûlé no deja de aspirar a atraer al público apostando por el pequeño formato y la revisión de sus anteriores obras. El dúo cumple siete años y repasa fragmentos de sus obras anteriores en Colección privada. Su personal mixtura entre la danza contemporánea y el flamenco se refleja en esta obra de recapitulación, que ya fue estrenada hace unos meses y que busca lanzar nuevos cabos a proyecciones futuras de la danza.
Fuente: Manuel J. Albert (www.elpais.com)


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