Angela Lansbury regresa a casa


Fuente: Patricia Tubella (elpais.com)
La demanda de entradas en el londinense teatro Gielgud se ha disparado gracias a la presencia en cartel de una dama de la escena que sigue en activo a sus muy bien llevados 88 años. Angela Lansbury, actriz británica que ha desarrollado el grueso de su carrera al otro lado del Atlántico, regresa este fin de semana a los escenarios del West End y tras una ausencia de cuatro décadas para interpretar el papel de una médium en Un Espíritu Burlón, obra de Noël Coward que en Estados Unidos ya le procuró su quinto premio Tony. El reestreno de esa comedia en el Reino Unido ha concitado a legión de admiradores de su trabajo en las tablas, el cine y sobre todo la televisión. Porque para muchos sigue encarnando a aquella escritora y detective amateur de la popular serie Se Ha Escrito un Crimen.
Sólida actriz que a tenor de sus declaraciones no parece tomarse demasiado en serio la fama, Lansbury es un personaje todavía repleto de vitalidad que desconoce el parón laboral y ni por asomo aparenta su edad. La venerable cabellera gris, uno de los pocos indicios del paso de los años, quedará oculta bajo una peluca pelirroja cuando encare el papel de Madame Arcati, la pitonisa que en la pieza de Coward (Blithe Spirit, en su título inglés) convoca al espíritu de la primera esposa de su cliente con consecuencias desastrosas.
Las representaciones que arrancan el próximo sábado supondrán la primera aparición de la actriz en un teatro de Londres desde el Hamlet en el que participó en 1975 bajo la dirección de Peter Hall. Por entonces ya era sólo una visitante en su tierra natal, que había abandonado en su adolescencia para instalarse junto a su madre viuda en Nueva York. Aquella chica nacida en el este de Londres (1925) fue pronto seleccionada por la MGM para interpretar a la doncella inglesa de la película Luz de Gas, cinta protagonizada por Ingrid Bergman y Charles Boyer y que reportó a la actriz de reparto su primera nominación al Oscar cuando sólo contaba 19 años. A pesar de una inmediata segunda nominación en la misma categoría por su rol en El Retrato de Dorian Gray (1945), los productores seguían sin ver en ella el glamour que estimaban necesario para brindarle papeles estelares. En propias palabras de Lansbury, “me utilizaron básicamente como una utilidad”.
Después de un matrimonio fallido y de una segunda boda con el actor y agente Peter Shaw –fiel compañero durante 54 años y hasta su muerte- en 1963 llegó la tercera nominación a la estatuilla dorada con el filme El Mensajero del Miedo. Su presencia en el cine estaba afianzada, pero Lansbury decidió volcarse en el teatro y principalmente en los musicales, un amor descubierto gracias al maestro Stephen Sondheim. A pesar de los cinco Tonys que se ha labrado desde entonces en las tablas, la actriz ha reconocido que su poder de atracción para muchos de los espectadores que asistirán a las funciones de Un Espíritu Burlón reside en el recuerdo del personaje de Jessica Fletcher en la teleserie Se Ha Escrito un Crimen, que interpretó a lo largo de doce años y 264 episodios.
Ese papel entrañable es, sin embargo, sólo el granito de una carrera legendaria que este mismo año le ha procurado un Oscar honorífico. Ya lo ha recibido en un acto previo a la ceremonia de entrega de premios de la Academia de Hollywood que se celebrará el próximo domingo. Mientras las luminarias de Hollywood festejan en Los Ángeles, Angela Lansbury estará a miles de kilómetros sólo preocupada en recordar su texto para las representaciones de Un Espíritu Burlón en Londres. Eses es el verdadero reto, ha admitido, para una actriz de su edad.

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