Comedia negra contra un manipulador


Fuente: Pablo Caruana (elpais.com)
Hoy jueves, en la sala El Sol de York, se estrena Los cuatro de Düsseldorf, comedia negra del dramaturgo y director José Padilla (Santa Cruz de Tenerife, 1976). Padilla lleva un año movido. Premio El Ojo Crítico a su trayectoria teatral en el 2013, premio Réplica en Canarias por su obra Porno Casero, el estreno de su obra Haz click aquí en el CDN y, ahora, este tinerfeño agarrado al texto, al ritmo y al actor, presenta su nueva pieza que surge de una residencia de creación en la sala El Sol de York.
Pero José Padilla, formado primero como actor en la RESAD y que luego poco a poco fue pasando a la escritura y la dirección, lleva ya más de ocho años trabajando y sacando montajes adelante. Desde que estrenara Cuando llueve vodka en el año 2005 sus trabajos han ido sucediéndose en el tiempo: traducciones y adaptaciones de autores como Sarah Kane y Edward Bond, su obra Porno Casero en el 2009, una versión de La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde dirigida por Alfredo Sanzol que recorrió España en el 2012… Hasta que se atrevió con la dirección en una obra que pudo verse en abril del año pasado en la sala La Casa de la Portera: Sagrado Corazón 45. Obra que además ha inaugurado (buena noticia) la nueva colección teatral denominada Max no te pongas estupendo de la editorial Bartleby.
Tildado como representante de la nueva generación de dramaturgos junto a otros nombres como María Velasco, Lola Blasco o Paco Bezerra, premiado, editado y auspiciado por el CDN; Padilla decidió, aun así, comenzar su nuevo proyecto en la pequeña sala del barrio madrileño de Chamberí El Sol de York, sala que inauguró andadura el 20 de diciembre de 2012, que no cuenta con ninguna ayuda pública y que afrontaba con este proyecto su primera residencia de creación: “El verano pasado hablé con el director de la sala, Javier Ortiz, y le propuse comenzar de cero, sin saber qué íbamos a hacer, y acepto, sin más. Ha sido mucho trabajo, poniendo tanto la sala como la compañía los mínimos medios que teníamos al alcance. Comenzamos en septiembre y ahora, pues mira, tenemos una obra. La verdad es que espero que se repita este tipo de proceso en la sala. Muchos políticos deberían plantearse que estos son los procesos que se deben apoyar y financiar”, explica Padilla.
“La temática de la obra surgió de las improvisaciones que realizamos en septiembre con los actores. Ahí se decidió conjuntamente que queríamos hacer una comedia que girara en torno a un tema troncal: la manipulación y como ésta se puede convertir en una granada de mano que te explote en la cara”, explica Padilla que cuenta en escena con Helena Lanza, Delia Vime, Mon Ceballos y Juan Vinuesa, todos ellos actores con formación teatral clásica. “No había pensado en esto. Es verdad, todos ellos han trabajado en teatro clásico… Es una virtud, un actor que tiene esa formación está mucho más preparado, esto demuestra que no me he equivocado”, confirma Padilla. “A todos ellos les había visto actuar, incluso con Delia ya había trabajado, lo que me interesaba es que son actores con los que tengo afinidad y con los que sabía que podía levantar un montaje que partía de la nada. Me interesa poder tener una escritura muy cercana a la escena y el actor”, explica Padilla.
Al preguntarle qué tipo de comedia es Los cuatro de Düsseldorf, Padilla lo tiene claro: “Negra”, dije tajante. “Con mala leche. Dispara contra elbuenismo, contra eso tan español de 'por la caridad entra la peste”, dice sobre esta obra que cuenta la historia de Carlos, un ordenanza en la sede española de una corporación alemana. “Está ambientado en el mundo de la empresa, pero su centro es la naturaleza humana. Trata sobre el manipulador manipulado. Muchas veces cuando creemos que manipulamos no nos damos cuenta hasta qué punto estamos siendo manipulados, esto hoy en día, con el entorno que estamos viviendo, creo que tiene incluso más lecturas que nunca”, afirma Padilla. La obra, que estará dos semanas en cartel, apuesta por un teatro de estética mínima: “En el espacio hay los elementos imprescindibles, nada más. En la puesta en escena intento que todo esté los más ceñido al texto que se pueda. En esta obra es determinante el ritmo y, sobretodo, el arte del actor”, explica Padilla.
Padilla llegó hace 14 años a Madrid de la Islas Canarias. Hace poco recibió el premio canario de teatro Réplica por su obra Porno Casero. “Nunca perdí el contacto con Canarias. Y tenía una espina clavada. Se me estaba representando en París, en Londres viví el sueño de ver una adaptación mía de Enrique VII nada menos que en el mítico teatro The Globe, se me representó también en Buenos Aires… Y en Canarias nunca había sido puesta una obra mía. Quieras que no, eso me llegaba a doler. Ahora, con el montaje de la compañía 2RC estoy bien contento. Además, el montaje de Daniel Tebas de mi obra El cielo de mi boca, también ha girado por las islas”, comenta Padilla. Esta última obra, podrá verse en Barcelona a finales de mes en la sala Nauivanow.
“Hacer teatro en Canarias es una heroicidad. Ahí están Profetas del Mueble Bar, los mismo 2RC Teatro, Rey Mala… Pero las instituciones han abandonado por completo las artes escénicas, están cargándose el futuro del teatro canario. Aún así, existen ejemplos como el de Antonio Tabares, que desde una isla periférica como La Palma está estrenando ahora su obra La punta del iceberg dirigida por Sergi Belbel. Eso confirma que no hay reglas”, razona Padilla.
Una sala atípica en Chamberí
Nacida el 20 de diciembre del 2012, esta sala sita en la calle de Arapiles de Madrid, que cuenta con un espacio teatral de nueve por ocho metros y 160 localidades, lleva ya más de un año dando guerra y haciendo las cosas de manera diferente. Su mantra: “Cuidar a las compañías al máximo y al público”.
Centrado en un teatro de autoría y del actor, El Sol de York no se cierra a una línea artística única ni a una sola disciplina. Su ciclo de los lunes dedicado a la música, Gamma Heart: música y arte para la nueva era, va atrayendo poco a poco a un público fiel. Ayer mismo, la sala tuvo la oportunidad de tener a Julia Varley del Odin Teatret en una función única de taquilla invertida (el público paga a voluntad después de haber visto la función). Montajes como Cuando fuimos dos de la compañía Críacuervos que acabó en el Teatro Infanta Isabel, o Los miércoles no existen de Peris Romano ahora en el Teatro Lara, comenzaron andadura en esta sala.
El equipo de la sala es mínimo. Una persona de prensa, dos becarios del Instituto Nacional de Ciencias Musicales y su director Javier Ortiz Arraiza. La sala no cuenta con ninguna ayuda pública, “pedimos una ayuda para rehabilitación de espacios pero no nos la dieron”, explica su director. Desde enero se ha incorporado a la Red de Salas Alternativas. Y tienen por orgullo una máxima: todo actor que se suba al escenario de la sala tiene que tener cubierto lo que estipula el convenio de la unión de actores: 72,94 euros por función. Algo que no se cumple en más del ochenta por ciento de las salas de Madrid y de toda España.
Ahora, han acometido su primera residencia de creación con José Padilla. Cuentan con una compañía residente, Teatro en el Aire, que estará (es el cuarto montaje que muestran en la sala) durante todo el mes de marzo con La piel en el agua, experiencia de teatro sensorial que ha recorrido medio mundo.
Y desde hace poco cuentan con un director artístico asociado, Mariano de Paco, conocido director que ha dirigido en los principales cosos españoles. Javier Ortiz, actor formado en la RESAD, hombre inquieto y ecléctico, afirma: “Trabajo, trabajo y trabajo. Ilusión y trabajo”. Larga vida.

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