Profeta en Alemania...
Fuente: Rosalía Sánchez (elmundo.es)
"Hay que crear con honestidad, hacer algo que de verdad te emocione". Esta es la receta del éxito que a duras penas extraemos del bailarín y coreógrafo español Goyo Montero, a quien el estado alemán de Baviera distinguirá mañana con el premio Kulturpreis 2014 y que más que de recetas de éxito habla a borbotones de pasión creadora. "Yo hago un trabajo narrativo, cuento historias, aunque sea de forma abstracta como en 'Cascanueces'. Combinamos muchas facetas, danza contemporánea de hoy con potentes raíces y siempre con el objetivo de contar una historia. Transmitir es la base y hay una gran entrega, queremos hacer algo único y el público percibe esa pasión y ese respeto hacia nuestro propio arte", explica.
El jurado responsable de esta valorada distinción ha reconocido su trabajo como director artístico del Ballet Staatstheater de Nuremberg desde 2008, concretamente ha declarado que en estos años "un auge de la danza verdadera ha vuelto a encender la compañía" y menciona una renovada conexión con el público que cristaliza en una multiplicación por siete del número de abonos, que supera ya los 900, un público anual que supera los 40.000 espectadores y un aumento desde las 20 que venía realizando la compañía hasta una media actual de 50 funciones al año.
"También hemos crecido de 16 a 22 bailarines, con una buena representación española, por cierto". Suma y sigue Montero: "He avanzado en mi trabajo creativo personal y, sobre todo, he creado repertorio para la compañía con coreógrafos de primera fila a nivel mundial como Mats Ek, Jirí Kylián o Nacho Duato, Johan Ingers, Mauro Bigonzetti... he tenido la suerte de contar con el apoyo de mis compañeros y, de alguna forma, mis ídolos, que han venido a trabajar a Nuremberg y que le ven algo especial a la compañía, porque quieren volver".
"La cultura en Alemania es parte del trabajo social"
Una de las iniciativas más novedosas en su dirección es el proyecto Cadáver Exquisito, que da cabida y potencia la creatividad y el potencial coreográfico de sus bailarines y que, cada dos años, lleva al escenario coreografías ideadas por ellos. "La verdad es que el intendente, Peter Theiler, me ha dejado hacer lo que he querido. Es un teatro con una tradición ya establecida, pero yo empecé de cero, con audiciones, he tenido la oportunidad de hacer mi propio equipo artístico y mi programación", agradece Montero.
Otra de las características de su trabajo que tanto la crítica como las instituciones bávaras valoran mucho es su capacidad de innovación. "La gente viene a ver una cenicienta, pero no es la clásica, sino una forma contemporánea de acercarse al mito y válida frente a la historia original de los Hermanos Grimm", describe. "Esto ha atraído a un público al que asombramos, porque exijo mucho a mis bailarines, son prácticamente atletas. Y nos alimentamos de ese contacto con los ojos que nos miran. Cada mañana me pongo ante el espejo y mi referencia es la mirada desde fuera, pero lo que yo miro es algo que hay en mi interior, y eso lo hace íntimo y especial".
Hijo de padres bailarines y en contacto con artistas en España, Montero ha trabajado casi toda su carrera en el extranjero y se encuentra como pez en el agua en Alemania. "La cultura aquí es parte del trabajo social, de una obligación del Estado de alimentar las mentes y las almas de las personas. Y para eso se invierte y se apoya a largo plazo proyectos que no dependen de unas elecciones porque entonces llega la crisis y tiene que ir antes, naturalmente, la educación, la sanidad y que no echen a la gente de sus casas. Pero si hay unas bases estructurales, el arte sale a flote", compara con España.
"Hay años luz. Aquí las bases son tan buenas que sigue habiendo 52 compañías de danza estables y con sueldos seguros y muy decentes. Quizá el ejemplo alemán esté muy lejos de la realidad española, pero alguna vez habrá que empezar. Alemania no gasta mucho más dinero en cultura que en España pero lo gasta mucho mejor, porque es una inversión retributiva. Los teatros no son una deuda sino que producen beneficios, además de los obvios, que son mantener a la gente no solo entretenida sino intelectualmente viva".
Montero insiste en que "hay que gastar a largo plazo. Aquí los teatros tienen cuerpos de baile, compañías de ópera, orquestas, coros, compañías de teatro de texto estables... Están llenos de gente que produce cultura. En España tenemos buenísimos teatros pero vacíos, que se nutren solamente de programación que traen de fuera y no crean tradición. En mi teatro, de nivel medio, trabajan 750 personas con sueldo fijo y nuestro público viene a ver qué está haciendo su compañía".
Y lo que está haciendo esta compañía es empezar a trabajar sobre una nueva coreografía para un 'Cyrano de Bergerac', personaje poco explotado en el ballet y que ofrece enormes posibilidades. "Es un alma libre que no se compromete con nada, no busca un protector sino conservar una mirada libre. Lo que le separa de los demás no es su deformidad sino su elección de hacer siempre lo que cree que es correcto. La coreografía reflexiona sobre si su imperfección le impide unirse a la sociedad o si es al contrario. Quizá si no la tuviese, entraría a formar parte, diría todas esas pequeñas mentiras que todos tenemos que decir antes o después y que no nos dejan dormir", revela el coreógrafo.
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