El Teatro Español presenta "Sueños y visiones del rey Ricardo III", un visión contemporánea del texto de Shakespeare
Fuente: abc.es
Una de las grandes tragedias políticas de William Shakespeare, «Ricardo III», se presenta a partir del próximo 6 de noviembre en el Teatro Español, en una producción protagonizada por Juan Diego, a quien acompañan en el reparto Asunción Balaguer, Terele Pávez, Lara Grube, Ana Torrent, Juan Carlos Sánchez, Jorge Muñoz, José Hervás, Aníbal Soto, Óscar Nieto, Carlos Álvarez-Novoa y José Luis Santos. La dirección es de Carlos Martín, que ha trabajado a partir de una dramaturgia de José Sanchis Sinisterra. El montaje estará en escena hasta el 28 de diciembre.
«Ricardo III» se escribió a finales del siglo XVI, alrededor de 1591 o 1592 según los estudiosos de la obra de Shakespeare. Narra la historia de la monarquía inglesa desde 1471 (muerte de Enrique VI) hasta 1485 (muerte de Ricardo III). El protagonista es dibujado como un asesino vil, deforme, ambicioso y corrupto. En esta producción del Teatro Español se altera notablemente la estructura de la obra original, colocando como nuevo centro dramatúrgico la escena tercera del quinto acto.
Espejo interior
«Alterando notablemente la estructura de Ricardo III –cuenta su adaptador, José Sanchis Sinisterra-, organizando sus escenas, personajes e interacciones según otros principios compositivos, concentrando espacios, tiempos, diálogos y situaciones en torno a un nuevo centro dramatúrgico -la escena tercera del quinto acto-, recurriendo a procedimientos y convenciones más o menos frecuentes en la escena contemporánea, la presente (per)versión de la tragedia shakespeariana propone, más que una reflexión sobre la ambición humana, una interrogación sobre eso que llamamos conciencia, ese espejo interior, tan a menudo turbio, en cuyo azogue se reflejan y refractan los actos que nos definen ante el mundo y ante nosotros mismos».
Carlos Martín, director de la función, añade que esta función «también apuesta por una propuesta que se aleja de todo psicologismo para confiar en la fuerza de la palabra. Las pausas son pausas de acción, pero la fuerza de la palabra es la que conduce a la acción. El texto es un fluir continuo de palabras, lo que otorga al montaje un gran dinamismo. Palabras tras palabras que envuelven al público en el delirio de Ricardo III».
El director ha trabajado la obra, en tres planos: Ricardo III, con todo su terror y su rencor; la Corte, dividida por sus intrigas y sus luchas fratricidas, y la guerra. Pero ha querido mostrar más al hombre que al tirano. «Tengo toda la maldad, la locura, y un punto de ángel, que la tiene, de Ricardo III –dice Juan Diego-. Toda la maldad la fabricamos aquí, en este mundo, no la traemos al nacer. Y define a su personaje como un ser misógino y tiránico que se avergüenza de su interior; estoy –añade el actor- dolorosamente feliz».
«Lo más importante en esta puesta en escena –insiste el director- es el plano de la conciencia y la responsabilidad colectiva del personaje, y por extensión del resto de personajes. Cómo el estado mental del personaje se va deteriorando. Como el paso por sus crímenes, sus delirios y sus rencores no es en vano, queda residual en la conciencia, algo queda de traumático. La aparición del miedo, de lo sobrenatural es un reflejo de su propia perturbación mental. Todo esto sumado a su físico, al hecho de ser un ser inadaptado para la Corte porque está acostumbrado al mundo de la guerra, sumado al conflicto con la madre, un distanciamiento que busca y que no encuentra, lleva a plasmar ese personaje como tiránico y delirante, pero desde una perspectiva más tridimensional, menos plana. Se trabaja el tirano desde las debilidades del personaje».
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