PECCATUM
DRAMATURGIA: TONI GOMILA
INTÉRPRETES: TONI GOMILA y CATALINA FLORIT
DURACIÓN: 50min
FOTO: MARIA BEL LLULL
PRODUCCIÓ: PRODUCCIONS DE FERRO
LA SECA ESPAI BROSSA
Toni Gomila ha tardado mucho en volver. Ha vuelto repetidas veces con Acorar, el éxito que todavía en la misma sala volvió a repetir la semana pasada. Pero había ganas de verlo en otro registro. Estaba vez también habla de carne, pero el "puerco" tiene dos piernas en lugar de dos patas.
Nos sumergimos en el mundo de las pornorondalles, una especie de fábulas verdes breves de monseñor Alcover, llenas de violencia, sexo, mujeres, hombres. Un dato curioso, que ocurrió durante mi sesión (y que a una le pone los pelos de punta) mientras se explican historias de violencia física o psíquica hacia las mujeres, los hombres ríen. El resto de la pieza es muy cómica, pero en ese punto la risa es peligrosa.
El despiece de miembros es similar al porcino, pero aquí las partes escabrosas parece que se han eliminado, o al menos así lo decía monseñor. El que no se ha excluido es la sonoridad del mallorquín, que esta vez resulta igual de atractivo para los oídos y un poco más fácil de entender, lo cual se agradece.
Y se agradece también el juego con la lingüística: ay, las vocales neutras! o el juego de diferentes acentos, imperdible el momento de Adam i Eva. La comedia está servida y la risa no tiene lenguaje que le marque el ritmo.
La puesta en escena de Joan Miquel Artigues, Martí Gomila y Margalida Munar, no puede ser más simple, con el público en círculo entorno a un mini escenario donde un pequeño "altar" en forma circular se halla. Una ambientación mitad iglesia, mitad infierno por las luces rojas y el humo nos recibe. Que los espectadores estemos en círculos y a unos centímetros de la escena permite difuminar en un abrir y cerrar de ojos la cuarta pared.
La iluminación de Dani Noceda es uno de los puntos claves del montaje. Acentúa aquello que es necesario y sobre todo, en los momentos de escasa luz, convierte sus leves toques en experiencias sensoriales magníficas.
De sobra es conocida la maestría de las actuaciones de Toni Gomila, pero Peccatum nos tiene preparado una sorpresa, Catalina Florit. Una actriz nacida en Barcelona, pero cuya carrera se ha desarrollado entre Ses Illes y Alemania, hasta ahora casi desconocida para el público barcelonés. Seductora, juguetona, con sólo una mirada es capaz de convencer hasta el espectador más cerrado.
En esta ocasión hay un elemento tan importante como la interpretación, el movimiento físico. El juego no sería el mismo si se eliminará los movimientos que los actores ejecutan en escena, cómo la rondallas cobran vida, y ayudan a hacer más entendedor (si cabe) el texto. Una "pura" delicia.
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