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TEXTO y DIRECCIÓN: WAJDI MOUAWAD
INSPIRADO POR: NAYLA MOUAWAD y ANNICK BERGERON
DRAMATURGIA: CHARLOTTE FARCET
INTERPRETACIÓN: ANNICK BERGERON
DURACIÓN: 130min
FOTO: PASCAL GELY
PRODUCCIÓN: AU CARRÉ DE L'HYPOTÉNUSE (FRANCIA) y ABÉ CARRÉ CÉ CARRÉ (QUÉBEC)
SALA PUIGSERVER (TEATRE LLIURE, GREC 2015)

Una flor no fa estiu y tampoco deja de serlo. Es lo que pasa con los textos de Wajdi Mouawad. Atraídos por la temática, el paso del tiempo, los deseos insatisfechos, pero sobre todo por la problemática de la lengua, de sentirse extranjero dentro de tu propio país, de que una lengua invasora te destruya tu pequeño universo, acudo rauda y veloz a disfrutar del montaje.

A través de la comedia, el montaje introduce la resistencia de la protagonista contra el uso predominante del inglés por encima de un cada vez más minoritario francés en Canadá. Tras dar una conferencia en Ottawa, la protagonista se encierra en su habitación de hotel donde permanecerá durante el resto de la obra. Un juego de puertas corredizas y sistemas inteligentes que podrán el toque cómico al drama.

Y aunque el texto y la dramaturgia prometen en el inicio, más tarde se pierden, se convierten en un sustento más light que las paredes que lo cobijan. Mientras esperas que pase algo que vaya más del simple titular, una multitud de personajes aparecen ante tus ojos, no quiero pensar que no haya legitimidad para su presencia, pero parecen piezas inconexas pegadas al azar en un gran puzzle. Y la guerra, tan presente en otras piezas de Wajdi Mouawad aquí vuelve a mencionarse, pero no va más allá de un simple pegote, de un añadido a modo de referencia que más que aportar entorpece el relato.

Nada que objetar a la interpretación de Annick Bergeron que se desdobla para ser la piel de cada personaje. Una gran actriz para un texto que le falta alma, que nos envuelve con un manto más frío que la nieve que no para de caer fuera de la habitación de Ottawa.

La puesta en escena es quizás la parte más destaca del montaje. Salvamos los muebles y las proyecciones que ayudan a crear los personajes secundarios. La habitación inteligente que habla aunque no siempre en el idioma que deseamos para entenderla. Pero lo que para Wajdi Mouawad resulta el tema central del montaje, a los pocos minutos se convierte en una mera anécdota.

Una gota, solo una gota sirve para derramar un vaso. En esta ocasión el vaso ya se nos sirvió derramado. No pudimos hacer nada para contener el líquido. Pero no nos sació la sed y nos dejó a expensas de una nueva ocasión. La oportunidad perdida de la que todo montaje huye. 

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