La compañía y el teatro de Távora se enfrentan a la quiebra


Fuente: Margot Molina (elpais.com)
“Me encuentro como si estuviera nadando en un mar de decepciones, en aguas turbulentas cultural y políticamente”, dice rotundo Salvador Távora, fundador de La Cuadra en 1972 y creador de un lenguaje dramático propio que ha paseado por escenarios de todo el mundo. El director de escena sevillano se enfrenta ahora, cumplidos ya los 80 años, al derrumbe de su proyecto. La compañía La Cuadra, que entró en concurso de acreedores en febrero de este año, se enfrenta a la quiebra en dos meses y medio porque no puede pagar la deuda que contrajo en 2007 para la construcción de su teatro en la barriada del Cerro del Águila.
“Andalucía va a dejar morir a La Cuadra, una de sus referencias culturales”, dice Távora, poseedor, entre otros galardones, de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y Premio Andalucía de Teatro.
“Le hemos propuesto a la Junta que se quede con el teatro a cambio de saldar la deuda, pero no puede ser. Y del Ayuntamiento, ni hablamos… Hace mes y medio que le escribimos a la presidenta, Susana Díaz, para solicitarle una entrevista pero no ha contestado”, aclara Távora, que ha llevado sus montajes por los cinco continentes.
“Con nuestra historia y nuestro compromiso por un teatro lejos de la estética pequeño burguesa, en 2007, arriesgando todo nuestro patrimonio formalizado en 40 años de historia, construimos en el barrio donde nació el grupo un teatro de pequeño aforo, con aspiraciones populares a fin de descentralizar la cultura en la ciudad”, dice la carta enviada el pasado 3 de noviembre.
“Recurrimos a ti con la esperanza de que podamos encontrar soluciones para evitar (…) la frustración de un proyecto cargado de compromisos estéticos e ideológicos con un terrible final de desahucio cultural”, añade la misiva para concluir que si se produce el cierre “ante la indiferencia de la izquierda, será el fracaso, por falta de valoración oficial, de todo un periodo de conquistas artísticas del medio popular”.
La construcción del Teatro Salvador Távora, que se inauguró en marzo de 2007 dentro del Plan Director de Espacios Culturales del Ayuntamiento de Sevilla, le supuso a la compañía un gasto de 1.600.000 euros, cantidad a la que La Cuadra hizo frente hipotecando todo su patrimonio: dos naves comerciales. “Juan Carlos Marset [entonces delegado de Cultura] quería crear una red de teatros en los barrios de la ciudad y nos convenció para iniciar el proyecto. A nosotros y a otras compañías que tampoco han salido adelante. Compramos el solar e hicimos la obra y el Ayuntamiento realizó cuatro aportaciones anuales de 100.000 euros, según lo convenido. Lo que no cumplió fue la promesa que nos hizo Marset de contribuir con 100.000 euros anuales para el funcionamiento”, explica Lilyane Drillon, cofundadora del grupo.
El teatro, cerrado como espacio escénico desde hace un año, también está en peligro. “La deuda es de más de 300.000 euros, pero el problema es que aunque el banco se quedase con las naves hipotecadas no se cubriría el total porque ahora valen muchísimo menos que en 2007 y tirarían del teatro para cobrar la totalidad”, añade Drillon.
“Yo pensaba que asentarme en Sevilla era el final feliz que queríamos. Recogerme aquí, en mi barrio, y hacer buen teatro desde la periferia. Pero esto se ha mantenido durante siete años con los ingresos de las giras de La Cuadra y ahora no es posible”, dice Távora, quien se ha nutrido de flamenco, toros, caballos, procesiones y conciencia social despojados de tópicos en sus 27 espectáculos.
“Para las compañías que han desarrollado el divertimento, la frivolidad y el teatro comercial la cosa ha ido mejorando estos años; pero a los que pensamos que el teatro es más que diversión, cada vez nos cuesta más andar”, afirma Távora, quien a pesar de no ocultar su decepción, la chispa le vuelve a los ojos cuando habla de sus proyectos.

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