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Fuente: Esther Alvarado (elmundo.es)

Juan Carlos Pérez de la Fuente camina a toda prisa dando instrucciones, de un extremo a otro del escenario de la sala 1 de Matadero. Prepara el pase gráfico de 'Pingüinas', el estreno del año en el Teatro Español, que también dirige. La alfombra roja se colocará el 29 de abril, pero la primera representación será el 23, coincidiendo con el Día del Libro y como homenaje a los 400 años de la publicación de la segunda parte del 'Quijote' y también a los 400 de la inauguración del entonces Corral del Príncipe. 

Son muchas efemérides y, además, es la primera decisión artística que puede llamar enteramente 'suya' desde que tomó las riendas del Teatro Español. Decisión, como mínimo, valiente: pedirle un texto nuevo e inédito a Fernando Arrabal, el gurú de la patafísica. Con todo lo que ello significa...

Hablamos del texto y del subtexto y de lo difícil que ha sido para él trasladarlo a una puesta en escena con 10 mujeres, un hombre, 10 motos, el fuselaje de una nave voladora y siete gallinas.

Este texto, como casi todo Arrabal, es deliberadamente críptico.

Yo creo que lo hacen a propósito. Los autores se vuelven muy crípticos. Se lo decía a Paco Nieva también cuando hice con él 'Pelo de tormenta': "Paco, parece que queréis ocultárselo al público", y mi obligación es transportar texto al espectador. Sabiendo que en el público habrá unos cuantos a los que les interese Arrabal, pero a mí no me interesa eso; me interesa que venga la gente a la que le gusta el teatro, porque esto es una obra de teatro.

¿Por qué Arrabal?

Uno de los grandes hallazgos, después de 'Carta de amor', en Arrabal es la emocionalidad. La emoción, si no cuentas con ella, lo que te queda es un texto caótico. 

¿Acertó con el encargo?

¿Sabes? A las gentes del teatro nos faltaba una obra libre como ésta sobre el 'Quijote'. Y me he dado cuenta de que no me equivoqué y que el encargo que le hice a Arrabal estaba bien. Fue una corazonada. No había leído muchos de los ensayos de Arrabal sobre Cervantes, pero le ha ido como anillo al dedo. Sólo le di una indicación: que Sancho y Quijote fueran mujeres. Y al final ha salido esto.

¿Qué pretende contar?

Lo que al público le va a llegar es muchísimo más de lo que crees. Es la historia de unas mujeres del siglo XVII, las 'Cervantas', trasladadas al siglo XXI. Las protagonistas son 10 mujeres que conformaron el universo femenino de Cervantes, no sus personajes; su familia. Las 'Cervantas' fueron famosísimas en el Madrid del XVII: mujeres de armas tomar, mujeres libres, mujeres que en un mundo de analfabetos sabían leer y escribir y, aunque eran costureras, eran unos auténticos cerebros. Hasta tal punto que, una vez que te adentras en su universo, llegas a entender mejor a Cervantes. 

¿Cervantes en femenino?

Las 'Cervantas', sin haber movimientos feministas, eran absolutamente descaradas; por momentos podían ser putas o santas. En la obra, les han prometido ir a la luna; se lo ha prometido la televisión. Esa mezcla de escenas muy costumbristas con escenas muy filosóficas... ha hecho una textura emocional alucinante.

Y luego está Miho.

Es el trasunto de Miguel de Cervantes. Es como el dios de estas mujeres. No habla porque era tartamudo.

¿Qué peculiaridades tienen estos personajes?

Cervantes era una gran persona, pero sus personajes están a ras de suelo. En las obras de Lope o Calderón, los personajes siempre acaban casados o con un final conveniente. En las de Cervantes no. Aquí todas son lesbianas. Yo creo que aquí Arrabal introduce un tema muy interesante que está más allá del sexo. Éstas son mujeres que han vivido la vida en plenitud y ya no necesitan al hombre; se creen mujeres perfectas y se casan entre ellas, en parejas o en tríos. Las tres protagonistas son la hermana, Luisa de Belén; Constanza, la sobrina y la abuela, Torreblanca.

¿Y sus actrices?

Salvo Ana Torrent, todas salieron de las pruebas a las que se presentaron 1.400 mujeres. Me dio miedo este reparto porque pensé: "Si las actrices son como los personajes, un día se rebelan contra mí y me matan". Hacía falta gente muy trabajadora que no se diera nunca por vencida. Hemos construido personajes desde un sitio en el que nunca se había hecho. Ha sido muy duro, pero muy satisfactorio.

¿Cómo es la puesta en escena?

Pocas veces en mi vida me he enfrentado a un espectáculo tan complejo. Estrenamos con ella la sala Fernando Arrabal. Tenemos 10 motos tuneadas, una estructura vertical, siete gallinas y un gallo... Se va acercando la fecha del estreno y a veces pienso qué locura es ésta. Hay una última verdad: a veces crees que lo sabes todo de la obra y te llevas una sorpresa. Yo creo que es un espectáculo del siglo XXI, dialogando con el siglo XVII, que nos habla de la grandeza de este hombre.

No fue el mejor autor de teatro de su época.

No nos hemos portado bien con Cervantes. Incluso ahora, que nos peleamos por sus huesos.

Ésta es la obra con la que celebra 400 años del Español.

Y una nueva etapa. Echando una ojeada a los teatros públicos españoles desde la llegada de la democracia te diré que ningún compañero mío ha tenido la valentía de iniciar una etapa así con un texto nuevo, de un autor vivo y en una celebración. Aquí se corren muchos riesgos y estoy orgulloso de correrlos, pase lo que pase. Creo que hacía falta. Y el día del estreno os guardo una sorpresa: quiero que salgan a saludar los científicos que buscaron los restos de Cervantes.

¿Por qué?

Por causalidad. En una reunión con Madrid Destino, me dijo el concejal: "Te voy a dar una sorpresa". Me llevó al convento de las Trinitarias, me dejaron unos guantes y me dijeron que Cervantes podía ser aquella calavera. Hasta lloré y entonces me di cuenta de que era 27 de febrero, justo el aniversario de la publicación de la segunda parte del 'Quijote'. Así que les invité a venir aquí el día del estreno porque yo creo que es bonito que nos unamos la gente de la ciencia y de la cultura en honor a Cervantes. En esta obra se habla mucho de conceptos filosóficos y cuánticos y lo mejor es que al final la obra te habla de la espiritualidad, del amor. 

¿Le gustaría esta obra a don Miguel?

Ahora estoy tan metido en esto que yo creo que se sentiría muy orgulloso porque sus mujeres eran maravillosamente libres en una España compleja y gracias a ellas cada vez me llega más la bondad de Cervantes. Hubiera podido ser un revolucionario si le hubiera dado la gana, motivos tuvo, y sin embargo nunca guardaba rencor ni odio. En un mundo en el que todo pasa por revoluciones ya conocidas ya sabemos que en un mundo que no pase por el encuentro con la parte más hermosa del ser humano que no sea el amor y la libertad.

¿Esta es la obra más difícil que ha hecho?

Sí, incluso más que 'Pelo de tormenta', porque aquella tenía más materia y maquinaria teatral. Arrabal no ha dado ninguna indicación y eso no está mal. Si no hubiera dirigido tantas veces a Arrabal esto sería imposible. El teatro psicologista ha triunfado en el mundo, pero tenemos que olvidarnos de eso. Estos personajes están hechos de mucho material de derribo que, cuando unes las piezas, te va a dar España por los cuatro costados. Algunas personas, viéndome dirigir, me preguntan: ¿tú no te drogarás, no? Y es que aquí está el sueño y la vigilia, el amor y el dolor, el éxtasis...Esta función no va a dejar indiferente a nadie. ¿Le asustan los detractores?No. La obra da trastazos a diestro y siniestro. Y, al ser así, corres muchos riesgos; eso es de lo que se trata. Este es el teatro que me gusta, teatro de ceremonias, teatro español hasta la médula. España es un patio de vecinos a mitad de camino entre un prostíbulo y una iglesia donde pueden suceder auténticos milagros.

Fuente: José Luis Romo (elmundo.es)
Desde que Juan Carlos Pérez de la Fuente tomó las riendas del Teatro Español el pasado mes de julio, se sabía que iba a haber una revolución en la institución. Airear una casa con cinco siglos de antigüedad, abrirla a la ciudad y llenarla de vida era una de las prioridades del director. La alcaldesa Ana Botella ha definido a Pérez de la Fuente como una "máquina de ideas" (algunos preferírían calificarlo de torbellino) y muchas de ellas se han plasmado en la inauguración del espacio Pérez Galdós, una nueva sala destinada a que regresen las tertulias literarias al Teatro Español. 
Elegir el nombre de Pérez Galdós no es casual, claro. Los cafés fueron el eje de la vida cultural del Madrid del siglo XIX y "Madrid el centro de la vida de Galdós". Según ha señalado el director de escena, se pretende "recuperar aquellas tertulias que ahora están en las radios o las televisiones". Decorado elegantemente con telones granates de anteriores producciones del Español, la el espacio es una invitación a "dar voz a diferentes generaciones y recuperar algo tan importante en nuestra ciudad". Las tertulias, abiertas para el público, tendrán lugar los lunes por la tarde y en junio se espera la segunda parte de "Conversaciones de Madrid", un proyecto del dramaturgo Ignacio García May en el que personajes singulares del pueblo de Madrid cuentan sus experiencias.
La inauguración del espacio Pérez Galdós ha servido para que Pérez de la Fuente anuncie también el nuevo nombre de las salas de los teatros municipales de Madrid, algo que él ha calificado como un "acto de justicia con nuestro legado teatral, al que muchas veces no prestamos la atención que merece. Elogiamos más a lo de fuera que a lo nuestro y deberíamos mostrar más nuestro orgullo por lo que tenemos". De esta forma la sala pequeña del Teatro Español pasa a llamarse Margarita Xirgú; las naves del Matadero, Max Auby Fernando Arrabal; El Teatro Conde Duque, Teatro Buero Vallejo; y en Centro Cultural de la Villa tendrá una sala bautizada como Jardiel Poncela. "Ellos nos indican el camino a seguir", según el director. 
Esta idea de rendir honores a los ilustres de nuestro teatro enlaza con otra propuesta de Pérez de la Fuente, la de reanudar la galería de artistas notables que se inició en el Español en la segunda mitad del siglo XIX. "En la actualidad hay una colección de 56 lienzos de artistas que está a la altura de colecciones como la del Museo del Romanticosmo, el Museo de Teatro de Almagro o la Biblioteca Nacional". Así pues en el acto se ha presentado cuatro nuevos retratos, realizados por el fotógrafo Chema Conesa, del Nobel Vargas Llosa, muy ligado al teatro donde actúo el mes pasado, Concha Velasco, José Sacristán y Antoñita, viuda de Ruiz, la veterana peluquera del centro, toda una institución dentro de la profesión. 
A excepción del escritor peruano, el resto de retratados han estado presentes en el acto. Pérez de la Fuente ha señalado que tenía una deuda con Concha Velasco, que tan sólo ha actuado en dos ocasiones en el Español: en el famoso 'Don Juan Tenorio', con telones de Dalí, que dirigió Luis Escobar en 1964 y, el año pasado, en Hécuba. Según ha explicado la actriz, la deuda viene de los tiempos en los que Pérez de la Fuente era director del CDN y le dijo que eligiese una obra para representar. "Elegí 'La visita de la vieja dama' pero la acabó haciendo la maravillosa María Jesús Valdés". Como desagravio, amén del retrato, Pérez de la Fuente ha revelado que espera que la Velasco vuelva a actuar pronto en el Teatro Español de la mano del joven dramaturgo Paco Bezerra.
Por su parte, José Sacristán se ha mostrado "sobrecogido" por el reconocimiento y ha recordado emocionado aquellos años en los que era un mécanico de 17 años que soñaba dedicarse al teatro. Entonces, acudía como oyente a un grupo de teatro para aficionados y escuchaba en el Español a Carlos Lemos en 'Un soñador para un pueblo'. "¿Quién me iba a decir entonces que iba a pasarme algo así? Para mí este lugar es un baluarte, y quiero hablar en términos bélicos del esfuerzo y coraje en las batallas que libraron los Lemos, Dicentas, Mari Carrillo... y tantos otros, que trabajaban siete días a la semana y dos funciones al día".
El acto no sólo ha sido un homenaje al inmenso legado teatral del pasado, Pérez de la Fuente también ha aprovechado para presentar la programación de los teatros municipales hasta el mes de junio. Una selección de títulos en los que se empieza a ver la mano del director, claramente "volcado en la autoría española". Así pues en abril él mismo dirigirá lo último de Fernando Arrabal, 'Pingüinas', un homenaje al universo femenino que rodeó a Cervantes. Pedro Corral, concejal de Cultura, ha querido precisar que el director no cobará ni un euro por llevar este texto a escena. "Lo hace por amor al arte, como hace tantas cosas". Además se podrá ver 'Mujeres y criados', la comedia de Lope de Vega descubierta el año pasado en la Biblioteca Nacional y que montará la Fundación Siglo de Oro; lo último de Paco Bezerra, 'El señor Ye ama los draganes', dirigido por Luis Luque y con Gloria Muñoz y Lola casamayor como protagonistas; y un título tan curioso como 'Tengo tantas personalidades que, cuando digo te quiero, no sé si es verdad', una obra basada en textos de Max Aub y dirigida por Jesús Cracio.


Fuente: Esther Alvarado (elmundo.es)

Las cosas han cambiado mucho en el Teatro Español. Para empezar, el director recibe, y lo hace en su despacho. El anterior responsable, Natalio Grueso, utilizaba como tal (de vez en cuando) el Parnasillo. Juan Carlos Pérez de la Fuente (Talamanca del Jarama, Madrid, 1959) abre las puertas de una habitación ecléctica, con las paredes blancas desnudas, de momento, y algunos cuadros todavía por el suelo. Nada del otro mundo, sin especial interés decorativo ni histórico, lo que viene siendo un despacho para trabajar. Y a ello se ha puesto, nada más llegar, el que fuera director del Centro Dramático Nacional (CDN) entre 1996 y 2004; a tomarle el pulso y coger las riendas de una institución que es mucho más que el teatro más antiguo de España.

¿Cómo ha sido el aterrizaje?

Duro. Hoy he dormido tres horas. Hay 187 peticiones de entrevistas, de actores, directores, autores y productores que se quieren reunir conmigo y presentarme sus proyectos. Se nota la desesperación que hay en la calle, así que a partir de este fin de semana se recibe a gente sábados y domingos desde las nueve de la mañana y hasta las once de la noche. El señor que había antes no recibía, o muy poco. Yo conseguí que me recibiese una vez, después de año y medio de llamar. Me citó a las cinco de la tarde y cuando llegué me dijeron que se había puesto enfermo. ¿Y no hay teléfonos para avisar? Las cosas se pueden hacer bien, porque a mí me tocó hacerlo con Gerardo [Vera, a quien le dio el relevo al frente del CDN en 2004]. Cuando salió la primera noticia de que Gerardo iba a ser el siguiente director, yo le llamé y vino a verme. Y desde ese momento yo opté por no tomar decisiones que él no conociese.

¿Y aquí no ha sido lo mismo?

No. A la prensa se dijo que se dejaba programado hasta el 31 de diciembre y no es verdad. Hay más y además es un sinsentido. El año que viene, este teatro celebra su 400 aniversario y lo que yo no puedo hacer es tener en ese momento una obra extranjera en la sala principal, que es lo que me han dejado y encima sin firmar. Yo, eso, no me lo podría perdonar. Las cosas se podían hacer mejor, con elegancia. De todas formas, esta programación la tengo que hacer mía; sería un desgraciado si no lo hiciese. Lo he aprendido de El Quijote: no darte por vencido ni aún vencido. Cada vez creo menos en salir a pegar gritos y más en salir a enfrentar las cosas con honradez.

¿Ya ha empezado a moverse en clave municipal?

Sí, estoy empezando a moverme con Madrid Destino Cultura Turismo y Negocio [empresa pública nacida de la fusión de Macsa, Madrid Visitors & Convention Bureau y Madridec]. Tenemos que desterrar para siempre la palabra no. Tenemos que acercar la cultura a los ciudadanos y abrirles las puertas. Por ejemplo, el Parnasillo no debería estar cerrado; debería utilizarse para lo que se usó siempre: hacer tertulias. Quiero meter un programa de radio, quiero que esa plaza [Santa Ana] esté llena de estatuas de los autores más importantes y que cada estatua la patrocine una empresa. Se puede hacer.

Ha montado una revolución...

Pues sí, lo primero que hice, al llegar, fue fijarme en que la sala principal había perdido del todo la decoración del techo en el incendio de los años 70. Soy el director del CDN que se tuvo que enfrentar en el María Guerrero a las termitas. Estuve ocho años, de los cuales me pasé cuatro de obras. Así que pedí llamar al arquitecto. Yo soy un poco tanqueta y en cuatro días he notado que la casa está ilusionada. Quiero que cada personalidad que pase por aquí, deje una frase escrita; me interesa mucho la presencia en las redes... Todo esto me pone. No me importa meterme entre escombros. Yo creo que por eso me han elegido...

¿Eso cree?

Sí. Yo creo que me han elegido porque la cosa está muy mal (se ríe). El otro día publicó sobre mí Javier Villán [crítico de teatro de este diario]: "Saneó las cuentas del CDN". Y es que yo tengo que pedir dinero, pero dejar las cuentas muy claras. Dirigir un teatro también es todo eso.

¿Cómo está la situación del resto de teatro municipales?

Yo dirijo el Español y las Naves y superviso también la programación del Fernán Gómez y del Price. Aquí han pasado cosas muy raras y sea lo que fuera ha habido una conmoción. Yo voy a dejar clarísimo una cosa: mientras Pérez de la Fuente esté sentado en esta silla, la palabra "privatización" desaparece, y va mi honor por delante. Mientras yo sea quien supervisa la programación, iré a las ruedas de prensa para recibir a la gente. Yo no quiero foco, pero quiero hacer las cosas con coherencia.

¿Ha empezado ya su función de director artístico?

Sí. Lo primero que hice fue llamar a Fernando Arrabal [de quien dirigió en Matadero Dalí versus Picasso] y decirle, como director del Español, que los madrileños le pedimos que, para la celebración del 400 aniversario de El Quijote, escriba una versión de la segunda parte con una particularidad: que Quijote y Sancho lo hagan dos mujeres. Lloraba de emoción. Luego he ido al Ayuntamiento y le he pedido al concejal que me deje la Policía Municipal, porque quiero que los personajes vengan a la sala en caballo y burro cada tarde de representación. El primer día pueden salir del Ayuntamiento; el segundo, de las Cortes; el tercero, de la Asamblea de Madrid. Pero luego tienen que salir de los barrios, de una cárcel, de una iglesia, del cementerio... y que cámara en mano vayamos retransmitiendo imágenes. Se trata de hacer un acontecimiento y justicia, porque yo creo que nunca se le ha hecho justicia del todo a Cervantes. No olvidemos que El Quijote fue escrito en una cárcel.

¿Piensa coproducir?

Por supuesto. La situación está mal para todos, y si yo tengo problemas para girar hay que compartir gastos y hacer que sea más barato y, por supuesto, que se vean los proyectos. Yo cada vez estoy más en contra de que se estrene una obra, esté en cartel 30 días y después, si te he visto no me acuerdo. Eso es un delito. Toda la vida de Dios se ha hecho teatro y nos parecía lo más sensato que la misma obra, con el mismo reparto, se vea en Orense y en Zamora, por ejemplo. Eso lo entiende cualquiera. Por ejemplo, Vargas Llosa [poner en escena toda la obra teatral del Nobel peruano fue un empeño personal de su predecesor], yo estoy encantado de que se haga en Madrid, pero habrá que llamar también a Perú, como mínimo, ¿no? Porque les puede interesar. En lo que no estoy de acuerdo es en regalar las obras. Ah, y es importantísimo también que nuestras obras se vean fuera de España.

¿Va a relacionarse el Teatro Español con las salas alternativas?

Las salas que estén mal van a contar conmigo. Me quiero reunir con todo el sector y buscar fórmulas. No soy una ONG, pero puedo hacer cosas. Es verdad que han salido muchas salas, pero hay otras clásicas que están en crisis. Voy a hablar con el sector privado, pero sabiendo que esto no es mi cortijo.

Fuente: Bruno García Gallo (elpais.com)
La alcaldesa de Madrid, Ana Botella (PP), puso ayer el Teatro Español en manos de Juan Carlos Pérez de la Fuente. Para hallar sustituto a Natalio Grueso, que dejó el puesto el mes pasado, el Ayuntamiento había convocado en mayo a un comité de expertos. Esta semana, ese jurado ofreció a Botella su terna de finalistas de entre 27 aspirantes. Gerardo Vera e Ignacio García lograron siete votos; Pérez de la Fuente, cuatro. El Partido Socialista y UPyD han acusado a la alcaldesa de “politizar” una decisión que debería haber tomado según criterios artísticos.
Pérez de la Fuente niega ser “el chico de la derecha”. Dirigió el Centro Dramático Nacional entre 1996 y 2004, cuando gobernaba José María Aznar (esposo de Botella). “Pero lo que habla de mí es mi programación”, explica en su piso del barrio de Prosperidad.
“Yo no creo que los teatros públicos tengan que estar enfrentados con el poder, pero sí enfrente. Y me gusta jugar a lo que no se espera”, añade. Si cumple su palabra, no será cómodo para el PP.
Presume de programar a Alfonso Sastre que, además de uno de los grandes autores españoles del siglo XX, ha sido defensor y candidato electoral de Batasuna. Y quiere llevar a las tablas una obra sobre corrupción política. “Si ser de derechas es esto...”, reflexiona con cierta tristeza.
Promete obras que “conecten con los conflictos de los hombres y mujeres actuales y su proyección hacia el futuro”.
¿Cuáles son los conflictos que están en la calle? Para mí, el principal son los escándalos de los políticos. Hay que hablar de ellos en el teatro. ¿Dónde están los textos? Los que no estén escritos, se escribirán. Un teatro que no conecte, que no esté enraizado con los conflictos de la calle, es un teatro museístico.
El teatro es conflicto, sin conflicto no hay teatro, y esos son los conflictos que están en la calle. Si el de ahora es Bankia, habrá que hablar de Bankia. A mí me preocupan lo mismo que al resto de españoles: que no sabemos adónde vamos, que no hay trabajo, la corrupción... Hay que coger esos conflictos y subirlos al escenario.
¿Eso es hacer política? Claro, política hacemos todos. ¿Y la ideología cuál es? La que vaya saliendo en cada momento.
Su principal traba puede ser la falta de presupuesto que arrastra el Ayuntamiento de Madrid desde hace años ya.
Quiero que el Teatro Español sea la casa de la autoría española. La globalización es una realidad rotunda. Pintamos poco. Nuestras propuestas se tienen que ver en América y en Europa. Posiblemente me digan que no hay dinero. Bueno, pues mi obligación es buscarlo.
El teatro privado en España casi no existe, y lo digo con orgullo. Tenemos que hacer coproducciones con otros teatros públicos. A veces habrá que buscar patrocinios. No creo que sea malo. Ahora, sin rebajar un ápice la excelencia artística. Hay una idea en España de que si buscas patrocinios tienes que hacer un tipo de teatro mucho más amable. Eso no me interesa. Si mañana un refresco quiere que la vida sea maravillosa, yo no soy el cliente ideal.
Defiende un “teatro culto y popular al mismo tiempo”, en el que “el público sea el principal referente y en el que tengan cabida todos los públicos”. ¿Cómo?
Mi reto es hacer teatro de calidad, no aburrido y con público. No me quiero quedar en las minorías, soy ambicioso. Hay mucho público dormido, y tengo que saber seducirlo. Por ejemplo, quiero mantener encuentros con las embajadas para buscar a gente de otras nacionalidades a las que interese el teatro. Debo salir a la caza de nuevos públicos. He pensado también en hacer cada 10 ó 15 días una clase magistral en la que dramaturgos importantes, desde José Sacristán a Roger Coma, nos recuerden por qué hay que ir al teatro. No una conferencia, seducir para que la gente venga al teatro.
La gente puede decir, yo no quiero ir al teatro. Pues perfecto. Pero si una persona está en paro y no tiene dinero para ir, la responsabilidad es mía. Habrá que abrirles las puertas. No es una utopía, debe ser una realidad.
Propone usar las Naves del Matadero para “explorar un teatro para adolescentes”, “la edad más convulsa, creativa y ávida”.
Me gustaría que en la Sala Dos pudiéramos canalizar las historias que les interesan porque las hay, que les escuchemos. Es la edad más maravillosa, y la más terrible. Si se pueden encauzar todas esas energías, tienen mucho que decir. Y esa es labor del Teatro Español. No es teatro de profesionales para ellos sino teatro con ellos. Mi obligación en un espacio público es hacer cosas distintas.
Por cierto, hay que dar nombres a las salas. Si algo nos sobra en España son autores y directores. Seamos generosos, no le pongamos Sala Verde o Sala Azul. Tenemos a tantos autores olvidados, como Ramón Gómez de la Serna. A lo mejor una de ellas se debe bautizar como Max Aub.
¿Qué le parece que el Ayuntamiento quiera dejar la gestión del Teatro Fernán Gómez en manos de empresarios privados?
Voy a dirigir el Teatro Español y las Naves de Matadero. En el resto de salas municipales, sólo aconsejaré, según me han dicho.
El Fernan Gómez lo conozco muchísimo, pero todo ese enredo de privatización o no privatización necesito que me lo aclaren. Creo en lo público y lo defenderé.
¿Dirigirá usted montajes?
La programación está hecha hasta enero, y me viene bien. Yo la primera temporada no quiero dirigir nada. Lo primero que debo hacer es sentarme, serenamente, a analizar y ver, son muchos los problemas y las iniciativas en marcha. Sí quiero dirigir, más adelante, El arquitecto y el emperador de Asiria, que es lo mejor que ha escrito Fernando Arrabal. Y quiero revisar a Max Aub.

Fuente: Julio Bravo (abc.es)
Juan Carlos Pérez de la Fuente es el nuevo director del Teatro Español. El Ayuntamiento de Madrid lo eligió de entre una terna, propuesta por un comité asesor en el que estaban personalidades comoJosé Luis GómezJosé Luis Alonso de Santos y Carlos Hipólito, entre otros. El teléfono del nuevo director del Español no dejó de sonar desde que a primera hora de la mañana la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, le comunicara la noticia. «De repente, ha dejado de funcionar», explica Pérez de la Fuente, entre feliz y abrumado por lo que prevé que será una tarea «compleja». Consciente de la contestación que su nombramiento ha tenido en ciertos medios y en un sector de la profesión, esgrime su derecho a la inocencia y alude a la frase bíblica:«Por sus obras los conoceréis». Planes no tiene ninguno todavía; ideas y proyectos tiene muchos: crear la figura de los «amigos del teatro», recuperar las tertulias del Parnasillo, generar debates... Pero, por encima de todo, ser altavoz de la dramaturgia española. Estas dos palabras suenan en su discurso como un estribillo.
¿Qué significa el Teatro Español?
Es el gran teatro de esta ciudad, y no solo eso: es el teatro más antiguo de Europa. Por él han pasado todos los grandes y debe de ser una referencia absoluta no solo en España, sino también en Europa y en Iberoamérica. En este teatro tengo un compromiso –lo mismo que lo tenía en el CDN– con la autoría española.
¿Esa es su mayor preocupación?
Esa y nuestra proyección internacional. Tenemos que salir, que nuestras propuestas viajen a Europa y América. He podido comprobar, hablando con programadores internacionales, que tienen hambre de teatro español. Tenemos la responsabilidad de que autores como Valle-Inclán se conozca en Europa, donde no se le conoce y, por tanto, no se le monta. Nuestra responsabilidad es con los madrileños, naturalmente, pero también con los autores españoles, dentro y fuera de España.
La dramaturgia española vive ahora un período de efervescencia...
Un momento buenísimo. Pero hay nombres que no me gustaría que siguieran acumulando polvo en las librerías. Pienso en Ramón Gómez de la Serna, en Unamuno, en Max Aub, en Benavente. Tenemos que releerlos y hacer una lectura desde nuestros días. Pero tampoco me puedo olvidar de Fermín Cabal, de Sanchis Sinisterra, de gente que se ha ido diluyendo y a los que hay que remover y exigirles que sigan escribiendo. Cuando alguien tenga algo que decir, el Teatro Español tiene que estar ahí. Y tienen las puertas abiertas.
¿Y los jóvenes?
Naturalmente. Las voces más nuevas tendrán su sitio; pienso ahora en Paco Bezerra, en Sergio Peris-Mencheta... Y no hablo de Juan Mayorga, porque es ya un clásico, el autor más importante que tenemos ahora.
No es un buen momento económico.
Es el peor, y hay que seducir y salir a la caza y captura del dinero. Y quiero involucrar a los teatros públicos del resto de España. Hoy más que nunca hay que unir fuerzas y son necesarias las coproducciones.
En su proyecto hablaba de buscar al público para adolescentes.
Llevo varios años trabajando con el colegio mayor Elías Ahúja, y ahí he visto su potencial. Hacemos teatro para niños y para adultos, pero hay una franja de edad a los que ya no sirve ni atrae ninguno de los dos. No quiero solo que profesionales hagan teatro para adolescentes, sino que haya proyectos hechos por y para ellos.
El Español es un teatro público gestionado por un partido de derechas. ¿Teme las críticas de la izquierda?
En el CDN tuve el mismo problema, no me he quitado el estigma de ser «el director de la derecha». Solo puedo decir que en mi etapa –y lo digo rotundamente– se hizo la programación más «de izquierdas» que yo recordaba: Francisco Nieva, Arrabal, Max Aub, Buero Vallejo... Los profesionales lo que tenemos que hacer es buen teatro. Y eso es lo que yo voy a tratar de hacer en el Español.