RASTRES_ARGELERS


idea original, dramaturgia y dirección AINA HUGUET
dirección de movimiento ANDREU MARTÍNEZ
intérpretes ARIADNA FÍGOLS y AINA HUGUET
duración 70min
fotografía NÚRIA GÁMIZ
producción EL MALDÀ
EL MALDÀ

Recordar el pasado es imprescindible para evitar que se vuelva presente. Pero también es imprescindible tenerlo bien presente para no cometer los mismos errores que se conjugaron en pasado. Nos olvidamos de las víctimas con la misma facilidad que giramos la página. Vivimos en un mundo de acciones inmediatas y se nos olvida qué hemos desayunado esta misma mañana. Cuando tenemos más opciones que las que podemos alcanzar, lo superfluo se nos vuelve importante y lo que debería serlo se queda en el cajón de "algún día".

Aina Huguet ha decidido sacar del cajón del olvido las historias de los olvidados, aquellos que huyendo de la Guerra Civil Española se sumergieron en otra cloaca sin nombre y sin memoria. Después de 80 años, la playa de Argelers se ha convertido en un lugar turístico, ni rastro de la barbarie genocida que sufrieron los exiliados españoles durante años. Pero la memoria no olvida y la arena está a punto de destapar las mentiras.

Con la sala en forma de L nos encontramos un escenario aterrador, lleno de ropa amontonada. Unas prendas que algún día pertenecieron a alguien y que hoy frías y sin cuerpo al que guarecer yacen desparramadas por el suelo. No es verano, nuestras protagonistas tienen frío y hambre, mucha hambre. La esperanza de haber podido escapar de la guerra se va apagando según pasan los días encerradas en su propio miedo.

Rastres_Argelers es un montaje honesto, de los que piensas "lo que ves es lo que hay" pero no hace falta mucho más que una dramaturgia certera, una escenografía (de Elisenda Pérez) que te aplasta y una iluminación (de Adrià Aubert) que te hiela la sangre. Hay verdad en sus caras, sus expresiones no son baladí y sus silencios hieren más que la mayoría de balas. Hay montajes que se te quedan dentro y van hurgando hasta que poco a poco te rompen la carcasa de protección que, a mi, me impide llorar en público. Y son esas lágrimas que no limpian pero sí hacen que merezca la pena vivir la historia, una y otra vez, para que no se nos olvide jamás.

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