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Fuente: Pablo Caruana (elpais.com)
Llega a la Corrala de Alcalá esta obra laberinto y oasis al mismo tiempo, donde se conjugan teatro, movimiento, plasticidad, música, poesía e ironía. Pieza collage donde se mezcla la danza kabuki con la Comedia dell’arte, el siglo XVIII con el paleofuturismo de los años cincuenta; y la batería, el ukelele y la guitarra eléctrica con la Divina Comedia de Dante Alighieri. Libertad escénica con la que Voadora tuvo un 2013 lleno de premios y alabanzas que han supuesto que la compañía viva ahora uno de sus momentos más dulces. Algo que contrasta con la difícil situación actual de la creación contemporánea española. “Somos hormiguitas, y sí, nos han puesto una lupa encima, somos conscientes, pero sabemos que las modas son sobretodo pasajeras y creemos más en las carreras de fondo”, espeta su directora Marta Pazos.
“La ciudad de Tokio creció hasta que quedó atrapada entre el mar y la montaña. Comenzó entonces a expandirse hacia arriba. Pero llegó un tiempo en el que los rascacielos también agotaron la ciudad vertical. Tokio continuó creciendo, esta vez hacia abajo. Esta nueva ciudad interior se llama Tokio3. Allí, en un teatro que tiene el poder de suspender el tiempo, de retirar al público del espacio cotidiano y hacerlo isla, conviven seis actores que nos sorprenden con una versión muy particular de la Divina Comedia de Dante Alighieri”, así presenta esta obra Voadora, tercera entrega de su trilogía Lugares Comunes. Trilogía que comenzó con Periferia (2008) y continuó con Super 8 (2010). “Lugares comunes es un proyecto en el que tratábamos de abordar cómo nos sentíamos nosotros, como artistas y ciudadanos. La primera,Periferia, que abordaba el momento presente, iba sobre el fracaso, sobre los sueños no realizados, sobre tener 30 años y ver qué habíamos conseguido. Fue un palazo, no se distribuyó nada, creo que no se entendió bien… Fue realmente un fracaso. Pero teníamos claro que Voadora era un proyecto artístico y de vida, teníamos claro qué queríamos y seguimos. Así llegó la segunda, Super 8, que abordaba el concepto de pasado, viendo cómo éste conforma nuestra identidad y haciéndonos todo el tiempo la pregunta de si cualquier tiempo pasado fue necesariamente mejor. Y Tokio3 habla del paraíso futuro. De cómo, aunque todo esté nublado, puede salir el sol, habla de esperanza. Utilizamos la metáfora de esta ciudad hacia abajo, un espacio de no salida y la convertimos en un nuevo espacio, en una ciudad interior”, explica Pazos que junto a José Diaz (músico y cineasta de origen) y el actor y músico portugués Hugo Torres levantaron Voadora en el 2007.
La obra comienza con un pequeño texto: “Ha muerto Pina Bausch, ha muerto el contemporáneo, estamos perdidos. Vamos a volver a los clásicos, a ver si nos sale…”. “Cuando estábamos ensayando la obra realmente murió Pina Bausch, y fue todo un shock. Se nos vinieron mil preguntas a la cabeza. En varios momentos de la obra los intérpretes intentan hacer Comedia dell’arte pero siempre algo les interrumpe. Luego se fueron mezclando los materiales en escena, la filosofía japonesa, el mundo del cuento, el abrir una puerta y encontrarte otra cosa inesperada, el llevar al espectador por un lado y aparecer en otro, el laberinto, la entrada del sueño y lo onírico, el teatro dentro del teatro, el ir cosiendo la obra con música, tenemos un pasado “rockanrolero” y eso se nota… En definitiva, queríamos construir un mundo de subsuelo donde todavía queda esperanza. Por ejemplo, en esta obra queríamos transmitir escénicamente que cuando conseguimos algo como intérpretes es porque estamos juntos, que hacemos las cosas desde el placer y la ilusión de estar juntos, es donde nos encontramos como compañía y queríamos decirlo. Tokio3 busca esos soplos de esperanza”, explica Pazos, que cuando se le insinúa que Voadora es una compañía de danza-teatro reacciona rápidamente: “Voadora es un proyecto que va cambiando. Hoy se puede aproximar a eso y mañana podemos hacer un teatro totalmente diferente. Llevamos años en esto e intentamos ir cargando la mochila y solidificar nuestro trabajo pero siempre haciendo lo que queremos en cada momento. Estamos, por ejemplo, preparando La Tempestad de Shakespeare”, explica Pazos quien estrenará esta obra en junio en el Festival Gil Vicente en Guimaraes, montaje de 9 actores coproducido también con el Centro Dramático Galego, con la compañía portuguesa Teatro Bruto y para el que han llamado al creador gallego Diego Anido y a bailarines de otras lindes como Guillermo Weickert. “Y estamos preparando un montaje delDon Juan de Molière con actores viejos que estrenaremos en diciembre en el Festival Internacional de Teatro Acert, Portugal. Quiero decir que estamos abiertos a procesos donde, aunque siga habiendo constantes de nuestro trabajo como la danza o la música, esté también la investigación apoyada en el texto, por ejemplo”, explica Pazos que cuando sigue hablando de Voadora reconoce: “No sé cuál es la constante que más puede definir a Voadora. Por un lado, la búsqueda de la belleza, aunque a veces sea para hacer algo muy doloroso u horrible. Por otro lado, en nuestros trabajos siempre aparece alguien con algo en la cabeza. También siempre hay alguien que se besa en escena y siempre hay una fiesta. Es verdad, mirando fotos de los montajes te das cuenta”, comenta con ironía Pazos. “Quizá algo que nos defina es que por encima de todo está el divertimento, tenemos que estar ilusionados en lo que hacemos, creo que eso contamina todos nuestros trabajos”. Algo que ciertamente ha calado con esta obra que ganó cinco de las nueve nominaciones que tuvo en la gala de premios de las artes escénicas gallegas, los Premios María Casares.
Voadora viene de ganar, además, el premio de la Crítica Gallega 2013 por Waltz, pieza que está girando con soltura durante todo este año por España. Hace una semana estuvieron en la sala bilbaína La Fundición y el mes que viene, el día once, estarán en el Teatro Principal A Estrada de Pontevedra. Cuando se le recuerda a su directora toda esta actividad, el haber sido invitados hace dos años a Guimaraes Capital Europea de la Cultura, el tener dos obras girando y otras dos en ciernes (una de ellas coproducidas por el Centro Dramatico Galego), o el haber estrenado este mismo enero otra producción, Rinoceronte de Ionesco, con la Escuela Superior de Artes Escénicas de Oporto, Pazos reflexiona: “Nos están saliendo muchas oportunidades pero son cosas que también llevamos años trabajando. Insisto, nuestro calendario no es un calendario al uso dirigido por producción, sino que lo vamos conformando según queremos y según las necesidades creativas, y somos de cocción lenta. Y sí, estamos recogiendo frutos, y sí, claro que hay un contraste con nuestro alrededor, lo que está pasando con muchas compañías nos duele y nos preocupa. Por eso tenemos incluso más ganas de hacer, sabemos que es un momento dulce en el que estamos creciendo como artistas y como personas”.
Esta pieza de estética suave, cortesana y playera bajo luces del Baltasar Patiño, es una muy buena oportunidad para conocer el lenguaje y el estilo coral y fluido de esta compañía que muchos relacionarán con Matarile Teatro. Una oportunidad para dejarse llevar por un eclecticismo poético lleno de recodos donde hermanarse a través de la música o la colectividad y de reflexionar, al mismo tiempo, sobre nuestra sociedad pos-opulenta y tendente a la simulación y la mueca. Con respecto al estreno de mañana Pazos nos explica: “Vamos encontrando el sentido a girar y a adaptar los montajes a las características de cada bolo. Es mucho más trabajo pero merece la pena. Cuando llegamos a la Corrala de Alcalá se nos caían las lágrimas de ver este espacio maravilloso y las posibilidades que teníamos. Habrá sorpresas este fin de semana”, concluye Marta Pazos que, junto a José Díaz, Borja Fernández, Uxía P. Vaello, Hugo Torres y Sergio Zearreta convertirán este viernes y el sábado la Corrala en una playa utópica donde aunar reflexión, sentimiento y sueño.
Hacía tiempo que Chete Lera quería representar sobre un escenario El coloquio de los perros, una de los textos de Cervantes más llevados al teatro. Tanto quería, que él mismo forma parte de la producción del montaje que los días 15 y 16 de junio se presenta en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares como estreno absoluto. Será como si los pobres Berganza y Cipión volvieran a su patria chica, pero lo harán de forma insólita. Al comienzo de esta representación dirigida por Emilio del Valle, dos actores, interpretados por Lera y Chema de Miguel, aparecen en un camerino antes de interpretar El casamiento engañoso. De pronto, olisquean, se rascan... Se apaga la luz, se esfuma el camerino y ahí están los dos convertidos en perros, haciéndole un traje a la sociedad del momento que bien le valdría a la de ahora. "Mezclamos el lenguaje de Cervantes con el del siglo XXI, vamos y volvemos, entramos y salimos de los personajes y el resultado es un montaje muy divertido", promete el actor.

Nunca se había enfrentado al Coloquio de los perros. ¿Tenía ya ganas de ladrar?
Muchas, de hecho, formo parte de esta producción. Queríamos partir de un texto de Cervantes asequible para dos actores de determinada edad como somos Chema de Miguel y yo y que sirviera para sobrellevar este mal momento que vivimos todos los europeos y la cultura también. Representarlo en el pueblo en el que nació este gran hombre español que fue Cervantes es una maravilla. 

Es una novela que se ha llevado muchas veces al teatro pero su versión promete cambios inesperados.
Sí, hemos hecho una versión muy divertida porque entramos y salimos del personaje. En principio somos de teatro que vamos a representar otra obra y discutimos en los camerinos, pero de pronto algo sucede y nos encontramos en el escenario representando el coloquio de los perros. Mezclamos el lenguaje de Cervantes, que lo hemos respetado, con el del siglo XXI. 

¿Cómo han resuelto la transformación de actor a perro?
El casamiento es la excusa, los actores a los que interpretamos van a versionarla y empiezan a notar algo. No es que haya un ejercicio físico, no es que nos pongamos de pronto a cuatro patas ni nada, aunque de vez en cuando ladramos, nos enfadamos y gruñimos. De pronto uno dice cosas como "por qué se rasca usted tanto" y, en ese ínterin, llaman a la función y ahí resulta que están los perros, nosotros dos con unos gorros de perritos, muy divertido. 

En la novela Cipión hablaba y Berganza, que es su personaje, escuchaba. ¿Han cambiado esta dinámica?
Sí, lo hemos repartido para que ambos pudiéramos respirar, está contado con mucho ritmo y es un montaje sencillo que depende de los actores. Si lo hacemos bien, a la gente le gustará. Y eso espero. 

Los clásicos son clásicos porque tienen vigencia, pero este texto, con su estudio de la picaresca y la necesidad de supervivencia como máxima está sobrado de ella. 
Sí, tiene mucha actualidad, en esa época había recortes y crisis, todo el coloquio es una disculpa de Cervantes para elaborar una ácida crítica de su sociedad. En el texto hay de todo, mucha taimería putesca, que diría Cervantes. Francamente creo que tenemos una comedia un poco disparatada pero en el mejor sentido de la palabra disparate. Es una propuesta lúdica, cercana a la improvisación pero muy bien atada. Tenemos la certeza de que va a gustar bastante por lo que tengo de olfato y de experiencia.

¿No acudieron a versiones anteriores?
No, he procurado no verlas porque no quería que me influyeran ni a favor ni en contra. 

Recurrir a los clásicos es para el verano, aunque, de un tiempo a esta parte, es un recurso para cualquier época del año, ¿A qué lo atribuye? ¿Lo asocia al temor ante propuestas más arriesgadas?
Es cierto que en esta crisis estamos volviendo a aquel viejo ñaque, a la compañía de dos actores que te permite trabajar y ganar algo. Pero a mí hacer esta obra me apetecía desde hacía ya dos años y este me pareció el mejor momento. 

En 2009, cuando la crisis era pequeña, usted admitió que era el mejor momento para el teatro, que había público para todo tipo de propuestas. ¿Lo mantiene?
Hombre, se está notando. En 2009 no nos creíamos que la crisis iba a ser tan flagrante y hoy ya hay gente que no tiene para comer. Sin embargo, sigue habiendo mucha más afluencia de público en el teatro que en el cine, por la ventaja de que no se puede copiar. El teatro tiene esa cosa religiosa de asistir a una ceremonia en la que unos señores de carne y hueso te cuentan una historia. En ese sentido, soy optimista, aunque consciente de que la situación está delicadísima y de que hay recortes en todas partes. P.- Sí, en gobiernos regionales, ayuntamientos... hay recortes, deudas y compañías cabreadas porque nos les pagan lo suyo.
A mí también me deben bolos, pero hay que seguir. ¿Dónde me iba a reciclar yo? ¿Poniendo copas? ¿Escribiendo poemas? Lo que espero es que se vea que un país sin cultura es un país condenado al fracaso. 

No, no cambie de oficio, cuénteme dónde le veremos ejerciendo próximamente.
Con El coloquio vamos a estar en Cáceres, Almagro y trataremos de moverla por toda España y, aunque sea baratito, espero que generemos trabajo y podamos pagar a los trabajadores, porque los de este oficio tenemos que cobrar algo, tampoco vamos a hacerlo gratis. Tengo un par de cosas pendientes, a lo mejor me meto en una función de teatro contemporáneo pero prefiero 'no meneallo', ya sabes que los gallegos somos supersticiosos. Y ahí vamos, mientras haya trabajo... y si no lo hay, nos lo inventamos. 

Fuente: Marta Caballero (www.elcultural.es)